El presidente del gobierno español, el socialista Pedro Sánchez, se reunirá la próxima semana con los líderes del conservador Partido Popular (PP), Pablo Casado; de Ciudadanos, Albert Rivera, y de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, para "analizar la situación política" tras las elecciones del último domingo 28 de abril.

La ronda de contactos del vencedor de los comicios, que servirá para conocer de primera mano las intenciones de los líderes respecto a su investidura, comenzará el lunes con Casado. Al día siguiente, el 7 de mayo, Sánchez recibirá en el palacio de La Moncloa a Rivera y a Iglesias.

Con una mayoría de 123 diputados frente a los 85 actuales, casi el doble de los que tiene el PP de Casado, la segunda fuerza con 66 escaños, Sánchez tiene la tranquilidad de ser el único dirigente político con posibilidades de formar un nuevo gobierno.

Sánchez aspira a formar un gobierno monocolor con un acuerdo global que incluya a Unidas Podemos y otras fuerzas minoritarias, de ahí que se tomará el tiempo necesario para negociar, con lo que se estima que no habrá acuerdo hasta después de las elecciones municipales, regiones y europeas del próximo 26 de mayo.

El PSOE afirma que no negociará una coalición de gobierno con los independentistas de ERC (Esquerra Republicana de Cataluña), cuyos votos pueden ser fundamentales, por medio de un apoyo o abstención, para que Sánchez continúe en el poder. El socialista tiene otras opciones como recurrir a los independentistas vascos de Bildu.

No obstante, ERC tiene incentivos para asumir una posición de abstención de cara a la apertura de algún tipo de diálogo entre el Ejecutivo y Cataluña tras mucho tiempo de confrontación y cerrazón.

Por otro lado, un acuerdo con el partido liberal Ciudadanos, que le permitiría al PSOE sumar mayoría absoluta, quedó ya prácticamente descartado después de que su líder, Albert Rivera, insistiera en los últimos días en que pretende liderar una oposición responsable a Sánchez.

El primer paso que debe dar Sánchez es convencer a Iglesias para que ceda sus votos sin entrar en un gobierno de coalición. Un gobierno de coalición entre PSOE y Unidas Podemos provoca desconfianza en ciertos sectores económicos y también en algunos de los eventuales aliados.