Las que se aman, se odian: Gala y Kiwi, el fenómeno indie que cautiva a los espectadores del Cine Gaumont
La película independiente lleva su quinta semana en la cartelera del Gaumont, y parece ir por más. Una historia sobre amistades tóxicas y capítulos inconclusos en la vida de las personas
“Recordar esa amistad que querías olvidar”, dice el póster de Gala y Kiwi que cuelga en la entrada del Cine Gaumont. Es una de las películas nacionales que más dio de qué hablar en la cartelera porteña estas últimas semanas, y como para no: la ópera prima de Axel Cheb Terrab inicia un viaje a los confines de una amistad femenina que se quedó congelada en el tiempo. Un film cargado de sensibilidad y teatralidad en una de las apuestas más interesantes del cine argentino de este año.
La cinematografía nacional de este último tiempo supo destacar por tres aristas: la memoria y los vestigios que dejaron la última dictadura cívico-militar, aquellos adolescentes que, entre victorias y tropiezos, encuentran su lugar en el mundo, y el cine de género. Películas como la nominada al Oscar Argentina, 1985, de Santiago Mitre, la tierna coming-of-age Alemania, de María Zanetti, y La virgen de la tosquera, la nueva apuesta de Laura Casabé que después de su exitoso paso por el BAFICI 2025 vislumbra un inminente estreno en salas.
Sin embargo, la amistad entre dos mujeres no logró explotar del todo en la pantalla grande. Teniendo en cuenta ese panorama, Gala y Kiwi presenta una historia incómoda y difícil de digerir. Dos amigas que se distanciaron después de terminar el secundario se reencuentran por una noche para ponerse al día con sus cosas. El tiempo pasó, ellas crecieron y su forma de ver el mundo también, aunque una herida que parece haber quedado cerrada amenaza con volver a abrirse.
Son dos mujeres que, al reencontrarse años más tarde en un departamento en la Capital Federal, sobresalen a simple vista por sus diferencias. Gala (Carmen Fillol) destaca por su pelo rubio, su sonrisa que podría iluminar cualquier habitación que pisa, su torpeza y su espontaneidad. Kiwi (Agustina Cabo), por otro lado, es una chica más tímida y sensible, con acciones mucho más calculadas que las que ejecuta su amiga. Si ella parece ser una caja llena de secretos, entonces Gala grita a los cuatro vientos todo lo que piensa.
La noche es larga, las botellas de vermú parecen ser interminables, y las risas no tardan en florecer. Gala y Kiwi saben que tienen mucho de qué hablar, pero también son conscientes del elefante en la habitación: ambas saben que el distanciamiento entre las dos cambió por completo la forma de relacionarse de ambas, aunque una de ellas no logra entender muy bien cómo es que llegaron a ese punto.
La historia se despliega como si fuera una obra de teatro. A través de vestuarios, lecturas de guión y coreografías espontáneas en el living del departamento, Gala y Kiwi no se privan del dramatismo. Es necesario tener charlas difíciles, llorar mares y recriminarle a la otra cosas del pasado para poder sanar. Pero también, ser lo suficientemente madura para afrontar la situación. Ambas son igual de víctimas que culpables en esta historia.
La ópera prima de Axel Cheb Terrab parece ser una suerte de hermana menor de El futuro que viene (2017), dirigida por Constanza Novick y protagonizada por Pilar Gamboa y Dolores Fonzi. Aquí, dos amigas de toda la vida también se ven envueltas en distancia, malentendidos y comportamientos tóxicos que abrirán los ojos de las dos protagonistas y decidirán si su amistad vale la pena abandonar o darle una chance más.
En ese sentido, Gala y Kiwi continúan el camino que trazó esta primera película y abordan un tema tabú como lo son las amistades tóxicas. ¿Pueden las amigas serlo para toda la vida? ¿Todo es perdonable con aquellos que nos conocen desde la infancia? ¿Por qué relacionarse sexoafectivamente parece ser más fácil que hacerlo amistosamente?, son algunas de las preguntas que se disparan en esta historia.
El film expone la complejidad de las relaciones humanas y, sin embargo, lo importantes que son. Esa contradicción que a veces radica en un vínculo, en el que si bien a veces hay cosas que nos pueden alejar, no dejan de ser un refugio al que nunca dudamos en ir, y en el que nunca nos van a juzgar. Porque Gala y Kiwi se aman porque se odian y, al mismo tiempo, se odian porque se aman. Y es eso lo que las une y hace que, a pesar de todo, decidan volver a verse. Pero, ¿van a poder perdonarse una a la otra y seguir siendo amigas?
Gala y Kiwi tuvo su premiere mundial en el Festival Internacional de Cine de Edimburgo 2024, y a fines de mayo aterrizó en la cartelera del Cine Gaumont. En su quinta semana exhibida en el mítico cine de Congreso y con más de 2000 espectadores que ya la vieron, la película logró posicionarse en la esfera local gracias a las redes sociales y el boca en boca. Todo un fenómeno indie del que ni siquiera el elenco esperaba que sucediera.
Gala y Kiwi se puede ver en el Cine Gaumont hasta el miércoles 25 de junio en la función de las 14 horas.
Tráiler de Gala y Kiwi