El tren se va: ferroaficionados a toda máquina
El Ferroclub Argentino reúne a personas de todas las se suman como voluntarios para preservar y restaurar locomotoras y vagones históricos. Hay visitas para el público general cada fin de semana.
Verlos llegar, verlos partir, oírlos a la distancia y viajar en ellos entregados a la película hipnótica del mundo que se aleja frente a la ventana. Los trenes generan una fascinación que, para muchos, despierta en la infancia. Unos cuantos argentinos canalizan ese amor ferroviario dedicándose a cuidar exponentes locales históricos que el público puede visitar.
La locomotora más antigua en funcionamiento de Latinoamérica, unidades de los míticos trenes de larga distancia como "El gran capitán" y el "Expreso Cataratas", el gigante de hierro y acero que unía la Estación Lacroze con el Litoral argentino o un ejemplar Brown Marshall de 1888 que llevó a Evita a recorrer la Mesopotamia en 1950 son algunas de las joyas ferroviarias recuperadas, preservadas y exhibidas por un grupo de voluntarios, apasionados por los trenes y su historia, que llevan adelante el Ferroclub Argentino en su Centro De Preservación(CDP) Lynch.
"Cuando era chico mis padres me llevaban a saludar al tren, como hacen habitualmente muchos papás. Eso despertó mi interés por averiguar más acerca de su funcionamiento", cuenta Matias Marsicano, secretario de la sede Lynch. Menciona además los trenes históricos turísticos que el club hacía circular desde 1982. Eran locomotoras a vapor que también acrecentaron su pasión.
El Ferroclub argentino es una asociación civil sin fines de lucro creada el 30 de agosto de 1972 por diez personas apasionadas por los trenes, que tenían la inquietud por preservar la tradición ferroviaria argentina como así también el resguardo de su patrimonio histórico. Todos los socios abonan una cuota mensual y trabajan ad-honorem para poder cumplir con los objetivos de la Institución. En definitiva, es un voluntariado. Si bien hay otros ferroclubes en distintos puntos del país, como Haedo y Rafaela, el Argentino es la institución más grande y antigua.
Hoy en día, en sus tres sedes (Lynch, Tolosa y Escalada), hay más de 20 locomotoras a vapor preservadas: cinco se encuentran ya reparadas y en funcionamiento. Cuenta con más de 130 socios que hacen que eso sea posible. Son entusiastas de todas las edades, desde chicos de 15 años acompañados por sus padres a jubilados, el más grande de 82 años. No es necesario tener ningún tipo de conocimiento técnico. Los socios se dedican a profesiones variadas: hay abogados, contadores, estudiantes. El propio Marsicano se desempeña en informática.
Unidades de todas las épocas descansan, custodiadas del vandalismo y saqueo, gracias a la labor desinteresada de este grupo de personas, que trabajan para recuperarlas, preservarlas, ponerlas en marcha y exhibirlas para felicidad de chicos y grandes.
Justamente, algunas de las principales actividades de las tres sedes son rescatar en acción conjunta con la Administración de Infraestructura Ferroviaria Sociedad del Estado (ex ONABE) y el Museo Nacional Ferroviario, material rodante, mobiliario y demás objetos pertenecientes a los ferrocarriles nacionales que han sido dejados en desuso; restaurarlo y preservarlo (hasta se reponen o fabrican piezas faltantes) y ponerlo en funcionamiento.
"Realizamos desde tareas administrativas hasta electricidad, chapa y pintura. Digo que esto es como una escuela de oficio pero no lineal. Se organizan grupos por proyectos y averiguamos cómo hacer lo que hay que hacer. Lo que importan son las ganas", sostiene Matías.
Por otro lado, se procura propagar esta pasión por los trenes y dar a conocer sus características con exhibiciones al público, museos de objetos y videotecas, participación en eventos conmemorativos y también alentando el ferromodelismo nacional. Respecto a este último punto, señala que en todas las sedes hay distintas maquetas para ver.
Recorrer el Ferroclub es un viaje en el tiempo. Una invitación a conocer los objetos de la que supo ser la red ferroviaria más extensa del continente. Vagones de todo tipo, furgones, coches grúas, telégrafos, teléfonos, faroles, señales, maquetas, boletos, carteles, balanzas, uniformes, silbatos, fotos y mucho más esperan a quienes visitan el Museo Ferroviario del Ferroclub, los fines de semana.
"Las tres sedes tienen propuestas distintas. En Lynch, con las visitas guiadas se accede al museo que está en el edificio de la antigua estación. Se puede ver el material histórico preservado, vagones, coches y descubrir historias sobre los vehículos. Además, dos veces al año se pone en marcha la locomotora a vapor y hay paseos en el predio. La próxima será en vacaciones de invierno. Se va a anunciar por las redes", explica Marsicano. Comenta además que los vehículos de Lynch se usaron para la película Siete Años en el Tibet, con Brad Pitt, y también para otras producciones más recientes como Los que aman odian.
La entrada es de $1500 para mayores de 12 años, $1000 para menores y jubilados y niños de menos de 5 años entran gratis. Las visitas guiadas son los sábados a las 16 y la dirección del Ferroclub Argentino CDP Lynch: Springolo 1, Saenz Peña, Partido de Tres de febrero (Estación Villa Lynch del Tren Urquiza, a pasos de la General Paz).
En la sede de Escalada (Av. 29 de septiembre 3675, Remedios de Escalada, Partido de Lanús) se abona la entrada y se recorre el predio por cuenta propia. Hay un tren a escala en el que se puede viajar. Abre al público los sábados y domingos de 15 a 19. En tanto, Tolosa (Calle 3 y 526, Tolosa, Partido de La Plata) cuenta con visita guiada que se coordina. Las sedes participan además en eventos. Para esas ocasiones se realizan paseos dentro del predio con entrada libre y gratuita y se abona el paseo en tren.
En la actualidad en los tres Centros de Preservación se concentra el esfuerzo de más de 40 años de vida restaurando vehículos ferroviarios históricos, cuyo detalle y estado actual puede verse a través de la web y redes sociales. Para consultas e información: www.ferroclub.org.ar, lynch@ferroclub.org.ar, @ferroclub.lynch.
En caso de querer asociarse, los menores de 18 años deben acercarse con alguno de sus padres, un tutor o encargado. Recomiendan previamente acercarse a conocer la sede, recorrerla y ver los trabajos que se realizan. No hace falta tener conocimientos precios sino nada más que ganas y voluntad para canalizar esta fascinación compartida por los queridos trenes.