El fino arte de la ironía en medio de la acción desaforada, gracias a Shane Black
Crítica de El Depredador
El Depredador es un gran personaje, aunque todos sabemos que no demasiado articulado. Representa lo pequeños que somos frente al cosmos y lo desconocido, y también es el obstáculo a superar por el espíritu humano. Se han hecho muchas películas con este tipo, con muchas fallas también (algunas merecen el piadoso olvido). Para el guionista Shane Black, dueño de una habilidad notable para la ironía, el humor negro y la combinación de buen humor, ternura y sadismo, es la oportunidad de, nuevamente, poner en cuestión los lugares comunes del cine de acción y aventuras. Parodiarlos sin que se note, para decirlo de otro modo. Aquí el cazador intergaláctico vuelve con más fuerza que nunca, nadie le da bolilla a un científico y los militares siempre hacen lo incorrecto, aunque un pibe tiene -siempre hay un pibe en las películas de Shane Black- la perspectiva justa para terminar con el problema. Pura diversión.
Título original: The Predator, EE.UU., 2018. Duración: 109’. Dirección: Shane Black. Intérpretes: Olivia Munn, Jacob Tremblay, Keegan Michael-Kay, Hal Holbrook, Thomas Jane, Alfie Allen, Edward James Olmos. Apta para mayores de 13 años.