La telenovela se renueva y vive en BravoTV
Despreciada por la Academia durante décadas, la telenovela es uno de los aportes más importantes de América Latina al arte popular de todo el mundo. La nueva señal BravoTV presenta una selección de obras recientes que aggiornan el género. Videos.
Cada terrritorio, cada continente, cada país le ha dado al universo de lo audiovisual algo único. Los EE.UU. crearon el marco de la fantasía realista -eso que llamamos Hollywood pero es mucho más que un nombre-, y los europeos le agregaron la componente social. Es cierto, es un poco reduccionista porque los cruces e influencias en el cine y luego la televisión son gigantescas: después de todo, el de las imágenes en movimiento es el pimer universo virtual de pesencia global. Latinoamérica proveyó algo más, algo ligado a sus raíces al mismo tiempo barrocas y salvajes: el melodrama pasional, desmelenado, que tuvo sus picos cinematográficos en la Argentina de los 40 y el México de los 50. En esas dos cinematografías y en ese contexto, nacieron todas las reglas de la invención quizás más exportable de nuestro subcontinente: la telenovela.
Ya saben que Perfil y el Grupo Crónica lanzaron el pasado lunes BravoTV, "El canal de la gente". Más allá de las producciones en vivo, uno de los grandes atractivos de la señal consiste en un compendio de telenovelas célebres de muy variado origen. Hay mexicanas, colombianas y brasileñas, la gran mayoría de ellas con enormes picos de audiencia tanto en su país de origen como en el otros de todo el mundo. En general son producciones de este siglo, lo que además nos permite pensa qué es lo que todavía persiste de un género muy maltratado por la academia pero que ha sido vehículo popular (esa mala palabra, por lo mal usada) para toda clase de ideas y cambios sociales.
Empecemos por una que conocemos todos y que se convirtió en un fenómeno que rompió toda frontera: Avenida Brasil. La tira se apoya en los dos pilares fundamentales del género: el romance entre personas de diferentes estratos sociales y la venganza (que tiene que ver, siempre o casi siempre, con el descubrimiento de una verdadera identidad). Pero si solo fuera eso, Avenida... no habría galvanizado audiencias de todo tipo. Muchas veces se consideró a la telenovela un asunto de mujeres (habría que recordar cómo se paraba la Argentina con cada episodio de Rolando Rivas, taxista cuando empezaban los setenta), pero Avenida... lo desmiente. En primer lugar, por el equilibrio entre el humor y el drama. Y esto -segundo lugar- se relaciona con la cantidad de personajes, todos dignos de atención, que presentan un paisaje social complejo y cambiante. Esa riqueza, sin faltar a las tradiciones del género, la volvió un éxito.
También fue un éxito más allá de sus fronteras (y también en el cine, ya que existe un filme sobre el mismo tema) Rosario Tijeras, de México. Hay lo de siempe: una joven de clase baja que tiene que decidir entre dos enamorados de clase alta. Pero hay más de una vuelta de tuercas: Rosario es una sicaria que además busca en el submundo de la delincuencia vengarse porque ha sido violada y han asesinado a su hermana. Esto hace que las pasiones se desarrollen en un marco de violencia que vuelve a esta telenovela de tres temporadas un cruce extaordinario entre el policial y el melodrrama. Por supuesto que cumple, también, con otra de las reglas del género: pintar con los pinceles de la ficción los rincones más oscuros de la realidad. En más de un sentido, uno de los picos de la programación.
Una curiosidad notable es Metástasis, serie colombiana. Hay un profesor de química con problemas económicos que descubre dos cosas: que tiene un cáncer y que puede crear drogas de diseño. ¿Les suena? Sí, claro, Metástasis es la remake latinoamericana de Breaking Bad y muy pocos son los cambios respecto de los episodios originales. Salvo por un detalle: el tono. La situación excepcional y trágica, la aparición de la violencia, la idea de una pasión o un secreto que debe sostenerse bajo la máscara de la "normalidad" de la vida comunitaria y familiar vuelven todo parte de la mejor tradición de la telenovela, y los realizadores de esta remake lo han plasmado con absoluta precisión. Sin cambiar nada, es todo diferente y vale la pena verla, incluso si se conoce la original.
Y una obligatoria, Querer sin límites, de Brasil. Como solía suceder en parte de la tradición telenovelesca, el punto de vista es femenino: aquí tres mujeres contra el mundo. Pero son mujeres empoderadas, absolutamente, ya no las criaturas a merced de las reglas sociales (por eso el melodrama era "de mujeres": porque su raíz es la lucha entre la pasión y el deseo y el corset que encarnan las leyes no escritas de la sociedad, pero la telenovela, a su modo, ha sido siempre feminista) sino gente que toma el destino en sus manos. Pero además, en pleno siglo XXI, habla de identidad de género, de drogas, de vicios y de la conformación de nuevas formas de familia y desarrollo profesional en un tiempo apasionante y vertiginoso. La vieja tradición, reinventada para las nuevas épocas.