Titular de Udocba

La muerte del docente Miguel Angel Díaz

Fundador de esa unión que tutela a trabajadores de la enseñanza bonaerense, abrazado al sector más compacto del moyanismo, libró sus últimas pulseadas desde la pertenencia al peronismo y por ende con al Frente de Todos con una mixtura de enojos por las secuencias paritarias y las medidas respecto a la pandemia.

Luis Autalan

El viernes falleció el secretario general de la Unión Docentes de Buenos Aires (Udocba) Miguel Angel Díaz. Como suele decirse en ejercicio prudente, víctima de una prolongada enfermedad.

Fundador de esa unión que tutela a trabajadores de la enseñanza bonaerense, abrazado al sector más compacto del moyanismo, libró sus últimas pulseadas desde la pertenencia al peronismo, al sector sindical ligado a los Moyano y por ende con al Frente de Todos con  mixtura de enojos por las secuencias paritarias y las medidas respecto a la pandemia.

De todos los sueños sindicales, a confesión suya, le quedaba uno, ver a Pablo Moyano al comando de la CGT. Allá por 2016, antes de la asunción del triunvirato que integraron Héctor Daer, Carlos Acuña y Juan Schmid, Díaz activó el operativo clamor, incluso habló con Hugo Moyano sobre aquella alternativa y recibió una respuesta con palabras que luego el líder de los Camioneros hizo públicas “todavía no es tiempo”.

El jefe de Udocba acató sin adherir, verticalista al fin.

  Refugio en la pintura

 

Docente especializado en dibujo, nos dejó la invitación de una charla en su atelier: “mi lugar de refugio”. Imperfecto y temperamental nos destacó en coincidencias y discusiones políticas por una razón de identidad futbolística, el sentimiento compartido por el Racing Club de Avellaneda.

Cuando el viernes con el colega y amigo Jorge Duarte confirmábamos su muerte, cambiamos algunas figuritas sobre anécdotas y pareceres del docente.

Díaz, anfitrión de asambleas con almuerzos de menú popular en la sede gremial de Barracas; apasionado por la lectura entre líneas hasta de los epígrafes; de buen paladar para la rosca política, dejaba algunas acuarelas sobre sindicalismo, medios y opinión.

Algunas para el realce, no por método o contenido sino por sensibilidad.

Más allá que discutía a voz en cuello, y sin quitar el pié del acelerador, si otro opinante lo desafiaba o el entrevistador de turno le asestaba alguna acción que él consideraba sin lealtad, se quedaba con ese intercambio por días y años. Y lo repasaba rumiante una y otra vez.

Sobre cuestiones de egos, lugares en la fotos y protagonismos solía considerar que “esto es la vida misma, hay dirigentes grandes en gremios chicos y otros a los que su organización les queda enorme. La cuestión es no discutir desde ese punto y menos públicamente”, nos dijo alguna vez.

Entre otros apuntes de la memoria sin palabras claves, fluye tal recuerdo.

 

Imperfectos al fin

 

Hay un aconsejable principio del periodismo anterior incluso a redes e Internet: no subir a olimpos intocables a los que mueren.

Léase, respetar imperfecciones propias y las del fallecido.

De allí que en el cierre de esta columna entonces compartimos un texto que escribieron sus compañeros y compañeras de Udocba en la despedida: “A un hombre que ha brindado toda su capacidad, energía y compromiso al movimiento obrero, en cuya historia deja sin dudas profunda huella”.

 

Esta nota habla de: