Coronados de gloria vivamos
Derecho económico
Luego de las creaciones exportables del infinito ingenio argentino como los de la birome, el sifón de soda, el colectivo, la identificación por huellas digitales, el by pass y muchas otras más mundanas como los cánticos futboleros, se nos presenta una nueva oportunidad en medio de la pandemia. La crisis sanitaria global debe ser analizada desde múltiples abordajes, entre los que destaco: la modernidad líquida y nómade y las fronteras porosas de Zygmunt Bauman; la evolución, la era de la agricultura, los mitos del orden imaginado y las carencias de las primeras ciudades de Yuval Harari. Y las reflexiones de Jared Diamond sobre las herramientas colonizadoras por excelencia: armas y gérmenes.
El ensayo mundial de restricciones circulatorias se parece mucho a un simulacro para contener una guerra bacteriológica. Y, también, argentos no confesos, los gobiernos centrales aplican cierres y suspensiones de concentraciones públicas, inevitablemente visibles, como nuestro glorioso invento conurbano: el asfalto electoral.
En mi gloriosa secundaria Católica, sin ESI - ni de cerca- , la asignatura que hubiese contenido esta esquizofrénica e hipocondríaca actualidad que nos aflige, sería la antigua Higiene y Puericultura. Ahí, hasta el cansancio, nos adoctrinaron sobre el aislamiento como receta principal para no contagiar venéreas ni transitar por embarazos no deseados (sin SIDA a la vista, no hacía falta todavía invocar el Apocalipsis para evitar el sexo). Y no tocarse, no abrazarse, no besarse ni hablar muy de cerca e íntimamente con nadie para que no te salpiquen las microgotas de Flügge. Se verá que nada nuevo es lo que retransmiten en cadena no oficial y permanente los medios de comunicación. La agenda viral doméstica permite olvidarse de la inflación, las carnales relaciones con el FMI, la reforma judicial, el gatopardismo previsional, etc. Y en el marco internacional, los derrumbes financieros y sus efectos en la economía real flotan como un iceberg. Las estadísticas de la ONU y los censos nacionales de los próximos años dirán cuántos niños con desnutrición infantil y sin servicios esenciales pagaron las cuentas del primer paro universal.
La devaluación social y moral de la Iglesia, ya analizada entre los siglos XV y XVI por Erasmo de Rotterdam, no condena la impecable lógica de Benedicto XVI en la encíclica Caritas in Veritate, fuente e inspiración luthierana de la livianita Laudato Si. Fenómenos globales como la pandemia del Covid-19 y el tsunami económico que arrastra necesitan de una gobernanza mundial. Los reticentes datos estadísticos sobre las víctimas fatales del coronavirus ocultan la realidad de la población fuera de riesgo. Sospecho, estamos ante una paranoia general de la dirigencia mundial y de la OMS en particular. Cuando Torre Nilsson llevó al cine a Bioy Casares, la gripe y los resfríos se curaban con vapor y siete días de cama.
Nuestro sistema público (estatal) y solidario (sindical) de salud no impulsa a la mezquindad de la evaluación económica individual de los sistema mayoritariamente privados ( salvo en USA en el periodo del Obama Care) y carísimos del mundo desarrollado, que condenó a muerte a miles de italianos que demoraron la concurrencia al médico. Allá, la salud es un negocio multimillonario y por ello un servicio de difícil acceso. Los tribunales europeos deberán resetear sus agendas en los temas de derechos humanos. Acá también es un gran negocio, pero con una mayoría de administradores políticos y gremiales que deben refrendar periódicamente sus gestiones en las urnas, la confianza puede más que las vacunas tardías. Las sospechas de corrupción mutan inmediatamente por la seguridad que nos da un sistema de salud con mayoría de electores públicos y sindicales que velan por sus mandantes.
Todavía quedan joyas de la abuela, esta vez hay que pensar en ponerlas en valor, no vamos a venderlas como ya lo hizo el peronismo en los noventa. La educación universitaria de Ciencias de la Salud (médicos, enfermeros y obstetras, bioquímicos, etc.) conforman uno de los mas poderosos ejércitos (en ese ramo) del mundo. Ventajas comparativas de una sociedad con movilidad ascendente que debemos recuperar. Y que puede ser un ejemplo del capitalismo no caníbal que luce en nuestra Constitución. Una rara ocasión para lucir nuestro democrático sistema universitario y repensar el turismo sanitario como un sector fuerte de la economía. La solidaridad latinoamericana de nuestros hospitales públicos debe alinearse en ese objetivo.
Al fin y al cabo, si la falta de proteínas deriva en sopas extrañas y el desastre económico que genera la pandemia condenará a miles de niños desnutridos , la decisión será -como dicen los economistas un costo de oportunidad, en los que se está pensando más en los patrimonios que en las generaciones venideras. Por eso deberán decidir los más jóvenes. Menos preocupados por sus bienes materiales y dueños del futuro. Ya sabemos que los menores y en especial los menores excluidos del sistema, no tienen voz ni voto. Casi lo mismo que los por nacer.