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Maestros y alumnos, relación para descubrir en Netflix

Jóvenes con talento o geniales, profesores o mentores que los descubren y los ayudan a ser ellos mismos. Un relato típico del cine estadounidense que conforma un género por sí mismo. Aquí, varias de las mejores películas sobre el tema, para rever, recordar o descubrir en la grilla de Netflix.

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Hay una clase de películas específicamente estadounidense que requiere atención: podemos llamarlo "drama educativo", esas historias en las que una persona por lo general joven, a través de un proceso educativo (la secundaria, la universidad) adquiere no sólo conciencia de su propio talento sino, además, lecciones morales. La variedad del tema es infinita y sí, es específicamente norteamericano. Con variaciones alrededor de este esquema (verá que hay un poco de todo), aquí van "dramas educativos" que vale la pena ver en Netflix.

Empecemos por un híper clásico que, en su momento, fue maltratado por la crítica. Todavía lo es, desgraciadamente, pero dejemos eso de lado. Es La sociedad de los poetas muertos, que algunos ciegos tildaron de "cursi". Transcurre en un colegio de elite estadounidense, en una época no del todo determinada (por la moda, parece finales de los cincuenta o principios de los setenta, pero en cierto sentido es atemporal) y tiene por protagonistas a un grupo de jóvenes que descubre, gracias a un profesor iconoclasta, la poesía, las formas de relacionarse con la vida, la capacidad de encontrarse a sí mismos. Parece una descripción vaga, pero es exactamente lo que sucede hasta que -porque también juega el "mundo exterior": padres, amores, etcétera- sucede una tragedia y se exige un "regreso al orden". El profesor es interpretado por Robin Williams, y la película es del australiano (maestro australiano no es exagerado) Peter Weir, que siempre ha tratado sobre la relación entre ciertas tradiciones morales y filosóficas chocando con el mundo contemporáneo. Hay que reevaluarla.

Robin Williams por fin consiguió su Oscar por Good Will Hunting o, como aparece en la grilla de Netflix, Mente indomable, el mayor éxito de Gus Van Sant sobre un guión (se llevaron el Oscar, también) de los coprotagonistas Matt Damon y Ben Affleck. La película cuenta cómo un muchacho que sobrevive de pequeños empleos es, ni más ni menos, un enorme genio matemático, y de la decisión que debe tomar respecto de su vida futura. Lo que hace Van Sant en este caso es construir poco a poco el contraste entre un contexto obrero, pobre, y las posibilidades que se le abren al protagonista. Especialmente, lo enfrenta con un dilema moral que casi lo excede. La relación entre su profesor y él mismo, o de él con su mejor amigo y su entorno, crean un campo perfecto para el desenlace. Van Sant, que siempre supo retratar la adolescencia, sus dilemas y cómo se sale de ella (bien o mal: recuerden a Joaquin Phoenix en Todo por un sueño, por ejemplo, o la perfecta ganadora de Cannes Elephant) aquí construye, sin trucos, una historia optimista.

También se ganó el Oscar unos años más tarde Una mente brillante. Aquí la variedad es interesante porque se trata de una historia real, la de un enorme matemático que no sólo amplió los fundamentos de la Teoría de juegos (una rama importante, de enorme aplicación en los análisis de estrategias) sino que llegó a ganar el equivalente al Nobel de la especialidad a pesar de padecer un trastorno mental. Es lo mismo pero el "mentor" de Nash es él mismo; el crecimiento que tiene que atravesar es el de comprender que se enfrenta con productos de su propia imaginación. El ambiernte universitario de los EE.UU. durante la Guerra Fría parece reflejar un poco el del college de Good Will Hunting (lo que en una película es "imaginación del protagonista", en la otra es "realidad directa"). Quizás es una película imperfecta y con varios trucos, pero de todos modos sigue, a su manera, esta tradición de la "educación americana".

De todos modos, una de las mejores en esta variedad un poco extraña -pero el lector, si recorre estas películas, va a encontrar rápidamente el lazo que las une- es Cielos de octubre, del experto en cine de aventuras Joe Johnston, uno de los mejores directores de Hollywood desde los años ochenta y, de paso, uno de los últimos resistentes del clasicismo narrativo. Cielo... cuenta cómo un adolescente que vive en un pueblo minero y pobre tiene la visión de construir un cohete en plenos años cincuenta, durante la Guerra Fría y tras el triunfo de los soviéticos poniendo el Sputnik en órbita. La película narra la relación del personaje con su padre (un hombre duro, un minero siempre en riesgo, una persona finalmente amorosa), con la maestra que lo impulsa a salir de la mediocridad, con sus amigos, con los primeros amores, todo mientras experimenta cohetería. Es una película emotiva y perfecta: el trabajo de Jake Gyllenhaal es de los mejores de su carrera.

Y terminemos con una película que lleva el esquema a otro lado, Garra, protagonizada por Adam Sandler que es, por un lado, "una de Sandler" (porque el personaje tiene la parte luminosa de todas las criaturas del actor) y por otro, un filme inspiracional. Un cazador de talentos del básquet encuentra a una enorme promesa en España y trata de llevarlo a los EE.UU. Pero ambos personajes (el mentor, el neófito) van a aprender el uno del otro. No sólo es una perfecta variación de "alumno-maestro" (hay mucho de Good Will Hunting en la película, si se la sabe ver) sino también una gran película deportiva. La sátira y la parodia están pero en modo "realista" y asordinado. Lo que cuenta es el proceso de cambio. Gran filme poco visto.

 

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