El pago de gastos fijos con tarjeta de crédito, la deuda externa de los trabajadores
En modo vinculante a la pérdida de poder adquisitivo, algunos expertos en economía analizan un fenómeno donde los trabajadores y trabajadoras pasaron de financiar la compra de electrodomésticos a solventar alimentos y remedios. Un capítulo que en los barrios pobres tiene severos ribetes de crisis
Antes de que los comercios y farmacias exhibieron el cartel “sonría, lo estamos filmando”, hubo otras alertas a la clientela. “Hoy no se fía, mañana sí” era una picaresca leyenda de esos locales en los 60, 70 y 80. Vale aclarar para las nuevas generaciones que comprar “fiado” implicaba no pagar en el momento, accediendo a un crédito que el vendedor otorgaba de palabra y buena fe. De aquellos tiempos a este 2024 el “fiado formal” es uno de los motores de la economía, a punto tal que existen 13.444.366 tarjetas de crédito de acuerdo registros del Banco Central en marzo. La población bancarizada llegó al 91% durante la pandemia, una suba potenciada en emergencia.
Es amplia la franja de trabajadores y trabajadoras que financian sus gastos fijos a través del “plástico”, y el fenómeno va en aumento desde que comenzó la gestión Milei. No hace tanto tiempo el pago en cuotas se reservaba para la adquisición de electrodomésticos u otros materiales o servicios para los hogares. El rótulo “gastos fijos” abarca a electricidad, alimentación, transporte, telefonía, medicamentos, artículos de limpieza y agua, entre otros.
El investigador Juan Pablo Costa del Foro Economía y Trabajo (FeyT) lo certifica en base a datos oficiales. "Hay un incremento del endeudamiento de las familias. Un punto notable es que un 35% de la deuda total se originó durante 2024”. La dinámica incluso va más allá del circuito bancario, comprende los préstamos usureros en los barrios populares, lo cual verifica urgencias como lo señalan las organizaciones sociales.
Costa le subrayó a BAE Negocios que el crecimiento de la deuda familiar, capítulo tarjetas de crédito, alcanza el 26% seguido con un 10% vinculado a sectores más informales de la economía. “Esto nos lleva al próximo punto de análisis, los elevados niveles de deuda tienen que ver con la retracción de la actividad económica y la caída de los ingresos. Si uno toma la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) aprecia que el decil 10, el más rico, cae en sus ingresos un 17% interanual. Sin embargo en el decil 1, el segmento más pobre, la caída llega al 31%. Tal derrumbe hace al incremento del endeudamiento sobre todo en los sectores de bajos ingresos". Eduardo Berrozpe, el coordinador del FeyT, grupo que publicó un documento titulado “La economía del desastre” sumó su parecer en cuanto a que “la situación es más grave para las madres de familia, o en los hogares monoparentales”. A consideración del sindicalista de la Asociación Bancaria (AB) “en ambos casos el endeudamiento es en general mayor. No sólo por los gastos destinados a la alimentación sino también para pagar el alquiler o medicamentos como en el caso de los jubilados y pensionados”.
“Deuda que no se termina de pagar”Coincidiendo en la gravedad del diagnóstico del FeyT sobre las deudas familiares por gastos fijos Alejandro “Topo” Rodríguez, director del Instituto Consenso Federal, aseveró que hay claves para tal alternativa y brindó un ejemplo. “Los alquileres se pagan por adelantado y los salarios se cobran a mes vencido. El valor del trabajo financia al del uso de la propiedad”. A consideración del politólogo y docente universitario el trabajador es quien primero entrega fuerza de trabajo, creatividad, inteligencia o compromiso, “para recibir más tarde una compensación parcial; y hay alguien que se queda con el resto”.
En ese plano dijo que ante una recesión constante, ajuste, licuación de salarios y jubilaciones “la asimetría se profundiza. El ingreso total del hogar no alcanza a cubrir el gasto total de la familia. Entonces el saldo se financia tomando un cupo prestable. Eso es una tarjeta crédito”, aseveró. Rodríguez estimó necesario tener en cuenta los porcentajes de financiación de compras “pagadas con plástico” y expresó “de esta forma los trabajadores permanecen atrapados en una nueva maraña de deudas y por las que trabajan sin terminar de cubrirlas jamás. En este marco extremo las compras en farmacias y supermercados se pagan en cuotas con tarjeta de crédito. Alimentos y remedios, hambre y salud, los consumos básicos indispensables para no morir”.
“Lo que este fenómeno deja en claro es que el deterioro en los ingresos tiene una brutalidad extrema”, le manifestó a este medio Juan Santarcángelo, doctor en Economía e investigador del Conicet. Con esa tónica refrendó que es evidente que “la economía Argentina no está en recesión sino en un virtual colapso” y agregó que “los números que ofrece hoy nuestro país se corresponden a naciones en situación de pandemia o conflictos bélicos”.
Enumeró al respecto la caída en los despachos de cemento, la merma en la producción de automóviles y otros vehículos, como la baja en el patentamiento de las maquinarias agrícolas. “Todas ellas superando el 30% y la referida a los automotores alcanzando los 40 puntos. Podemos sumar las caídas de las ventas en los supermercados, el consumo de carne y productos lácteos. Tenemos además la caída de los salarios, producto de la transferencia de ingresos”.
El conjunto que describió Santarcángelo incluyó las políticas de licuación para sueldos y jubilaciones que dispuso el Gobierno, más las subas en las tarifas de servicios públicos y prepagas. “Si consideramos los faltantes de recursos para los trabajadores, que se incremente la financiación de gastos fijos mediante tarjetas de crédito no llama la atención. De cada diez personas que utilizan el plástico para sus compras, nueve lo hacen para adquirir alimentos, es decir para acceder a lo básico”.
Tarjeta Alimentar y AUH como garantíasPor su parte el economista Diego Mora, integrante de la asociación civil La Garganta Poderosa, remarcó el incremento de los “préstamos usureros” para cubrir gastos básicos en los barrios populares según lo explicó en el programa La ley de la selva (C5N). Mora apuntó que hay organizaciones específicas para otorgar los empréstitos a familias que están en la zona crítica que ilustran los indicadores de pobreza e indigencia. "El ingreso promedio en un barrio popular es de $185.000. Es decir, un 20% menos que el Salario Mínimo" señaló el también referente del Observatorio Villero La Poderosa, para acotar "sólo una de cada diez personas de los barrios populares acceden a una tarjeta de crédito".
El joven economista de la Villa 21/24 del barrio de Barracas es graduado en la UBA y afirmó que “los prestamistas visitan las villas de manera semanal o quincenal, muchos se quedan con la Tarjeta Alimentar o el AUH de los vecinos como forma de garantía".
Evitar el pago mínimoLa jefa de economistas de la consultora Epyca, Florencia Fiorentin, consideró que la tarjeta de crédito es el mecanismo de financiamiento más barato y accesible, siempre y cuando los usuarios y usuarias abonen la liquidación total y no el denominado “pago mínimo”. A la hora de ponderar el incremento de la financiación de gastos fijos hizo foco en “la evolución de transacciones con crédito en supermercados y estaciones de servicio”.
La especialista apeló a la comparación de abril, mayo y junio pasados con el mismo período de 2023 “que fue un trimestre de aceleración del consumo por la inflación en términos de circulación del dinero” y agregó que se gastaba lo máximo posible en el menor lapso de tiempo “para adelantarse a los valores futuros más caros”, por el incremento sostenido de los precios.
“En comparación, las expectativas ahora son menos negativas sobre la inflación y predominan otras preocupaciones, como los ingresos o el trabajo. La masa salarial en términos reales es más baja”. Al tomar como referencia a los supermercados Fiorentin dijo que se aprecian compran más pequeñas y por menores montos “con el objetivo de racionalizar y controlar mejor el consumo”. Para la economista en 2023 se compraba lo máximo posible en una sola compra “llenar el changuito y el tanque de combustible. Ahora con la merma de inflación e ingresos muy bajos en términos reales, tiene más sentido ir comprando de a poco, de allí que haya más transacciones”.