La arquitectura brutalista en Argentina: exponentes para ver con otros ojos
Tras el estreno de la película "El brutalista", una de las grandes candidatas al Oscar, un paseo arquitectónico por varios de los edificios representativos de un estilo que tuvo fuerte incidencia en el país y que tiene al hormigón como estrella.
Esta semana se estrenó en las salas de cine locales la película El brutalista, una de las principales candidatas a los premios Oscar que se entregan el próximo 2 de marzo. Es una historia protagonizada por Adrien Brody, personaje a quien se refiere el título, un arquitecto húngaro llamado László Tóth, figura que no existió en la realidad, pero que se plantea como el supuesto creador de ese estilo que floreció en la posguerra.
"El termino brutalismo, proviene de una de sus características tectónicas, como lo es el acabado del hormigón armado sin revestimiento. Le Corbusier utilizaba la expresión "béton brut", para indicar la innovación y honestidad en el tratamiento de este material, dejándolo a la vista", indica a BAE Negocios la arquitecta G. Monica Kuscich.
Este estilo está presente en varios de los edificios más famosos de Buenos Aires y también en otras ciudades del país. Tal vez habremos pasado por ellos sin apreciar sus detalles, aunque son propuestas que, aún en su predominante gris, si uno alza la mirada, tienen grandes y llamativas particularidades.
"En Argentina podemos encontrar varios edificios representativos de la arquitectura brutalista. Aunque Clorindo Testa no se identificaba como un arquitecto brutalista, muchas de sus obras responden claramente a este lenguaje. Un ejemplo icónico es el Banco de Londres y América del Sur (hoy Banco Hipotecario, en Reconquista y Bartolomé Mitre), diseñado en los años 60. Su estructura de hormigón visto y su espacialidad innovadora lo convierten en una pieza clave de este estilo", apunta la Arquitecta Graciela Novoa, presidenta del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo (CPAU).
Menciona como otra obra fundamental a la Biblioteca Nacional, diseñada por Testa junto a Francisco Bullrich y Alicia Cazzaniga. "Su estructura elevada y su imponente presencia la han convertido en un edificio que sigue generando debate y admiración. También podemos mencionar la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo de la UBA (FADU), que si bien responde a una lógica estructural distinta, comparte con el brutalismo el uso del hormigón expuesto y una fuerte expresión material", agrega.
También hay otros ejemplos destacados en distintas provincias, como: la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Mendoza, obra del Arquitecto italiano Enrico Tedeschi (1962 y 1964); el Palacio Municipal "6 de Julio", de la ciudad de Córdoba, del Estudio SEPRA formado por los Arquitectos Santiago Sánchez Elía, Federico Peralta Ramos y Alfredo Agostini (1953); y la Escuela Superior de Comercio "Manuel Belgrano", de la ciudad de Córdoba, obra de los arquitectos Osvaldo Bidinost, Jorge Chute, José María Gassó, Mabel Lapacó y Martín Meyer (1960 y 1971).
"Hay obras muy significativas en la Argentina, y muchas de ellas están protegidas como Monumentos Históricos. El brutalismo podemos ubicarlo dentro de la modernidad. Fue un movimiento que inicia a fines de la segunda guerra con un desarrollo internacional y múltiples ejemplos en forma local. Su mayor impulso internacional fue en las décadas del 50-60 , sin embargo en la región tuvo su mayor impulso en las décadas de los 60 y 70, y a veces llegando hasta los 80", explica Kusich, contextualizando.
En tanto, la presidenta del Consejo Profesional de Arquitectura y Urbanismo también destaca la fuerte incidencia de ese estilo. "En Argentina, el brutalismo tuvo una gran presencia en edificios públicos e institucionales entre las décadas de 1950 y 1970. Su lenguaje arquitectónico, asociado a la solidez y la funcionalidad, está muy presente en universidades, bancos, oficinas estatales y edificios culturales".
Según comenta, actualmente, este estilo está siendo revalorizado a través de publicaciones, investigaciones y recorridos arquitectónicos. "Cada vez hay más interés en su valor patrimonial y en su potencia estética. Es un estilo que puede generar opiniones divididas, pero difícilmente pase desapercibido", agrega.
La curiosidad generada por la película puede ser una buena excusa para visitar los exponentes que tengamos a mano, tal vez en calles por las que pasamos mil veces, y observar los detalles de estos edificios en los que se puede apreciar este estilo.
"En edificios como la Biblioteca Nacional y el Banco de Londres, la estructura no se oculta, sino que se convierte en un elemento esencial del lenguaje arquitectónico. Otro aspecto clave es la monumentalidad y la fuerza expresiva de las formas. En muchas obras brutalistas, la estructura no solo cumple una función técnica, sino que se convierte en un campo de innovación y experimentación. En el caso de la Biblioteca Nacional, por ejemplo, la volumetría desafía lo convencional, generando grandes luces estructurales y una sensación de ligereza a pesar de su materialidad pesada", puntualiza a BAE Negocios Novoa, brindando pistas para redescubrir la construcción.
Son varias las películas que eligieron al arte de la arquitectura como su tema. Entre ellas se puede citar a El vientre de un arquitecto, del cineasta Peter Greenaway, que se centra en un arquitecto estadounidense, Stourley Kracklite (Brian Denehy), a quien le encargan curar una muestra en Roma en homenaje a la obra del arquitecto francés Étienne-Louis Boullée. También gran parte de la filmografía de Heinz Heinz Emigholz, como Las casas de Schindler (2006), donde se analizan decenas de los edificios que el arquitecto Rudolph Schindler construyó entre la década de 1920 y la de 1950. Otra de las referentes es Uno contra todos (1949), basada en la novela de Ayn Rand El Manantial, que cuenta la historia de Howard Roark, un arquitecto visionario que lucha por mantener su integridad creativa en un mundo que prefiere la conformidad. Más reciente, podría sumarse Megalópolis (2024, Francis Ford Coppola): el personaje central es César Catilina (Adam Driver), quien presenta un proyecto para renovar la ciudad, que ha quedado destruida después de un desastre devastador.
Con criticas buenas o no tan buenas, con opiniones encontradas o divididas, la mayoría de las veces son films estimulantes para quienes aman este arte. Aunque aún no pudo ver El Brutalista, Novoa sostiene: "Me parece interesante que una película ponga en el centro de la trama a la arquitectura y a los desafíos de nuestra profesión. Además, abordar un estilo arquitectónico tan específico invita al público a mirar las ciudades con otros ojos y a redescubrir edificios que muchas veces pasan desapercibidos en la vida cotidiana".