Más desigualdad global, legado principal de la pandemia
El problema será difícil de resolver en el corto y mediano plazo, teniendo en cuenta la ralentización del crecimiento económico, asegura el Banco Mundial
La pandemia de coronavirus profundizó la desigualdad de ingresos a nivel mundial, revirtiendo en parte la disminución que se había logrado en las dos décadas anteriores, lo que será difícil de solucionar a corto y mediano plazo, sobre todo teniendo en cuenta que la notable recuperación económica experimentada en el 2021 se ralentizaría durante este año y el próximo, según informes del Banco Mundial y otras organizaciones.
La aparición de la covid-19 asimismo intensificó la desigualdad en muchas otras esferas de la actividad humana, por ejemplo la disponibilidad de vacunas, el crecimiento económico, el acceso a la educación y la atención de la salud, señala el BM. Junto con esto, también impactó en la pérdida de empleo y de ingresos, que fueron mayores entre las mujeres y los trabajadores poco calificados e informales, algo que puede dejar cicatrices perdurables, por ejemplo al pasar de una generación a la siguiente las pérdidas de capital humano causadas por las interrupciones en la educación.
Un artículo publicado por Carolina Sánchez-Páramo, Directora mundial de Pobreza del Grupo Banco Mundial, y la científica social Silvia Malgioglio en la página del organismo multilateral, señala que el 87% de los economistas encuestados (especialistas en el tema de la desigualdad) en un estudio de Oxfam, estuvieron de acuerdo en que la desigualdad dentro de los países va en aumento. Resaltan que en los últimos veinte años, el índice de Gini, utilizado para expresar la desigualdad de ingresos en un país en una escala de 1 a 100, disminuyó en 2 puntos en promedio en los países en desarrollo, pero que estos avances fueron afectados seriamente por la pandemia, por lo cual se estima que el índice subió en un promedio de 0,3 puntos en 34 países de ese segmento.
"La economía mundial se enfrenta simultáneamente a la COVID19, la inflación y la incertidumbre respecto de las políticas; el gasto público y las políticas monetarias se adentran en un territorio desconocido. El aumento de la desigualdad y los problemas de seguridad son particularmente perjudiciales para los países en desarrollo", dijo David Malpass, presidente del Grupo Banco Mundial. "Para lograr que un mayor número de países se encamine hacia un crecimiento favorable, se requiere la acción internacional concertada y un conjunto integral de respuestas de política en el nivel nacional", recalcó el funcionario, al comentar el informe de Perspectivas Económicas Mundiales del organismo semanas atrás.
La desaceleración económica coincidirá con la ampliación de la distancia entre las tasas de crecimiento de las economías avanzadas y las de las emergentes y en desarrollo. Se espera que, en las economías avanzadas, el crecimiento disminuya del 5% en 2021 al 3,8% en 2022 y al 2,3% en 2023, un ritmo que, si bien más lento, será suficiente para restablecer las tendencias previas a la pandemia en la producción y la inversión en esos países. En las economías emergentes y en desarrollo, en cambio, se espera que el crecimiento caiga del 6,3% en 2021 al 4,6% en 2022 y al 4,4% en 2023, un año en el que mientras las economías avanzadas habrán logrado recuperar por completo su producción; ésta se mantendrá un 4% por debajo de la tendencia anterior a la pandemia en las naciones no desarrolladas.
En los casos de muchas economías vulnerables, el retroceso será aún más profundo: la producción de las economías frágiles y afectadas por conflictos se ubicará un 7,5% por debajo de la tendencia previa a la pandemia, y la de los pequeños Estados insulares será un 8,5 % más baja, prefigura el Banco Mundial.
Suba de precios
Sumado a esto, el aumento de la inflación, que afecta particularmente a los segmentos de bajos ingresos, limitará las políticas monetarias de los estados. Señala el BM que a nivel mundial y en las economías avanzadas, la inflación se encuentra en las tasas más altas desde 2008, mientras que en los mercados emergentes y en desarrollo, el nivel inflacionario es el más elevado desde 2011. En ese contexto, para contener las presiones inflacionarias, muchas economías emergentes y en desarrollo han comenzado a retirar las medidas de apoyo económico mucho antes de que se complete la recuperación.
"Las decisiones que tomen los responsables de la formulación de políticas en los próximos años decidirán el curso de la próxima década", afirmó Mari Pangestu, directora gerente de Políticas de Desarrollo y Alianzas del Banco Mundial. "La prioridad inmediata debe ser garantizar que las vacunas se distribuyan más amplia y equitativamente, de modo de que la pandemia pueda controlarse. Pero para abordar los retrocesos en el desarrollo, como el aumento de la desigualdad, se requerirá un apoyo sostenido. En un momento en que los niveles de deuda son elevados, será esencial la cooperación global para ayudar a ampliar los recursos financieros de las economías en desarrollo a fin de que puedan lograr un desarrollo verde, resiliente e inclusivo", agregó.
Por su parte Ayhan Kose, director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial, señaló: "A la luz de la desaceleración prevista en el crecimiento de la producción y la inversión, el escaso espacio normativo y los riesgos considerables que opacan las perspectivas, las economías emergentes y en desarrollo deberán calibrar cuidadosamente sus políticas fiscales y monetarias. También es necesario que emprendan reformas para borrar las cicatrices de la pandemia. Estas reformas deben diseñarse de modo tal de incrementar la inversión y promover el capital humano, revertir la desigualdad de ingresos y de género, y hacer frente a los desafíos del cambio climático".
Para Sánchez-Páramo y Malgliolo, una mejora de la capacidad de recaudación de ingresos públicos puede aliviar la carga fiscal sobre los grupos vulnerables, lo que a la vez ampliaría el financiamiento para políticas públicas más redistributivas centradas en la asistencia social y la inversión para hacer crecer el capital humano mediante el desarrollo de la primera infancia, el acceso universal a la educación y la atención médica de calidad. Agregan otras herramientas posibles como transferencias sociales específicas, políticas laborales eficaces e inversiones en infraestructura rural que mejoren la conectividad a los servicios y los mercados y proporcionen oportunidades para las poblaciones aisladas.