La Argentina, sí o no
No todo es válido. La política pública debe tener como prioridad el mejorar la calidad de vida de los argentinos y las argentinas a través del estímulo a la producción y el empleo
Realicemos una revisión rápida acerca de las posibles perspectivas para nuestro país, según la orientación económica de los contendientes en el balotaje. Abordaremos este análisis en términos de medidas e ideas, dejando las conclusiones a cada uno de los lectores.
La problemática inflacionaria en Argentina parece persistente. No obstante, es esencial distinguir entre la postura que sostiene que la inflación es únicamente de origen monetario y la perspectiva que la considera estructural, vinculada a los precios y cantidades de dólares disponibles. En la actualidad, la inflación se dispara debido a la sequía, que afectó la capacidad del país para disponer de dólares y mantener una actividad económica elevada, que ya es similar a la observada a principios de 2018.
Ante este diagnóstico, no sería errado afirmar que, con un año sin sequías y estrategias para que los exportadores liquiden, la inflación podría reducirse significativamente. La efectividad de estas medidas dependerá en gran medida del gobierno a partir de diciembre. Que no haya dudas, dolarizar sería la decisión económica más trágica del Siglo XXI para la Argentina.
Es fundamental que la inflación no monopolice el debate sobre el desarrollo, el crecimiento, la deuda externa, el empleo de calidad, la informalidad laboral, el papel de la política económica en la calidad de vida de los trabajadores, el equilibrio fiscal y externo, y la promoción de sectores estratégicos para mejorar el saldo exportador, son todos temas que deben evaluarse con el propósito de atender una mayor igualdad social futura y la reducción de la pobreza.
Entonces, ¿cuál sería la solución? Un enfoque integral para abordar la inestabilidad argentina parece ser la única alternativa de largo plazo que pueda combatir la fuerte nominalidad de los precios junto con mejoras en la calidad de vida de la población. La clave no radica en soluciones rápidas para la inflación, sino en potenciar el poder adquisitivo de los ingresos.
Las perspectivas para el futuro están vinculadas al proyecto de gobierno. Si se asume que la libertad está directamente ligada a la baja inflación, una solución como la dolarización podría resultar catastrófica, afectando a sectores industriales y economías regionales vinculadas al mercado interno. Por lo tanto, es esencial abordar este tema mediante el impulso de exportaciones con valor agregado, equilibrando con las exportaciones agropecuarias, mejorando la infraestructura para facilitar las exportaciones de hidrocarburos y minería en consonancia con las normas de cuidado del medio ambiente. La inversión estratégica en obra pública, la promoción de la innovación mediante la inversión pública, y la atención a la educación y la salud pública son aspectos imprescindibles para construir ese futuro.
En la Argentina, no todo es válido. La política pública debe estar orientada a mejorar la calidad de vida de los argentinos y las argentinas a través del estímulo a la producción y el empleo sustentables en el tiempo.
(*) Docente UBA, Flacso, miembro de Fundus.ar