Cerró el bodegón Oviedo de Palermo, famoso por sus milanesas
Fue fundado por el asturiano Manuel Coto y lo siguió su hijo José. Ganó el premio a la cuarta mejor milanesa porteña. La verdadera historia de Oviedo, un nombre que dejó huella en la gastronomía argentina
Cerró Oviedo bodegón de Palermo, estaba hace tres décadas en la esquina de Guatemala y Humboldt. Fue fundado por el asturiano Manuel Coto en diciembre de 1990 y desde hace 15 años, lo continuaba su hijo José, que hizo lo impensado para sobrevivir a la pandemia. Cuando parecía que el bodegón comenzaba a recuperar el impulso de siempre, el dueño le pidió la propiedad para hacer una torre. Y con todo el dolor del alma, José tuvo que entregar las llaves hace pocas horas.
No es la primera vez que a los Coto les piden la llave y no les renuevan el contrato. Cuando llegó de Asturias, Manuel lo probó todo, arrancó con El Gran Florida y poco después abrió con varios socios el bodegón Oviedo en la esquina de Beruti y Ecuador. Les iba muy bien hasta que un día el propietario decidió no renovarles el alquiler y abrir su propio restaurante en esa esquina.
Cuenta la leyenda que Emilio Garip le preguntó a Manuel Coto si podía seguir usando el nombre Oviedo y la respuesta fue simple: “Vos sos gallego y yo soy asturiano, le vas a poner el nombre Oviedo, que es la capital de Asturias”. Esa esquina tenía tal fama, que no le quedó otra que seguir con el nombre Oviedo, que aún sigue.
A Manuel poco le importó, eran otras épocas. Se fue a Serrano entre Paraguay y Charcas y abrió La Casona con varios socios. Pero se dio cuenta que necesitaba abrir su propio restaurante y así nació “Oviedo, bodegón de Palermo”. Se convirtió en un clásico palermitano, donde se podía comer las mejores milanesas, hasta ganaron en 2017 el cuarto puesto en toda la Ciudad de Buenos Aires. Pero también se podía saborear la mejor entraña o el mejor flan con dulce de leche.
José, segunda generación en Oviedo, le puso el corazón a todo. “Hace casi 16 años que me hice cargo, mi papá ya estaba cansado. Se jubiló y se fue con mi mamá a vivir a la Costa. Lo trabajé todos estos años, cuando llegó la pandemia cerramos un mes pensando que iba a ser corta. Como se alargó abrimos con delivery, pero sólo facturábamos el 10% de lo que hacíamos siempre. La gente prefería cocinarse en su casa y con eso, apenas cubría el gasto de los chicos”, contó Jose Coto a BAE Negocios.
Un restaurante que le dio pelea a la pandemiaSabía que en algún momento iba a tener que entregar el local porque querían construir, pero la remó hasta el último minuto. Cuando los números cerraban, José se puso a vender ropa por internet, todo lo que ganaba iba a Oviedo. “Mi hija me decía, que lo cierre. Pero tenía una larga trayectoria, orgullo, sentimiento, no me quería dar por vencido. Hace unos meses vino Marley con su programa de TELEFE buscando la mejor milanesa. Todos me decían ponele esto y ponele lo otro y yo hice la misma milanesa de siempre y les gustó. A partir de ahí levantamos el trabajo y nos iba muy bien. Ahí los propietarios empezaron a reclamarnos el local”, contó José.
En agosto decidió poner el nombre y el fondo de comercio en venta. No tuvo suerte. Tuvo que rematar casi todo, pero se quedó con el nombre. Antes de la pandemia, había soñado con reabrirlo en otro local, pero todo quedó frenado. José es tan responsable que prefirió priorizar la salud de los empleados y cuando le permitieron abrir adentro con aforo, dijo que no. Sólo atendía sus clientes afuera, pese a que adentro tenía 40 cubiertos más y algo hubiera sumado.
En medio de la pandemia, se le comenzó a desarmar el equipo. El dueño del bodegón palermitano contó: “Tuve que rematar todo, me lastimó tanto todo esto que me voy a tomar un tiempo. No es momento para reinventarse en la gastronomía, está muy lastimada. Hoy digo que no tengo ganas de seguir en la gastronomía y quizás cambio. Lo llevo en la sangre, es el oficio que me enseño mi papá. Todo esto es un aprendizaje”.
Cuando se le pregunta los motivos del cierre, José explica: “No fue por el Coronavirus, yo a la pandemia le hice pecho y frente. Seguí, me asustó y me hizo tocar fondo. Cerré porque me exigían que devuelva el local, no porque no funcionaba. Cuando cerramos me enfermé, me deprimí y me agarró mucha angustia. Tenía que despedirme de todos y no estaba preparado. Me fui quince días a ver a mis viejos y y por respeto hoy escribí la despedida. Gracias a la gente por tantos años de acompañarnos y de confiar, ellos son todo si no, no hubiéramos podido seguir”.
El bodegón favorito de Andrés Calamaro y el Quinto StoneEl último posteo en redes dijo: “Oviedo es un lugar que me cuidó ,educó y me enseño lo maravilloso que podemos ser. Fueron los mejores años de mi vida y así será por siempre. Ojalá que el destino nos vuelva a cruzar en nuevos proyectos”.
Andrés Calamaro ya no podrá ir a su bodegón favorito, al mismo donde un día le propuso al dueño colgar en una pared su Disco de Oro. Entre las visitas internacionales, el más recordado es Bernard Fowler, el Quinto Stone.
Un bodegón que sobrevivió al glamour de Palermo Hollywood sin resignar una pizca de su estilo barrial. Cuando todos achicaban los platos acorde a los tiempos de la comida gourmet, Oviedo los agrandaba y casi ni subía los precios. Adiós a un bodegón que hizo historia en Palermo.