Celulosa Argentina entra en default y expone su crisis financiera

La histórica fabricante de papel confirmó que no pagará su deuda en mayo. Caída de ventas, dólar fuerte y riesgo sistémico complican su futuro. Moody’s ya había alertado la situación

BAE Negocios

Celulosa Argentina, empresa emblemática del sector forestal e industrial del país, informó a la Bolsa de Comercio de Buenos Aires que no pagará las Obligaciones Negociables (ON) ni los cheques de pago diferido con vencimiento en mayo. La decisión, anticipada por el mercado desde principios de abril, confirma el deterioro de la situación financiera de la compañía, liderada por el Grupo Tapebicuá, con participación de José Urtubey, Douglas Albrecht y Juan Collado.

El 7 de abril, la empresa comunicó la contratación de la consultora VALO Columbus para explorar alternativas estratégicas. Entre las opciones consideradas se incluyó la reestructuración de su deuda, la mejora de la liquidez y la eventual incorporación de nuevos socios. En el mismo sentido, Celulosa remarcó que "todos los recursos disponibles se van a utilizar estratégicamente para asegurar la operación y la continuidad laboral", y que se priorizará “el normal abastecimiento” a sus clientes.

Los motivos detrás del incumplimiento incluyen una caída de ventas de más del 30% en el mercado doméstico, un repunte débil, y un incremento en los costos fijos en dólares, explicado por la apreciación del tipo de cambio. Esta situación redujo además los márgenes de exportación. 

El comunicado de la empresa señaló que el costo del capital en dólares, de entre el 35% y el 45%, fue "la contracara del carry trade que financió el estiramiento de los plazos de pago", lo que impactó de forma directa sobre el capital de trabajo.

La percepción de riesgo sistémico también afectó a Celulosa. La firma apuntó a "eventos como el concurso preventivo de Los Grobo, el default de Red Surcos y la incertidumbre sobre los tiempos y el contenido del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional".

 La empresa agregó: "Como resultado de todo ello, la mayoría de los acreedores de corto plazo procedieron a acelerar el reclamo de cancelación de sus posiciones, generando una presión adicional sobre la caja y la estructura financiera de la compañía".

La calificadora de riesgo Moody’s había rebajado hace tres meses la nota de emisor de largo plazo de Celulosa en moneda local y extranjera, citando "la ajustada posición de liquidez y la mayor probabilidad de incumplimiento de los vencimientos de los próximos tres meses, como consecuencia del fuerte deterioro de las operaciones de la compañía". Según estimaciones de la agencia, en el segundo trimestre de 2025 la empresa debe afrontar vencimientos por unos 10 millones de dólares. "El riesgo de refinanciación aumenta para las ON Clase 13 y adicionales y Clase 18 (hard dollar) y Clase 17 y adicionales (dollar linked)", detalló Moody’s en su momento.

Desde septiembre del año pasado, los signos de alerta se volvieron visibles. Tapebicuá cerró el aserradero San Charbel, en Corrientes, y despidió a más de 70 trabajadores. En diciembre, FIX ya había advertido sobre la concentración de vencimientos y la insuficiencia de caja y líneas bancarias. "Los compromisos superan los niveles de la caja y las líneas bancarias disponibles, lo que expone a Celulosa a un elevado riesgo de refinanciación", escribió entonces la calificadora.

En paralelo al default, la compañía experimentó una caída del 10% en el valor de su acción, que cotizó a $353,50 en la Bolsa porteña tras el anuncio. En cuanto a la estructura societaria, la participación directa e indirecta de los accionistas controlantes se redujo del 57,22% al 45,79% a fines de febrero, luego de vender acciones para inyectar fondos. Celulosa indicó que, de capitalizar los créditos que los controlantes tienen contra la firma, su participación accionaria superaría ese porcentaje.

La crisis de Celulosa se inscribe en un contexto más amplio de tensiones en el mercado financiero local. En los últimos días, las firmas del Grupo Albanesi, como Generación Mediterránea y GEMSA, también pidieron un período de gracia para afrontar sus vencimientos y designaron asesores financieros para gestionar su situación.

Mientras VALO Columbus continúa en contacto con los acreedores, la empresa se enfrenta a uno de los momentos más complejos de su historia reciente. Su situación, agravada por la combinación de factores macroeconómicos y financieros, suma un nuevo capítulo al creciente listado de defaults corporativos en la Argentina.

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