PANORAMA SEMANAL

Frenazos y aceleradas en la loca carrera de precios y candidaturas

abercovich

No fue magia. El 7,8% de inflación que midió el INDEC para mayo, inferior al 8,4% de abril, lo fue por dos factores: el virtual congelamiento del dólar en los mercados paralelos y el retroceso estacional de los alimentos, especialmente notorio en las frutas y verduras que venían volando y experimentaron bajas de hasta el 25% en el mes. Tanto literal como metafóricamente, con los datos sobre la mesa, Sergio Massa debería agradecerle a la lechuga por haberle regalado una vida más en el vertiginoso juego de la transición.

 

 

 

Nadie canchereó demasiado porque, si bien hubo una desaceleración, la suba interanual del costo de vida sigue siendo récord en 30 años. Para encontrar una marca mayor que el 114,2% hay que remontarse a la hiperinflación previa a la convertibilidad. Un nivel con el cual resulta imposible convivir, tal como analizó esta semana en una extensa entrevista con un grupo de alumnos del Nacional Buenos Aires un Alberto Fernández que todavía duerme en la Quinta de Olivos aunque no se sienta responsable.

Esa alienación de los funcionarios respecto de sus propias políticas no es patrimonio exclusivo del Presidente. Tal como hizo notar con picardía Aníbal Fernández, el insólito comunicado del PJ Bonaerense contra quienes impulsan la candidatura de Daniel Scioli -entre ellos, él mismo- les reclamó "la misma dedicación y esfuerzo" para la rosca por las candidaturas que para "recuperar el poder adquisitivo de ciudadanos y ciudadanas". El problema es que quien debería custodiar ese poder de compra popular es el ministro de Economía, alineado en la interna con quien redactó el comunicado, Máximo Kirchner.

Hasta el lunes 12 de junio, según el scrapping de datos de la web que hacen los técnicos del Banco Central, la inflación seguía con el pie en el freno. A esa fecha, antes del respingo que pegaron los dólares financieros esta semana, el IPC arrojaba un incremento del 6,8% en los 30 días previos. Al rescate de la lechuga, el limón y la naranja (que bajaron en mayo) se sumó la carne, que trepó menos de la mitad que el promedio.

La variable clave, sin embargo, sigue siendo el valor de la divisa. Y concretamente los tipos de cambio paralelos financieros, en cuyo congelamiento el Gobierno ya lleva invertidos unos U$S 2.000 entre abril y mayo. "Cuando se ve estable la brecha se calman las expectativas. Hay márgenes de ganancia monstruosos porque todos se quieren cubrir de una eventual devaluación que podría licuar el capital de trabajo", admitió ante BAE Negocios uno de los hombres clave del equipo económico. Coincidió el director de una multinacional del sector alimentario, que bajo el mismo paraguas de anonimato confesó que las últimas subas vienen "intoxicadas de incertidumbre".

 

Zigzagueos

El secretario de Comercio, Matías Tombolini, batió todos los récords. Desde Augusto Costa, cada vez que alguien asumió al frente de esa repartición procuró renovar los términos del acuerdo de precios que heredaba de su antecesor o antecesora. La novedad de Tombolini es que ya revisó dos veces los parámetros que él mismo fijó. Primero el aumento mensual máximo permitido para quienes adhirieran a Precios Justos iba a ser del 4%, después del 3,2% y finalmente del 5%. Ahora, resignado, negocia caso por caso.

Ese micromanagement inflacionario llegó al extremo de que Comercio les pide a las principales compañías del consumo masivo que espacien sus aumentos "fuera del acuerdo" a lo largo del mes. A una usina láctea, por caso, le imploró que aplique la suba del 5% que planeaba para junio recién el 15, para que no impactara de lleno en la medición oficial. Le hicieron caso a regañadientes, porque la leche cruda en el tambo sube a un ritmo parejo del 10% mensual. Detrás están la sequía, que encareció el alimento para los animales, y la demanda sostenida de las fábricas de leche en polvo para exportación.

Los Precios Justos, aún en ese marco de discrecionalidad y dudosa capacidad de control, también colaboran con el objetivo de Massa de enfriar la papa caliente. Si un supermercado de cadena cumple con lo pactado y sus proveedores también, la canasta familiar en sus góndolas ya cuesta un 30% menos que en las de un autoservicio chino donde no rijan sus valores. Eso llevó a que en los últimos meses cerraran decenas de "chinos" en el AMBA y a que la facturación de las cadenas vuelva a superar a la de los negocios de cercanía. Según los últimos datos de la consultora Scentia, los clientes gastaron un 40% de su plata en el llamado canal moderno, un 21% en almacenes, un 34% en minimercados y un 5% en supermercados mayoristas que también venden al menudeo.

Es la razón por la que el dueño de La Anónima, Federico Braun, sonreía el miércoles junto a Luis Perez Companc, heredero del imperio Molinos, mientras escuchaban juntos a Patricia Bullrich en el segundo encuentro del año de la Asociación Empresaria Argentina (AEA). La inflación no castiga por igual a toda la sociedad y los "márgenes monstruosos" de los que hablaba el funcionario mantienen sus balances bien lejos de los números rojos. El repertorio que desplegó Bullrich, además, fue música para los oídos de los magnates: "Creemos en un capitalismo de reglas, en la seguridad jurídica y en que la actividad privada tiene que ser mucho más importante que la pública", dijo. Y agregó: "Necesitamos un país que defienda lo privado".

Massa no lo dice pero, silenciosamente, lo hace. Según informó ayer la Oficina de Presupuesto del Congreso, mayo fue el undécimo mes consecutivo en que se achica el Estado en términos reales. En los primeros cinco meses del año, el déficit financiero fue 10% menor que el de igual período de 2022 y el primario -que no incluye el pago de intereses- se redujo 27,7%. La recaudación cayó un 6,7% en términos reales y los gastos 7,5%. Lo único que creció más que la inflación fueron las partidas para pagar deuda.

 

 

Quinta a Fondo

 

Con el Fondo Monetario, tal como se informó en esta columna la semana pasada, las conversaciones están virtualmente suspendidas. Se espaciaron las reuniones por Zoom y aunque los objetivos del programa firmado por Martín Guzmán no se cumplen, nadie en Washington se apura por retar a nadie en Buenos Aires. Con timidez, los burócratas bajo las órdenes del venezolano Luis Cubeddu reclaman que el dólar oficial no se quede atrás de los precios. Algunos días les hacen caso.

El propio Massa iba a volar a Washington el lunes pasado pero no lo hizo. Este jueves circularon versiones de que el lunes feriado, después del Día del Padre, viajarían Marco Lavagna, Gabriel Rubinstein y Lisandro Cleri. Pero los propios funcionarios lo ponían en duda y tampoco tenían los pasajes emitidos.

Los vencimientos del préstamo Standby que tomó Mauricio Macri están ahí, a la vuelta de la esquina, y suman U$S 2.700 millones entre el miércoles 21 y el jueves 22. El Banco Central no tiene los dólares para cubrirlos. El Fondo podría aguardar hasta el último día del mes -cobrando intereses- pero no da pistas de qué quiere hacer para evitar un default de consecuencias políticas imprevisibles. Menos todavía quiere hablar del día después de las PASO, un mojón especialmente sensible e incierto para la transición.

Nadie quiere precipitarse antes del 24 de junio a la noche. En definitiva, a Massa le falta un dato clave para anudar la negociación: los nombres que irán al tope de las boletas. Máxime cuando el suyo está entre los finalistas.

Kristalina Georgieva tampoco tiene apuro. De poco le sirve el compromiso de un ministro que puede dejar de serlo a las pocas horas. Sea porque renuncie para ser el mismo candidato a Presidente o porque vaya a subirse a la campaña que puedan encarnar Axel Kicillof o Wado de Pedro, precisamente con el FMI como némesis.

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