El cine hecho con la realidad como parte de las sorpresas de un Mar del Plata envuelto en niebla

Dos documentales y algunas ideas sueltas en los primeros días del festival

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Empecemos por lo menos importante: Mar del Plata parece una ciudad fantasma. O bien el escenario de La Niebla, el clásico de John Carpenter: solo falta que del mar surjan piratas fantasmas a decapitar pecadores. Bueno, no, eso no pasará, pero realmente el clima, la niebla absoluta que el lunes no permitía ver a más de cien metros y el frío obligan a postergar el paseo por la Feliz. Por cierto, en términos cinematográficos esto es perfecto: los cines en estos primeros días del Festival han tenido muy buena concurrencia y se espera que siga así.

El autor de esta nota habló ayer de la apertura y de los primeros ejemplos de la Competencia oficial. Sin embargo, quiere llamar la atención ahora sobre otras películas que rodean el núcleo competitivo y que, en suma, son las que la mayoría del público busca ver. Es cierto que abunda el documental, porque en el circuito de festivales, desde hace por lo menos dos décadas, es frecuente la presencia de un cine que crea a partir de lo real (lo que implica enfrentarse con el modelo dominante del mainstream) o aquel donde el artificio es tan evidente que también puede considerarse un documento. Dejemos de lado el segundo grupo y veamos el primero. Se vio la monumental (más de ocho horas de duración) Dead Souls, del chino Wang Bing, uno de los grandes documentalistas -cineastas a secas- actuales. Es la historia de los sobrevivientes de los campos de reeducación ideológica que el maoísmo puso en pie de 1957 en adelante. Esos veinte testimonios son tremendos, pero también es tremenda la descripción de un método casi científico para torcer la voluntad, para generar el "alma muerta" que menciona el título. La revisitación de esos lugares hoy es desoladora. Podríamos usar el término "aleccionador" en este caso, porque se desprende una lección extracinematográfica. Pero lo más importante es el rol del cine como medio de fijar y rescatar el lado oculto de la Historia. Dead Souls es uno de los grandes eventos de este Mar del Plata.

Otro es mucho más amable. Un documental llamado John McEnroe-el imperio de la perfección, del francés Julien Faraut. Es una historia curiosa: el cineasta Gil de Kermadec tenía el proyecto de filmar en Roland Garros, fuera de los sets, a los participantes "haciendo" los gestos del juego como medio de aprendizaje. No funcionaba. Pasó entonces a filmar a los jugadores en el verdadero juego. En 1985, filmó a John McEnroe. Pues bien, el filme es un análisis físico, psicoanalítico, cinematográfico del juego del cascarrabias del polvo de ladrillo, pero es muchísimo más que eso: es una pregunta por el "qué" del cine. Una historia de rivalidad entre McEnroe y la cámara, y un muestrario de jugadas únicas, perfectas. El cine también tiene estos ovnis, obras maestras escondidas que solo aparecen en los festivales.

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