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Horror -y motosierras- para asustarse en Qubit.TV

Arranquemos el mes de Halloween y otros terrores (en fin, ya saben...) con algunos clásicos increíbles que pueden degustarse en la grilla de Qubit.TV. Hay de todo y de todas las épocas, y cada una de estas películas no solo asusta sino, además, crea algo nuevo. Imperdibles.

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Como todos saben, octubre es el mes del terror. No, esta nota no habla de probables resultados electorales, sino que suele ser costumbre (gringa pero exportada con no poca felicidad) dedicarle a las semanas previas a Halloween la revisión de clásicos del miedo en el cine. Antes que nada, Halloween no es fiesta estadounidense sino la versión de ese país de una celebración (el día de muertos en México, el de los fieles difuntos por estos pagos, y muchas versiones paganas históricas) que servía para honrar el puente entre el universo de la muerte y el de los vivos. Pero bueno, es lo de menos. Lo que no es "lo de menos" es la selección de clásicos del género asustador que hay en Qubit.TV, por ahora la mejor plataforma para cinematografías poco recordadas y clásicos de verdad. Así que vamos a saquearla un poco.

Las diabólicas, de Henri-Georges Clouzot, fue una de esas películas que vio todo el mundo en los cincuenta y sesenta. De hecho, tuvo una (olvidable) remake en los 90, con Sharon Stone e Isabelle Adjani. La historia es la de un hombre, su esposa con problemas cardiacos y la amante del primero. Las dos mujeres, maltratadas y engañadas, planean el asesinato del hombre. Pero suceden cosas muy extrañas que terminarán poniendo los nervios de punta a las asesinas. Bueno, más o menos: hay una serie de vueltas de tuerca y un par de momentos donde saltamos en el asiento de terror. Lo que más funciona es el suspenso extremo, pura tensión, de la última media hora.

La marca de la pantera es una de esas películas que figuran en cualquier enciclopedia. DIrigida por Jacques Tourneur con casi nada de dinero, cuenta cómo una mujer de Europa del Este conquista a un estadounidense, se casa con él y se enferma de celos. Es, de hecho y como toda buena película de terror, un melodrama y, en este caso, declinado en femenino. Que aparezca un monstruo con forma de pantera que mata gente es lo que la incorpora en el género en parte. Pero más lo hace el uso perfecto del fuera de campo: sabemos que hay algo ominoso donde no lo vemos, queremos huír y, al mismo tiempo, verlo. Ese juego es constante en la película y la clave de su efectividad década tras década.

Una de las mejores películas de Wes Craven es -sigue siendo- La serpiente y el arco iris. En principio es una película sobre los zombies en Haití, de donde surge la cultura vudú. Pero el film protagonizado por un perfecto Bill Pullman va mucho más allá que eso. Es que Craven fue muchas veces un cineasta político, así que basándose en un libro (que es en realidad un ensayo periodístico, no una novela de terror) muestra los lazos entre el vudú y el régimen represivo de los Duvallier en ese país. Claro que no faltan escalofríos, claro que no faltan sustos: después de todo para eso uno ve la película. Y sin eso, lo otro, la denuncia política y social, quedarían fuera del cóctel. Con La gente detrás de las paredes y Scream 2, probablemente lo más grande que dio Craven al cine.

Esta es rara: El hombre sin brazos, de Todd Browning, realizador que no sólo llevó a Drácula a Hollywood por primera vez sino que era, sobre todo, un gran exponente de lo extraño en la pantalla, como lo revela la monumental Freaks. Pero además era un maestro del melodrama retorcido. Aquí Lon Chaney, un prodigioso maestro del maquillaje y las gimnasias extrañas, personifica a un artista de circo y asesino que finge no tener brazos hasta que, por pasión amorosa (a una joven Joan Crawford) se los saca de verdad. Lo que hace Chaney sin brazos y las vueltas de tuerca pasmosas de la historia hacen de esta película un clásico que hoy nadie se animaría a filmar. A pesar de ser de los años veinte, este cine era más creativo, moderno y libre que lo que nos atosiga por estos tiempos.

A la hora de mezclar sexo y horror, quizás sea central en los ochenta Hellraiser, del escritor deveido director Clive Barker. Es original: seres extraños venidos de una dimensión paralela donde se goza el dolor andan en busca de nuevos adeptos-víctimas. Hay algo así como un bizarro triángulo amoroso con un muerto que va reviviendo, una reversión del vampirismo y una iconografía extraordinaria. De cuando aún se podía hacer algo revulsivo y que tuviera éxito.

Y finalmente, La masacre de Texas. La historia de una familia de caníbales que engaña jovencitos desencantados y cancheritos para luego cenárselos. El clima es de pesadilla constante, los integrantes de la familia son un circo de bizarrez totalmente perturbadora y la última media hora, con un tipo demente corriendo a una chica que no para de gritar, es uno de los momentos más angustiantes de la historia del cine contemporáneo. Opera prima de Tobe Hooper (años antes de hacer Poltergeist con Steven Spielberg o la adaptación de Salem's Lot más lograda a la fecha) se hizo con nada de dinero y basándose muy lejanamente en la leyenda del asesino Ed Gein. Gran película de horror que tiene menos sangre que sugestión, aunque todo parezca horrible. En la Argentina, se estrenó con el título bastante adecuado de El loco de la motosierra dado queel principal ejecutor de esta familia es un gordo con peluca y uno de esos artefactos en la mano. Y no, juramos que no hablamos de las elecciones sino de otro tipo de horror.

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