EL RESULTADISMO LETAL

Avarinflación y dolarización: dos mecanismos para bajar el salario

Las propuestas de dolarización para frenar aumentos de precios datan de 1976. A partir de allí se generaron procesos inflacionarios en el país por devaluaciones. ¿El resultado? El poder adquisitivo de las mayorías afectado a pleno

Noelia Abbate (*) - Pablo Ferrari (**)

Los aumentos salariales, o intentos de recuperación del poder adquisitivo, como argumento central para explicar la inflación es un concepto que no es universalmente aceptado. No fue sino hasta una publicación del FMI del 25 de julio de 2023, firmada por Pierre-Olivier Gourinchas, que las utilidades empresarias dejaron de ser un tabú para el organismo para explicar la conformación de la suba generalizada de precios a nivel mundial. Afirma que “los precios se ajustan al alza más velozmente que los salarios” y la puja distributiva deriva en una “avarinflación” o “inflación de la codicia”.

Avarinflación

En Europa, los mayores costos de importación de un insumo difundido como la energía que aportó la pandemia y el posterior conflicto bélico en Ucrania tuvieron una clara incidencia en la inflación de la región y el mundo. Sin embargo, profundizando en el análisis que aporta el FMI al respecto, se observa que el organismo señala a las ganancias empresarias como factor explicativo de casi la mitad de la suba de los precios en Europa en los últimos años. Aún más: ahora que los costos de las importaciones presentan una tendencia contractiva, lejos de seguir este comportamiento, las utilidades de las empresas europeas continúan en niveles elevados, empujando los precios al alza.

La respuesta de las utilidades frente a los shocks en los costos fue mayor a la de los salarios, permitiendo que estas empresas estén más resguardadas que los trabajadores, cuyas remuneraciones en términos reales disminuyeron. Mientras que la inflación promedio de Europa en 2022 fue del 8,8%, los salarios se incrementaron un 5,2% y las ganancias lo hicieron en el orden del 10,7%.

Se espera que los salarios busquen una recuperación en sus negociaciones. Y, frente a este escenario, el FMI se pregunta si las empresas estarán dispuestas a desacelerar la suba de utilidades para que sean compatibles con la recuperación de los salarios reales.

Lo que sucede en Europa no resulta ajeno a la economía argentina. Inmersa en una macroeconomía con diversas tensiones y alta inflación, se dificulta la identificación de precios de referencia y favorece los escenarios especulativos.

En los últimos dos años, la inflación se ubicó por muy encima de la devaluación del tipo de cambio. Así, mientras que en 2022 la inflación fue del 94,8% y la devaluación fue del 33,7%, los salarios se incrementaron un 81,1% y el excedente un 71,8%. Si bien las ganancias se incrementan en menor medida, su participación (45,3%) en el valor agregado bruto es un 1,6% mayor que los salarios (43,8%). En 2021, la suba de precios ascendía al 50,9% pero la devaluación fue del orden del 38,6%. A lo largo de ese año, los salarios aumentaron en promedio un 53,0% y las ganancias lo hicieron en un 85,0%. Sin embargo, las ganancias explicaron el 47,1% del valor agregado bruto y los salarios lo hicieron en torno al 43,1%.

En los cuatro años del macrismo, la participación del salario en el valor agregado pasó del 52% al 46%, mientras que la ganancia se incrementó del 40% al 42%. En ese período también encontramos que en 2018 y 2019 se produjeron dos de las peores devaluaciones de la historia reciente, del 70% y 72%, con un fuerte traslado a precios: del 47,6% y 53,9%, respectivamente.

Inflación cambiaria

La inflación derivada de ajustes del tipo de cambio, en particular ante la escasez relativa de dólares para continuar el proceso de crecimiento (restricción externa), no es una novedad. Desde 1976, el cambio de modelo económico implicó un mayor endeudamiento externo, que luego demanda divisas para devolverse, y una constante fuga de dólares para invertir en otras naciones o atesorar. Así, a partir de esta etapa comenzaron en Argentina los procesos altamente inflacionarios.

Los responsables de los picos hiperinflacionarios entre 1976 y 1991, como Domingo Cavallo y Carlos Melconian, propusieron la Convertibilidad en los 90. De igual manera, los mismos economistas que defienden el modelo abierto y de valorización financiera, sostienen que el aumento de salarios es la causa de la inflación y que la única forma de frenarla es alguna forma de dolarización.

Dolarización

Las propuestas de dolarización para frenar las subidas generalizadas de precios no son nuevas, sino que datan, aproximadamente, de 1976. A partir de entonces se generaron procesos altamente inflacionarios en Argentina por las abruptas devaluaciones, afectando el poder adquisitivo de las mayorías.

Dolarizar significa que los pesos serán cambiados por dólares, pero no con una paridad de uno a uno, sino que dicha relación surgirá de enfrentar los pesos con los dólares. Cuanto menor es la cantidad de dólares con respecto a los pesos, mayor es el tipo de cambio. Así, todos los precios (incluidos los salarios) se expresarán en la moneda estadounidense, pero a un valor nominalmente inferior. Por ende, la dolarización trae aparejada el congelamiento de precios y de salarios al momento de tomar la medida.

Pero no implica la eliminación de la inflación. La economía se “resetea” con salarios congelados que comprarán menos bienes y servicios que antes de la devaluación, en un contexto donde los precios tendrán margen para subir ya que Estados Unidos también tiene inflación (aunque mucho menor que la de Argentina) y porque al subir los precios de productos estadounidenses o de otras naciones que Argentina importa, aumentarían en nuestro país.

 

(*) Economista (UBA). Maestranda en Economía Política (Flacso) / @noelia_abbate

(**) Economista UBA-UNdAv / @Pablo_Ferrari77

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