En la mitad del festival de Cannes, ya empiezan a despuntar las favoritas
Fernando E. Juan Lima @fejlima (desde Cannes)
Todos los años se repite la dinámica de lo que la prensa piensa de la programación del Festival de Cannes y los posibles premios. Ya pasamos la mitad de esta edición, y este es el momento en el que la cantinela “estamos esperando la obra maestra” o “este año no es tan bueno”, muta por una tendencia a revalorizar películas que no tuvieron un impacto tan inmediato. Después de todo, tiene su lógica.
En el contexto de un festival (en el contexto de este festival, especialmente), uno comienza con la vara altísima a acercarse a las películas. Es allí donde la decepción se hace fuerte y se subestiman obras porque se parte de ese “ideal” (en principio, casi siempre inalcanzable). Si uno tomara como parámetro lo que semana a semana se estrena comercialmente en su país (ni hablar en Argentina, con la diversidad cada vez más menguada), no sería para nada exagerado afirmar que prácticamente todo lo que por aquí se programa está muy por encima de la media de lo que usualmente sufrimos cada jueves.
Si miramos la grilla con puntajes que publica cotidianamente la revista especializada Screen International (con el promedio de los votos de 12 conocidos críticos de distintos orígenes), en punta ha largado Two prosecutors, de Sergei Loznitsa, seguida por la alemana Sound of falling. A ambas hicimos referencia en una nota anterior, cuando comenzaba el festival (aclarando que, a nuestro entender, el orden era inverso).
Una película que ha dividido las aguas (se la ama, o se la odia, pareciera) es Sirat, del gallego Oliver Laxe (ganadora del premio a la mejor película en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, con Lo que arde, en 2019). Un viaje alucinado, un trance en el que la música y las locaciones (el desierto del norte de África, en donde se llevan adelante raves clandestinas) son protagonistas. Ese es el marco en el cual un padre y su hijo menor buscan a la hermana poco más que adolescente con la que han perdido contacto.
En ese viaje por el filo de la navaja (como se indica al inicio del film en referencia al significado del término sirat que es “camino”, pero también –para los musulmanes- el puente que conecta el infierno con el paraíso), los eventos desgraciados y sorpresivos se suceden como una pesadilla de la que no se puede despertar.
Case 137, Dominik Moll se acerca al tema de la violencia y los excesos policiales a través de la figura de una investigadora de asuntos internos. Lo más interesante de la película es el modo en el que se hace cargo de la “burocracia”, en el mejor de los sentidos. Esa idea tan francesa del “servicio público”, el tiempo dedicado a los detalles (los momentos en que la protagonista en su computadora redacta oficios y comunicaciones, que con ese lenguaje tan específico y particular escuchamos de su boca) lejos de lastrar la narración, ponen el acento en algo usualmente elidido.
El trailer de Eddington, de Ari Aster con Joaquín Phoenix
Es que, pese a todo, pese a las disfunciones, ocultamientos y dilaciones, peor es confiar en los arranques individuales y descontrolados. El sistema, con sus problemas, es peor que la falta de él pareciera comunicar el film (aun cuando no por eso deja de denunciar lo mucho que hay para mejorar. Película interesante, pequeña, sorprende su inclusión en la Competencia Oficial, tal como sucede con la también francesa The Little sister, de Hafsia Herzi, historia de crecimiento, de paso a la adultez de la adolescente Fatima. Deseo femenino y cultura musulmana no se llevan demasiado bien, tal como se encarga de resaltar la película (la música incidental destaca esto hasta el hartazgo). Lo mejor está en los detalles, en la vida familiar y su relación con amigos y amigas.
Una de las películas que más ruido ha hecho es Eddington, de Ari Aster (Midsommar: el terror no espera la noche y la insufrible Beau tiene miedo). Como en esta última Joaquin Phoenix (que se emocionó hasta las lágrimas cuando se lo ovacionó en la premier, si es que pudiéramos creer en su performance) es el centro de la narración, esta vez como un sheriff de la ciudad que da título a la película, que en plena pandemia decide lanzar su candidatura a alcalde en contra de su jefe.
Los efectos de la pandemia en la sociedad, la instalación de la mentira por parte de gobiernos, políticos populistas y pretendidos pastores, pero también la cantinela descerebrada de los pretendidos biempensantes, todos caen bajo el filo de una película excesiva y deforme. Con muy buenos momentos y sólido elenco (Pedro Pascal y Emma Stone son de la partida), las dos horas y media de este western/comedia satírica y sarcástica resultan un poco agotadores y extenuantes.