Una travesía tierna y obsesiva en Los tonos mayores, una película coming-of-age argentina imposible de olvidar
La película de Ingrid Pokropek es una de las que más destacó en la escena nacional este último tiempo. El sábado 24 de mayo se proyectará gratis en la Casa del Bicentenario
El género coming-of-age es una de las temáticas a las que más apostó el cine estos últimos años: ese camino solitario lleno de autodescubrimiento, obstáculos y aventuras al que se arrojan los niños y adolescentes hacia la adultez. Si bien en el cine estadounidense y europeo ya abundan estas historias que marcan un signo de época en la industria, la directora Ingrid Pokropek también dejó su huella en la escena argentina con Los tonos mayores, su ópera prima que instaura el género fantástico en la incesante búsqueda de la identidad propia. Ana, una niña de 14 años recibe mensajes en código morse a través de su brazo y pasa sus días y noches obsesionada. Una película cargada de sensibilidad, emoción, duelo e inocencia que no hay que dejarla pasar.
Se trata de una producción original de 36caballos que se proyectará el 24 de mayo a las 19 horas en el marco de Directoras Argentinas, un ciclo gratuito en la Casa del Bicentenario. Allí comparte un line-up integrado por otros films nacionales que destacaron este último tiempo como Sobre las nubes (2022), de María Aparicio, y El viento que arrasa (2023) de Paula Hernández. Todas realizadoras femeninas que dan de qué hablar con su estilo autoral y su forma de contar historias.
Los tonos mayores se estrenó en la edición 2023 del Festival Internacional de Cine de Mar del Plata. Fue en ese evento en donde la cinta marcó el punto de partida del recorrido posterior que haría por todo el mundo: la Berlinale, el Festival de Málaga, el de Jeonju en Corea del Sur y el de Seattle fueron algunas de las paradas dentro del circuito cinematográfico que recolectó aplausos, reconocimientos de la crítica y premios. Luego de eso, la cinta tuvo su paso por la cartelera porteña, y se exhibió en las salas del Cine Gaumont y del Cine Arte Cacodelphia.
Pokropek, la escritora y directora de esta historia, saltó “al vacío” –como así se refirió en diálogo con BAE Negocios– con su primer largometraje, algo que para ella fue lo más desafiante que le tocó hacer hasta ahora. “Hay un miedo ahí, un aura alrededor de la ópera prima que es difícil de enfrentar”, confesó. Sin embargo, su trayectoria en la industria cinematográfica muestra un futuro prometedor con solo 31 años: fue productora de varias películas de El Pampero Cine, entre ellas la multipremiada Trenque Lauquen de Laura Citarella; y también dirigió por fuera Shendy Wu: Un diario (2019), y Chico Eléctrico (2021), dos cortometrajes que se exhibieron en sus respectivas ediciones del Bafici.
En Los tonos mayores, la joven actriz Sofía Clausen se pone en la piel de Ana, una niña tímida de 14 años que no hace mucho más que pasar tiempo con Lepa, su mejor amiga, y vivir con su padre que enviudó hace un par de años. Ambos viven en una casa en el conurbano, y como le sucede a cualquier persona que no vive en la Capital Federal, la rutina de constante movimiento ya es una coreografía que se saben de memoria entre trenes, colectivos y corridas a tiempo para no perderse el último transporte a su hogar.
Durante las vacaciones de invierno, Ana descubre que la placa de metal que lleva en su brazo a raíz de un accidente le empieza a mandar unos extraños mensajes en código morse. A partir de ahí, la historia se desenvuelve como una travesía obsesiva que hace la adolescente en busca de respuestas por las que moverá cielo y tierra.
“Ese fue el punto de partida”, asegura la directora. “Lo que me gustaba del código morse era su multiplicidad y su versatilidad: que pudiera ser leído como un punto y una raya, oído como un sonido corto y un sonido largo, o como sucede en la navegación, por ejemplo, como una luz breve y una luz prolongada. Me parecía que esa posibilidad de pensarse en diferentes medios lo hacía muy cinematográfico, y me divertía”, señaló.
La protagonista decodificará sonidos a lo largo de toda la película, así como también irá creciendo la incógnita. ¿Quién le manda estos mensajes?¿Qué le quieren decir?¿Son reales o son productos de su fantasía?¿Cuál es el límite de este enigma decorado de flores, notas musicales y largos viajes a la gran ciudad? Con estas preguntas, se transformará en una detective que desborda rebeldía y espontaneidad, una que sigue su instinto muy cautelosamente y lo usa como una brújula que le marca un norte aún desconocido para ella.
La adolescencia está a flor de piel en Los tonos mayores. Las primeras citas, los intereses amorosos y observar cómo el cuerpo de uno empieza a cambiar frente al espejo son algunos de las experiencias que les toca vivir a los personajes. Aunque no es así para todos. Mientras las amigas de Ana tienen su rito de pasaje, a ella le toca atravesar otro en el que su curiosidad y su intuición afrontan un mundo pospandémico.
Antes de Ana, en el cine existieron muchos otros personajes juveniles que escapan de sus casas como respuesta a un duelo silencioso que no saben cómo manejar. En ese contexto, la icónica película francesa Los 400 Golpes, dirigida por François Truffaut y protagonizada por Jean-Pierre Léaud, fue una influencia para Pokropek. En ella, el niño protagonista deambula por las calles de la París de los ‘60 y prueba una bocanada de libertad que rompe con lo cotidiano. Más travieso e insolente que Ana, pero con la misma sed de curiosidad y la confianza de conocer la gran ciudad como si fueran adultos.
“Lo que sí quería tomar de Los 400 Golpes es esa manera particular de transitar la ciudad. Quería que el personaje de Ana, que es del conurbano y tiene que moverse siempre en transporte público hacia el centro porteño, tuviera una claridad absoluta de cómo moverse, de la geografía de Buenos Aires, de las maneras de llegar de un lugar a otro”, detalló la directora de Los tonos mayores.
Además de abordar el dolor de un cuerpo en crisis y de una búsqueda intensa de pistas y códigos, Los tonos mayores también es una película sobre tomarse el tren, correr el último colectivo del día y tener la SUBE en negativo. Plantea entender que el trajín hacia la Capital Federal no es un punto muerto en la trama de las personas, ahí también transitan personas y ocurren historias que transforman nuestra realidad y que merecen ser contadas.
Si de algo sabe muy bien Ingrid, es justamente de este aspecto que conlleva una vida en el conurbano y pasar varias horas del día arriba del transporte. Una experiencia que, sin lugar a dudas, diferencia de las personas que tienen el Obelisco a metros de distancia. “Quería mostrar esa experiencia particular que está cargada de obstáculos, e incomodidad y de peligro”, aseguró.
Pero, como cualquier adolescente, Ana obvia esas posibilidades de que todo salga mal. Se queda con los sonidos que le envía su placa de metal y su convicción que la lleva a combinar líneas de colectivos y habitar lugares en los que nunca estuvo. Entiende que es importante prestarle atención a lo que siente y confiar en ella misma. Esta vez, es imposible dejar pasar algo que logra calar tan profundo en su corazón.
En Los tonos mayores hay misterio, música, fantasía y un pasado que aún duele. Hay pistas que seguir y huellas que quedan marcadas dentro de uno para siempre. Pero como en la adolescencia, también hay una incertidumbre que acompaña a ese dolor. ¿Podrá Ana nadar en ese mar misterioso de preguntas que no tienen respuestas o se chocará con las olas para terminar en la orilla de la realidad? Son muchas alternativas, pero solo una cosa está clara: imposible ser la misma después de este viaje.
Los tonos mayores se proyectará el sábado 24 de mayo a las 19 horas en la Casa del Bicentenario. Entrada libre y gratuita.
Tráiler oficial de Los tonos mayores