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Peleas en la India, Yoga a la vuelta y fantasmas de regreso: cine el fin de semana

Un montón (sí, un montón) de películas nuevas en la cartelera nacional, amigos. Hay un poco de todo, incluso ¡Películas buenas! Sí, bueno, también de las otras. Pero ya con Tim Burton y Martín Rejtman alcanza para respirar un poco. Sí, Burton, volvió en forma de pasado. Pasen, lean, decidan: nosotros el sacrificio ya lo hicimos.

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Nueve películas nueve, parece que es la cifra estándar en temporada baja, qué decirles. Bueno, vimos las nueve y podríamos hacer una pequeña lista con numeritos y ya. Más práctico para ustedes, más rápido para uno pero ¿Y la responsabilidad profesional? Además, vimos las nueve, algo tenemos que ir diciendo por lo menos para justificar el asunto. Como siempre, amigos, imposible garantizar que alguna de estas películas les guste o los deje con ganas de quemar la boletería: sobre gustos no hay nada escrito y no vamos a empezar acá. Así que ya sabe: bajo su propio riesgo.

¡Volvió Tim Burton! El signo de admiración es porque a esta altura, y después de ¿dirigir? ¿armar? ¿emparchar? una cosa llamada Dumbo, pensamos que bueno, ya está: salvo que haga alguna película animada, lo perdimos. Pero Beetlejuice Beetlejuice es un retorno a un lugar querido, a la casa embrujada, al fantasma payaso, a la incomprensión entre madre, hija y, ahora, abuela, a los hermosos efectos especiales en plastilina, a los gags por encima de la historia, a cierta forma de la libertad estética que don Tim parecía haber perdido. Dicho de otro modo, Tim Burton se divierte. ¿Es perfecto este regreso? No, tiene sus cosas (alguna sobre explicación, algún giro de la trama innecesario) pero tiene a Michael Keaton, Master Clown. Y Burton por fin tiene como justificar la melancolía de sus primeras películas: el tiempo ha pasado.

¡Volvió Martín Rejtman! También, caramba: hace falta que los que sabían cómo se hacían las cosas cada tanto vengan a divertirse a los cines. En serio, todo tan solemne, adocenado, explicado, correcto... Rejtman es lo contrario. Y a pesar de todo, es amable con el espectador, lo quiere casi más que a sus películas. Lo vimos en Rapado (¿Ya treinta años? Cómo pasa el tiempo...), lo vimos en Silvia Prieto, lo vimos en esa joya del humor con sordina de Los Guantes Mágicos. En La práctica narra la crisis de un hombre que se separa. OK, hay muchas películas sobre la crisis de un hombre que se separa. Pero hay pocas donde ese hombre sea un maestro de yoga y esté (¡Chan!) estresado. No crea que Rejtman apela al humor de golpe y porrazo. No: retrata el absurdo del mundo con un ojo que es un bisturí, con un oído increíble para los diálogos y una cámara que vuelve surrealista la imagen más trivial. Cine, comedia, el mundo como es y como otra cosa.

Quizás la palabra "yoga" le haga creer en la paz que proviene de esa práctica milenaria vinculada desde las épocas pre védicas con las religiones del valle del Indo. También que todo es meditación y paz, pero no: nos llega una coproducción entre India y los EE.UU. llamada Kill: masacre en el tren, donde un muchacho también estresado decide resolver su propia ruptura con la novia: en forma de venganza sangrienta en un tren a toda velocidad lleno de malhechores de la peor estofa. Piña, patada, cuchillazo, karatazo, todo en pasillitos así de chicos. Podría ser una del Correcaminos tranquilamente, pero tiene su dosis de melodrama.Un toque de Bollywood para quienes no lo conozcan.

Mascotas en apuros es así: perrita fina, gato sucio se pierden en una mudanza y tienen que ser buenos entre ellos para volver a casa. Pasan muchas cosas, pero en general sólo pasa eso. Animación digital a reglamento que, a esta altura, uno no entiende cómo se sigue produciendo. ¿No ven qué miran los nenes en YouTube? ¿No saben que el truco de los animalitos que hablan los pibes lo conocen desde los tres años y a partir de allí piden para el cumpleaños la última versión de Minecraft? Buéh, sí, es simpática y un nene chiquito (chi qui to) no se aburrirá. ¿Usted? Y buéh, llévese un café.

Volvió Ken Loach. Y no, no pidan signos de admiración. El viejo roble es otro melodrama social sobre un pueblo británico al que llegan exiliados sirios relocalizados por el gobierno, donde hay un viejo bar y donde los jóvenes no tienen demasiadas ganas de seguir. Loach sigue pensando el mundo con la sonrisita bonachona de 1975, cuando era un cineasta para prestarle atención. Ahora, estéticamente, es un señor que filma a reglamento y, políticamente, perdió filo y profundidad. Dejemos de lado lo que se podría opinar de ser "pro inmigrante" en estos tiempos en Gran Bretaña, dejemos de lado el 7 de Octubre (no, no lo dejemos de lado, sólo aquí en esta mini reseña): Loach no termina de hacer la misma película.Y ya es vieja.

Ah, hay una película llamada Alma y Oskar, austriaca. Es sobre Alma Mahler, personajón increíble, y su relación con el pintor Oskar Kokoschka en los locos años 20 en la caótica Viena. Ni locura, ni caos, ni el personajón aparecen realmente en una película que cae en la categoría "somos cultos y se gana con la camiseta": alcanza con los Grandes Nombres para que el filme atraiga. No, mi viejo: hay que agarrar la pala, construir a los personajes, etcétera. Alma Mahler requiere una gran película, no sería esta.

Pasamos rápidamente por el documental Monumental: Decadentes, sobre Los auténticos ídem, que tiene de todo y vale la pena sea uno o no fan de la banda. Esta columna recuerda, de todos modos, que Los Decadentes dieron al mundo el himno pop "Un osito de peluche de Taiwán", que debería enseñarse en las escuelas. Además, son divertidos.

Tenemos otro documental argentino, señor, señora: La OTRA memoria del MUNDO, de Mariela Pietragalla, sobre un hombre que ha vivido en un archivo fílmico ahora en refacciones y ha sido, también alguna vez, bailarín de la troupe de Miguel de Molina. Es una película emotiva, bien contada y registrada. Y dura lo que tiene que durar, lo que además es perfecto.

Y finalmente, Una jirafa en el balcón. Vamos al elogio primero: excelente el trabajo de Andrea Frigerio que le otorga una ambigüedad a la película que de otro modo no tendría. Sí, es un thriller, pero podríamos llamarlo -como todas las películas que tienen en su foco la represión durante la última dictadura- thriller dialéctico. Aquí es una ex militante que, muchos años después, ya madre y abuela, vuelve por un juicio sobre aquellos tiempos. El gran tema: si huír entonces era cobardía. Eso, en la película, parece tener una respuesta, pero Frigerio logra que no sea tan tajante. Especialmente por lo discutible (por decir lo menos) de tal respuesta.

Esto es todo, amigos. 

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