El dragón chiflado

Esta es una gran película de menos de una hora; los últimos veinte minutos son la adaptación animada de un cuento. Pero lo anterior es un documental -matizado con animación- en el que el gran humorista Robert Benchley recorre los estudios Disney en los años cuarenta. Ese material es increíble y muestra el grado de sofisticación técnica y hasta científica (el momento en el que se muestra cómo se hacen las tintas para los fotogramas es maravilloso) al que había llegado la compañía. Sigue siendo de los mejores documentales artísticos nunca hehos, y las partes animadas son muy buenas.

¡Saludos, amigos!

A principios de los años cuarenta, en pleno ingreso de los EE.UU. a la Segunda Guerra Mundial, varias figuras importantes del espectáculo fueron despachadas como "embajadores de buena voluntad" a América Latina. Uno de ellos fue Orson Welles, que tuvo algunas aventuras en Buenos Aires; el otro, Walt Disney, cuya visita fue mitológica. Pero Disney recorrió mucho más, de México a la Patagonia. Y de esa visita, surgió esta película que combina música y cortos animados, protagonizado por Donald y un par de otros pájaros. Es realmente muy buena y tiene algunos momentos casi experimentales.

 

Ritmo y melodía

No es de las mejores, pero además de presentar la muy popular historia de Pecos Bill, tiene un fragmento -una adaptación en tiempo de jazz de El vuelo del moscardón, de Rimsky-Korsakoff- donde los dibujantes de Disney apelan a un surrealismo desatado, que recuerda los mejores momentos de Fantasía o la lisérgica fantasía alcohólica de Dumbo. Es una película muy "de su época", pero por eso mismo permite apreciar la libertad con la que se usaba el color y la forma en el dibujo animado clásico.

 

Las aventuras de Ichabod y Mr. Toad

Una joya olvidada que incluye dos cuentos. El primero es una adaptación de la novela infantil El viento en los sauces, con animales parlantes. Nada mal y llena de ritmo. Pero la mejor es la segunda, una adaptación del cuento de terror Sleepy Hollow, de Washington Irving, donde un tipo muy tímido se enfrenta al terrible Jinete sin Cabeza (es el mismo cuento adaptado "a lo gore" por Tim Burton). Aquí hay dos cosas para ver: cómo La Bella y la Bestia parodió el inicio (es idéntico) y los momentos de terror humorístico que logran los dibujantes.