La jugada de Bad Bunny que generó un negocio millonario para su Puerto Rico natal

Con 30 shows en San Juan, Bad Bunny atrajo a más de 200 mil visitantes, inyectó USD 196 millones en la economía local y dejó afuera al mercado estadounidense.

BAE Negocios

En el Coliseo de Puerto Rico, frente a 18 mil personas, Bad Bunny cierra “La Mudanza” con un grito de pertenencia: “Yo soy de Puerto f—ing Rico”. No se trata de un agravio, sino de un intensificador que utiliza para remarcar con orgullo y fuerza su identidad. Esa declaración resume el espíritu de la residencia “No Me Quiero Ir de Aquí”, que concluirá el 14 de septiembre tras 30 funciones en San Juan. El artista eligió no presentarse en el territorio continental de EEUU y concentrar su poder de convocatoria en su tierra natal, antes de iniciar giras por América Latina y, en 2026, por Japón y Europa.

La decisión significó un gesto cultural y económico. Según Glorianna Yamín, vicepresidenta de marketing de Discover Puerto Rico, el impacto superará los USD 196 millones, con gastos en alojamiento, gastronomía, transporte, recuerdos y hasta clases de salsa. José Padín, gerente del hotel Fairmont El San Juan, confirmó que los fines de semana del ciclo su establecimiento se mantuvo completo y con tarifas más altas que en 2024.

El magnetismo del trapero movilizó fanáticos de todas partes, relató The Wall Street Journal en una crónica sobre los conciertos y su impacto económico. Jesús González, llegado desde Nueva York, contó que el show “se sintió como tres conciertos en uno: salsa, reggaetón y tambores tradicionales”. Banderas de Italia, Venezuela, Hawái y Colombia flamearon en las gradas. Para Nannette Mariela García Navas, diseñadora del afiche oficial, el fenómeno trascendió generaciones: “Mi tía abuela y mi abuelo cantaban sus temas en karaoke”.

Historias personales ilustran la magnitud del fenómeno. Gina Rovirosa viajó desde Nueva York en agosto: “Quería ver este disco en vivo y en Puerto Rico, porque es el más puertorriqueño que hizo”. Planeó seis días en la isla para “comer local, hospedarse en lugares chicos y honrar la cultura”. Diony Elías, también neoyorquino, calculó en USD 7.000 su gasto para el cumpleaños de su novia: “Soy fan, pero lo más importante es el impacto social que genera”.

La lista de asistentes incluye a Alexandria Ocasio-Cortez, LeBron James, Kylian Mbappé, Penélope Cruz, Javier Bardem y Jon Hamm, que se sumaron a las multitudes atraídas por un espectáculo que mezcla reggaetón, salsa, bomba y plena. “Debí Tirar Más Fotos”, su último álbum, estuvo cuatro semanas al tope del Billboard 200 y marcó el tono del ciclo, recuperando ritmos tradicionales que sedujeron incluso a oyentes mayores.

Alejandro Pabón, directivo de Move Concerts, explicó que el artista “dejó dinero sobre la mesa” al elegir el Coliseo en lugar de escenarios más lucrativos como Las Vegas. “No fue por ingresos, sino por lo que quería hacer”, señaló.

La residencia también fue leída en clave política. Algunos observadores la interpretan como una declaración frente a Estados Unidos, un gesto deliberado de distancia. El propio Bad Bunny, sin embargo, relativizó esa mirada en una entrevista reciente: aseguró que girar por el territorio continental le resultaba “innecesario”, ya que lo había hecho en 2022 y 2023.

El gesto confirma la trayectoria de un artista que rompió las barreras de la industria anglo. Bad Bunny ya demostró que se puede liderar las listas y llenar estadios con discos íntegramente en español. Su residencia en San Juan, además de orgullo, fue un mensaje político y económico: Puerto Rico al centro del mapa.

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