Las segunda vuelta de las elecciones la disputarán Jair Bolsonaro, favorito en los sondeos, y Fernando Haddad, ponen en el escenario dos modelos diferentes para recuperar una economía que crece a marcha lenta. El producto interior bruto (PIB) de Brasil subió en 2017 un 1 % después de dos años de profunda recesión y, según las previsiones de los analistas, el indicador cerrará 2018 con un aumento de alrededor del 1,35 %, menos de la mitad de los previsto hace apenas un año. A las debilitadas previsiones de crecimiento se suman una elevada deuda pública (77,3 % del PIB), desempleo que afecta a 12,7 millones de brasileños (12,1 %) y un aumento del número de pobres, que saltó de 17,1 millones en 2014 a 23,3 millones en 2018.

Bolsonaro, quien según los últimos sondeos vencerá las elecciones del domingo con cerca del 60 % de votos, ha prometido que si llega al poder pondrá en marcha una agenda liberal, con peso en las reformas y privatizaciones. Pero también se ha comprometido a mantener algunos programas sociales y asegura que ampliará el programa Bolsa Familia, impulsado por Lula y el cual ofrece un subsidio de hasta 195 reales (unos 45 euros) para familias con baja renta.

Haddad, en tanto, reforzó el sello social que estuvo presente durante la gestión de Lula y que le valió el apoyo de los más pobres, especialmente en la región noreste del país. Además del Bolsa Familia, defi ende una reforma tributaria y bancaria, la exención del impuesto de renta para aquellos que viven con hasta cinco salarios mínimos y un aumento de la carga tributaria para los más ricos.