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El mejor terror contemporáneo en la grilla de Netflix

El terror es un género que nunca pierde seguidores y funciona desde los comienzos del cine. En Netflix hay una buena selección de películas contemporáneas que pueden trazar una pequeña historia del horror. De Halloween a Drácula, qué ver.  

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El terror es uno de los géneros más inoxidables del cine. Mientras casi todos los demás -del melodrama a la comedia- parecen haber cedido terreno en las salas, el terror es uno de los pocos que todavía funciona, que todavía cuenta con una legión de fanáticos que van a ver todo. Las razones son varias; la principal es que es los idiomas pueden separarnos pero el miedo es universal. Es el género más fácilmente traducible y apunta a temores que sienten absolutamente todos los seres humanos. Probablemente sea el género -en este sentido- más profundo y metfísico de todos.

En Netflix hay una gran selección del género, aunque tiene la desventaja de ser demasiado reciente en la mayoría de los casos. No hay clásicos (al menos en Netflix de nuestra región, aclaremos) aunque podemos rastrear algunos títulos de los años 70 y 80. Varias de esas películas son obras maestras. Por ejemplo -y sí, nos hacemos cargo de que la hemos recomendado muchísimas veces- Halloween (1977) de John Carpenter. Esa película seminal, que tiene como protagonistas a Jamie Lee Curtis y Donald Pleasence, inauguró el "slasher", esas películas de asesinos inmortales siempre en contra de adolescentes calenturientos. Aquí tienen varias muestras de maestría: desde el enorme plano secuencia inicial (donde descubrimos que el asesino es un niño de ocho años) hasta los planos lejanos del monstruo al acecho, donde Carpenter incorpora, con total síntesis, el Mal al margen del cuadro. 

Unos años después, Tom Holland (no, no el actor, sino un director muy bueno de los 80) tomó el angst adolescente, la represión sexual y el culto pop para crear La hora del espanto, la historia de un chico enamorado cuyo vecino (un gran trabajo de Chris Sarandon) es un vampiro que le roba la novia. Entre el humor negro y lo trágico, hay momentos -el baile de seducción en la disco, el combate final, Sarandon cantando "Strangers in the Night"- que marcaron para siempre esa década de géneros mezclados.

Hablando de mezcla de géneros y sensibilidad pop, deben ver Van Helsing, de Stephen "La Momia" Sommers. El protagonista es un agente del Vaticano vestido como cowboy pero de negro, con artilugios tecnológicos a la manera de James Bond (pero del siglo XIX) y tiene que enfrentar a Drácula, al Hombre Lobo y al monstruo de Frankenstein. La cuestión es que Drácula aún es joven (Van Helsing también, porque este es el primer encuentro entre ambos) y quiere tener hijos. Hay terror pero sobre todo hay aventuras. Es de las películas más interesantes y divertidas que dio el género y Hugh Jackman está muy bien.

En el otro extremo está La Bruja, opera prima de Robert Eggers y debut de Anya Taylor-Joy. La película es la historia de una familia de pioneros del siglo XVII expulsada de su pueblo por cuestiones religiosas a la que le empiezan a suceder terribles desgracias, todas provocadas por la (más que probable) presencia del Príncipe de las Tinieblas en persona. Los planos finales, de una gran economía de recursos, pueden configurar el epílogo más catártico y a la vez terrible del género.

La cabaña del terror es otra cosa. También tiene un final que es catártico, asombroso, gigantesco, placer cinematográfico a la enésima potencia. Pero lo anterior es increíble: una película de terror aparentemente común pero manejada como un reality show, donde se "obliga" a los personajes a ser estereotipos del género. Ahí aparece otra película que reflexiona sobre el género mientras, al mismo tiempo, lo ejerce, por momentos con una precisión y una carga de miedo que -perdón el juego de palabras- asusta. Drew Goddard (gran guionista, aquí en su opera prima como director) crea un clásico que, si bien tiene muchísimo humor, es también una mirada sobre por qué los arquetipos de la cultura (¿popular?) funcionan y dialoga con nosotros. El final es -literalmente- demoledor.

Una de las más extrañas películas de terror de las últimas dos décadas es Legión de ángeles, de Scott Stewart. Muy cercana en tema y forma a las películas de John Carpenter, trata de un grupo de personas varados en una estación de servicio en pleno desierto que es atacado por demonios. En realidad viene el Apocalipsis, una chica embarazada tiene la posibilidad de retrasarlo y la verdadera pelea es entre el arcángel Miguel (Paul Bettany) y Gabriel, que tiene que llevar a cabo el plan divino. Los momentos terroríficos son extraordinarios, quizás los de acción no tanto, pero los actores se creen todo lo que hacen en esta película de una rareza fenomenal.

Y terminemos con otra obra maestra: en Netflix tienen la mejor copia posible de Drácula, de Francis Ford Coppola. No solo tiene un elenco genial (Gary Oldman, Anthony Hopkins, Winona Ryder, Keanu Reeves, cameo de Monica Bellucci) sino que es la suma de todos los temas que rodean al personaje: venganza, deseo, romance, violencia, horror. Y todo con imágenes que quedan para siempre en la memoria.

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