Crece en Buenos Aires un árbol inmortal que sobrevivió a Hiroshima
La bomba nuclear de Hiroshima destruyó todo a su paso, menos un tipo de árbol que vive en la Ciudad de Buenos Aires. Cuál es y en dónde encontrarlo
La bomba nuclear de Hiroshima destrozó todo a su paso. Escombros, muertes y una ciudad obligada al vacío. Sin embargo, no pudo contra el ginkgo biloba, un tipo de árbol que resistió al infierno del 6 de agosto de 1045 en Japón y que hoy tiene presencia en Buenos Aires.
De hojas verdes con forma de abanico, esta especie tiene más de 270 millones de años, por lo que es más antiguo que los propios dinosaurios. Es resistente a todo: virus, bacterias, radiación, temperaturas extremas y hasta la fuerza humana en formato de bomba nuclear.
Cuenta con más de 40.000 genes y es 3,5 veces más grande del que posee el ser humano. No es un árbol, sino un tanque zen. Los japoneses lo consideran sagrado. Le dicen Hibakujumoku, que significa “árbol bombardeado”. El árbol original creció en las ruinas del templo budista Housenbou, donde escribieron al pie: “No más Hiroshima”.
En la Ciudad de Buenos Aires hay muchos ejemplares de este tipo de árbol. Como en los cementerios de Recoleta y Chacarita, la plaza República de Chile, los Bosques de Palermo y el Jardín Botánico Carlos Thays. Sin embargo, hay un único ejemplar que es el más especial de todos y es el que vino directamente desde Japón.
En 2016 se plantó un árbol joven en Jardín Botánico "Lucien Hauman" de la Facultad de Agronomía de la UBA, cultivado a partir de la semilla del ejemplar original que sobrevivió al bombardeo en Hiroshima. La iniciativa fue promovida por Green Legacy Hiroshima, una organización no gubernamental apoyada por Instituto de las Naciones Unidas para la Formación Profesional e Investigaciones (UNITAR) para recolectar las semillas de los “árboles bombardeados”, cultivarlas y trasladar los árboles jóvenes a instituciones de todo el mundo.
La entidad realiza una selección de socios y colaboradores que demuestran una sincera intención de ser parte de esta iniciativa global de paz. Los solicitantes pueden ser universidades, jardines botánicos, escuelas, ayuntamientos o incluso embajadas y organizaciones internacionales, con el objetivo de difundir un mensaje de paz, esperanza y resistencia frente a la adversidad.
La FAUBA, por ejemplo, fue seleccionada por su compromiso con la educación y la ciencia, y por contar con el espacio adecuado para el árbol en su Jardín Botánico. El decano de la facultad, Rodolfo Golluscio, aseguró que el ejemplar del árbol que sobrevivió a la bomba atómica “es la prueba de que la vida vence a la muerte”.
El ejemplar más antiguo está en Londres y tiene casi 240 años. En Buenos Aires, su joven heredero crece entre estudiantes y profesores. Y no cualquiera puede decir que tiene una leyenda viva en el jardín.