Un año de Milei: control del escenario político y de la agenda, sin atenuantes
Su poder no excedió la voluntad del "triángulo de hierro" que conforma junto a su hermana Karina y al asesor Santiago Caputo. Y con el veto a mano, como si se tratase de un látigo, Milei dominó el juego.
Tanto en materia económica como en el escenario político, Javier Milei cierra su primer año de gestión dominando el terreno a voluntad. Prácticamente sin hacer concesiones, y a pesar de encabezar una tropa que hizo gala de su inexperiencia y mostró sus fragilidades hasta llegar a varias fracturas, la agenda del debate es manejada, sin atenuantes, por el oficialismo.
Solamente la marcha en defensa de la universidad pública realizada en abril logró frenar en seco su prepotencia. Un espejismo que lo obligó a recalcular frente a una porción importante de la clase media entre la que se adivinaron, incluso, votantes propios. Salvo ese mal trago momentáneo, el pedal del freno estuvo de adorno y el volante no requirió correcciones.
Lo logró con poco. Uso a Guillermo Francos como negociador en aquellos casos en los que entendió que valía la pena negociar. Básicamente para aprobar la Ley Bases.
Después, su poder no excedió la voluntad del "triángulo de hierro" que conforma junto a su hermana Karina y con su oráculo terrenal, el asesor Santiago Caputo. Y con el veto a mano, como si se tratase de un látigo, Milei dominó el juego.
Es que la magnitud del cambio expresado por la sociedad un año atrás dejó súbitamente sin poder a sus antagonistas, quienes aun aguardan que aparezca alguna fisura para enfrentarlo.
También a los que pretendían colonizarlo, y ahora parecen destinados a ser fagocitados, e incluso a aquellos que pretendieron mostrar ecuanimidad para negociar. Todos quedaron atrapados en su lógica absoluta. En esa nebulosa indescifrable del humor social está la respuesta. Y es tan inestable como poderosa.