Belén: Dolores Fonzi filma el emblemático caso que abrió el camino al aborto legal en Argentina
El caso de Libertad para Belén sacudió a la sociedad la década pasada. Ahora, la película sobre el hecho llegó a los cines con un estreno en el Festival de San Sebastián
Una mujer entra retorcida del dolor a la guardia de un hospital. Grita y llora suplicando por ayuda. La revisan y pide ir al baño. De repente, su pantalón de jean empieza a teñirse de rojo sangre. A eso le siguen un quirófano lúgubre, la irrupción de la policía, unas esposas, y una odisea cargada de impotencia e incertidumbre que cambió lo imposible. De eso se trata Belén, la nueva película de Dolores Fonzi que reconstruye el caso de una joven que fue presa por un aborto espontáneo y que impulsó uno de los capítulos más importantes en la historia de los derechos reproductivos de Argentina.
A dos años de Blondi, su debut directorial, la actriz volvió con su segunda película. Acá dirige y actúa, al igual que en su trabajo anterior. Una vez más, la mujer es el foco central del film, aunque en esta oportunidad cambia el rumbo: si en su ópera prima abordó los conflictos de la maternidad y familia a través de una road movie llena de enredos y emoción, en Belén se corre de este eje, sigue poniendo atención a la mujer, pero en este caso elige profundizar un drama judicial que movió las fichas para la legalización del aborto.
La noche del 30 de diciembre de 2020 será recordada para siempre en la historia del movimiento feminista argentino. En medio de una pandemia que dejó estragos irreparables, un rayo verde abrió paso en el cielo y aprobó la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). Desde ese momento se registraron en el país 245 mil abortos legales, bajó de forma drástica la cantidad de muertes por abortos, y también descendió la tasa de embarazo adolescente.
Sin embargo, seis años antes la historia era muy diferente. El 11 de marzo de 2014 en la guardia del Hospital Avellaneda de San Miguel de Tucumán, una joven de 24 años –que luego se daría a conocer en todo el mundo bajo el seudónimo “Belén”– ingresó con fuertes dolores en el abdomen. La mujer no sabía que estaba embarazada, aunque eso fue solo el primer ítem de una lista de cosas que tampoco sabía que se avecinaban. Debajo de eso también estaba ser acusada de homicidio, una condena a ocho años de prisión y convertirse en un ícono de la lucha por la soberanía de los cuerpos de las mujeres.
Fonzi toma esta historia llena de injusticia y coraje a través de Somos Belén, el libro de Ana Correa que repasa este hecho. Junto con Laura Paredes –que también participa en la película– adaptaron el guion que ya lleva unos pocos días en la pantalla grande, y que promete ser una de las apuestas más destacadas del cine argentino este año. Mientras tanto, el film integra la Competencia Oficial del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, en el que ya se estrenó esta semana, y se perfila como una de las candidatas a representar al país en los Premios Oscar.
La tucumana Camila Plaate es Julieta, pero también es Belén. Después de participar en El motoarrebatador (2018), Margen de error (2019) y El amor después del amor (2023), la actriz se pone en la piel de un personaje sumamente arriesgado y que posiblemente marque un antes y un después en su carrera. Será difícil olvidarse de esta caracterización dentro del cine argentino. Esta vez es diferente. Le toca protagonizar a una mujer que nació y creció en el mismo lugar que ella, que transitó las mismas calles, y que vivió las mismas injusticias por ser mujer.
Al lado de ella la acompaña Fonzi, que interpreta a Soledad Deza, la abogada que tomó la causa y logró recatalogarla. En esta oportunidad, la directora recapitula el caso a través de una típica “court movie” muy al estilo de Argentina, 1985, la película dirigida por su pareja Santiago Mitre, pero con su propia impronta y siguiendo el hilo conductor que empezó a trazar en Blondi.
En esa línea, es un muy lindo paralelismo el que se presenta entre ambos films. Si Mitre y Mariano Llinás escribieron el guion sobre el histórico Juicio a las Juntas Militares, ahora le pasan la batuta a Fonzi y Laura Paredes (la esposa de Llinás, cabe aclarar) para trazar el libreto de una historia que le devolvió la esperanza a las mujeres, y que en un país como Argentina volvió a probar un punto muy importante: organizarse y salir a la calle funciona.
Sí es cierto que Belén no se priva de caer en clichés y obviedades en algunos momentos. Sin embargo, es la fuerza que tiene la historia la que le permite salir a flote y hace que el espectador se mantenga enganchado hasta el clímax. Tampoco parece ser una película que busca agradar al público de afuera: el hecho de elegir a una actriz tucumana que personifique a alguien que vivió la misma cotidianidad norteña es lo que permite que como espectadores, en mayor o menor medida, nos identifiquemos en esa idiosincrasia. Es un film 100% argentino.
Además, otro punto a favor es que Dolores Fonzi se desenvuelve con mucho humor sin perder la seriedad del asunto. Se puede reír sin dejar de tratar el tema con respeto, ni tampoco es necesario estar serio todo el tiempo para que funcione.
Belén llega a los cines en un momento clave. El film se estrena en un contexto de gran avance de la derecha en Argentina y en el que los movimientos feministas y progresistas son puestos bajo la lupa. También coincide con el desguace al Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA), que tampoco es algo menor. Todo encaja en que Belén es una película que no debería estrenarse, que podría quedar como algo que ya está pasado de moda. Aún así, demuestra lo contrario, sobrevive y funciona.
Quizás, en momentos en los que en las redes sostienen que el feminismo “se pasó tres pueblos” y que quieren convencer que ya no es una bandera cool que flamear, la película de Fonzi ayuda a poner los pies sobre la tierra. Sirve como un freno necesario y un recordatorio: está prohibido dar pasos hacia atrás luego de haber conquistado espacios tan importantes. Hay que seguir adelante.
Tráiler oficial de Belén