El primer ministro británico, Rishi Sunak, defendió el proyecto de ley que permitiría el envío de migrantes ilegales a Ruanda, calificándolo como el "enfoque correcto" en medio del aumento de presiones políticas desde su propia fuerza política.

Durante una rueda de prensa en Downing Street, Sunak, él mismo hijo de inmigrantes, reconoció que está introduciendo la "ley antiimigración más dura", y que este hecho ha "molestado" a algunas personas y que fue objeto de "muchas críticas".  

Las declaracones de Sunak llegan luego de las duras críticas realizadas por la exministra de Interior, Suella Braverman, quien dijo al primer ministro que debía "cambiar de rumbo" y "asumir las observaciones" de los críticos. En este contexto, el ministro de Inmigración, Robert Jenrick renunció a su cargo, alegando "fuertes desacuerdos" con Sunak en relación a su política en Ruanda.

El primer ministro aseguró que su proyecto es lo suficientemente sólido como para garantizar  los vuelos de deportación a Ruanda, poniendo fin a las impugnaciones judiciales y a la posibilidad de que los tribunales bloqueen cualquier decisión de deportación.

Las personas deportadas no podrán recurrir a la legislación nacional para impugnar las decisiones de expulsión. Según Sunak, la única impugnación que podría admitirse será la de quien pueda demostrar, con pruebas creíbles, que corre un riesgo real de sufrir daños si se lo envía de vuelta a Ruanda, condición impuesta por el país africano para refrendar el acuerdo.

Así, los tribunales británicos "ya no podrán alegar leyes sobre esclavitud moderna" o "reclamaciones falsas sobre derechos humanos" para detener los vuelos, afirmó. Asimismo Sunak advirtió al Tribunal de Estrasburgo (Unión Europea) que "no permitirá que un tribunal extranjero bloquee las expulsiones" y que "hará lo necesario" si interviene.