Lenta comercialización de la soja nueva 2018-2019

Dirección de Informaciones y Estudios Económicos, BCR

Aunque resta un largo trecho para tener definiciones precisas de la campaña de soja 2018/19, se puede decir que están prácticamente terminadas las labores de siembra de la oleaginosa a nivel nacional. Los registros de precipitaciones de los últimos tres meses, poniendo especial énfasis en el inédito registro de lo que va de enero -por volumen, cobertura y frecuencia- no están dando la posibilidad de concretar la siembra o resiembra y, más aún, han quitado la posibilidad de que unas 300 mil ha puedan efectivamente cosecharse. Habrá que evaluar todavía cómo evoluciona el clima, pero, por el momento, no se modifica la proyección de 50 millones de toneladas de soja de GEA hasta que se logre ver qué grado de compromiso existe a nivel de superficie sembrada.

Mientras tanto, el nivel de actividad en el mercado de soja se mantiene muy tranquilo, con una oferta de producción 2017/2018 disminuida por la sequía y una demanda industrial retraída. En el Mercado Físico de Granos de la Bolsa de Comercio de Rosario, el valor de referencia fijado por la Cámara Arbitral de Cereales de Rosario para la soja con entrega inmediata estaba en $8.920 al 15 de enero, reflejando un retroceso en esta semana a niveles cercanos a los que se vieron en los días de Navidad.

También está muy lenta la negociación por soja nueva; más aún, la comercialización está retrasada respecto de indicadores históricos. Cuando se hace una comparación con el año pasado, se estima que tiene una demora de un 35% aproximadamente, pudiendo estar comprado unos 5,5 millones de toneladas de soja nueva, o algo menos del 10% de la producción proyectada. Las causas de esta comercialización retrasada de la nueva cosecha de soja se originan tanto por el lado de la oferta como de la demanda.

En primer lugar, los productores no encuentran la motivación para vender a los precios actuales, que rondan los US$ 240/t. A la hora de tomar la decisión de siembra los valores se ubicaban entre 10 y 20 dólares por encima del nivel de precios presente, lo que hace que la rentabilidad de la empresa agrícola se vea ajustada. En segundo lugar, está la incertidumbre respecto de la situación climática, teniendo fresca en la memoria los efectos de la sequía, que golpeó duro los rendimientos, y de los excesos de agua en época de cosecha, que influyó mucho sobre la calidad del grano. En este escenario el productor elige la cautela, esperando conocer los rendimientos de sus lotes y esperando una recuperación en los precios que le permita cerrar un resultado satisfactorio.

Por el lado de los compradores el panorama tampoco es alentador. La industria dedicada a la molienda de soja se vio perjudicada, primero, por la disputa comercial entre China y EE.UU., y, segundo, por el nuevo esquema de derechos de exportación, que significó la eliminación del escalonamiento arancelario. El primero de los factores influyó para que los precios de exportación de la soja argentina aumentaran relativamente más que los FOB de los productos derivados de la molienda de la oleaginosa. Los precios vigentes no arrojan márgenes positivos para la industria exportadora del complejo soja, por lo que las fábricas no tienen interés en acelerar sus compras. A inicios de enero, el FAS teórico de la industria para la cosecha nueva estaban cerca de los US$ 235/t, mientras que la posición de futuros Mayo2019 en MATba estaba en derredor de US$ 245/t. Es este sector industrial exportador el que más retrajo las compras de soja nueva respecto de lo que podía verse el año pasado a la misma fecha. Por el lado de la demanda para la exportación del grano tal cual, sector que hasta el momento acaparó la mayor parte de las compras anticipadas, las expectativas están puestas en colocar un volumen récord de exportaciones en el ciclo 2018/19. Sin embargo, con el aumento del precio FOB argentino ha ido perdiendo competitividad en el mercado internacional en la última semana. Es por ello que no se esperan mayores cambios en el mercado de soja nueva, donde no aparecen los incentivos para la reactivación inmediata.

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