El Banco Central Europeo (BCE) confirmó en su reunión de hoy un nuevo recorte de tasas, el tercero del año, de 25 puntos básicos. Esto deja la tasa de depósito en el 3,25%, el tipo de refinanciación en 3,40% y la facilidad de crédito en 3,65 por ciento.

La medida llega tras semanas de volatilidad en los indicadores económicos, particularmente luego del fuerte recorte de tasas de la Reserva Federal de Estados Unidos, que aceleró las expectativas de una respuesta más agresiva en la eurozona. Los últimos datos económicos europeos, incluyendo un descenso en los índices PMI y una inflación general que se situó por debajo del 2% en la mayoría de las grandes economías del bloque, respaldaron la decisión de aplicar el nuevo recorte.

El BCE justificó el recorte de tasas subrayando que la inflación subyacente está comenzando a ceder, aunque sigue en niveles del 2,7% interanual. Este dato, junto a una inflación de servicios del 4%, mantiene a los directivos del banco central en una postura cautelosa. Por otra parte, la inflación doméstica, que excluye las importaciones, se mantiene en un preocupante 4,2% interanual, señala el medio español elEconomista.

Los funcionarios del BCE reiteraron que "mantendrán una política monetaria restrictiva mientras sea necesario", aunque destacan que las sorpresas a la baja en la actividad económica han facilitado el proceso desinflacionario. La presidenta del BCE, Christine Lagarde, dijo que el banco central seguirá evaluando la evolución de los datos en sus próximas reuniones antes de definir una nueva trayectoria de tipos.

Uno de los principales desafíos para el BCE sigue siendo el mercado laboral. A pesar de que el desempleo permanece en mínimos históricos, las vacantes han disminuido en Alemania y Francia, lo que sugiere una potencial moderación en la presión salarial. Esto podría aliviar parte de las tensiones inflacionarias, pero también impactar negativamente en las perspectivas de crecimiento.

El Consejo de Gobierno del BCE seguirá atento a los próximos indicadores laborales y de inversión, ya que una aceleración en la demanda, estimulada por las bajas tasas, podría alterar el delicado equilibrio entre crecimiento y control de precios.

La rebaja de tasas también tiene un impacto directo en los consumidores y las instituciones financieras. Los bancos europeos han comenzado a ajustar sus productos de ahorro y a ofrecer hipotecas a precios más competitivos. Este movimiento puede dinamizar la demanda de créditos, aunque también afecta la rentabilidad de las instituciones bancarias en un entorno de tipos persistentemente bajos.

Con todo, la decisión del BCE refleja la necesidad de ajustar su política monetaria en medio de señales contradictorias sobre el futuro económico de la eurozona.