Cerró La Puerto Rico, uno de los Bares Notables más antiguos de la Ciudad
Fundado en 1887, estaba ubicado en Alsina 416 en el Casco Histórico del barrio de Montserrat. No pudo resistir a la pandemia, con 70 mesas para 180 comensales no tenía casi clientes. Su historia, anécdotas y el futuro de uno de los bares favoritos del poeta Enrique Cadícamo.
Cerró sus puertas uno de los Bares Notables más antiguos de la Ciudad de Buenos Aires. Se fue en silencio, porque sabía la tristeza que iba causar su cierre. Doña Esther ya no estará más detrás de mostrador de La Puerto Rico, porque cerró sus puertas para siempre.
Abrió el mismo año en el que se realizó el primer Censo Municipal, en noviembre de 1887. Primero sobre la calle Perú, entre Alsina y Moreno, luego en 1925 se mudó a Alsina 416 en el Casco Histórico del barrio de Montserrat . Desde hace tres décadas era atendido por un matrimonio de gallegos, Manuel Vásquez y Esther, pero en 2012 murió Manuel y su esposa quedo al frente. Todos los días estaba firme, atenta a todos los detalles.
La Puerto Rico contaba con un salón amplio con 70 mesas para 180 comensales. Por esas mesas compartieron una taza de café desde el poeta Enrique Cadícamo, que hasta supo tener una estatua de cera con su imagen, hasta Jorge Luis Borges. Niní Marshall era una infaltable, vivía a pocos metros y siempre pasaba. José Ingenieros, Paul Groussac, Arturo Capdevilla, Rafael Obligado eran algunos de sus habitués.
No sólo se firmaron escenas de la película Las cosas del querer II, sino que además, varios tangos nacieron en sus mesas, como “Café de La Puerto Rico” de Francisco Lacal Montenegro que dice "...estampa del ayer / porteño y señorial, / que allá por el ochenta y pico... / viviste el florecer / del alma nacional...". Otro de los tangos que se compuso en este Bar Notable fue "Cadícamo", con letra de Antonio Bugatti y música de Atilio Stampone, recuerda el libro Cafés de Buenos Aires, de la Comisión de Protección y Promoción de los Cafés, Bares, Billares y Confiterías Notables de la Ciudad de Buenos Aires, que tiene textos del arquitecto Horacio J. Spinetto.
La Puerto Rico ofrecía cuatro clases de café: Brasil, Playa Ponce, Bourbon y Puerto Rico natural. Hasta el 2012 que se jubiló, Miguel se encargaba de tostar el café, fue el hacedor del milagro, ya que se vendían 180 kilos de café por día. Tenía una vivienda que le daban los dueños en la planta alta del café. Cuando se fue, ya no hubo quién supiera ese arte en el bar y el café se empezó a comprar ya tostado.
La noticia del cierre fue un baldazo de agua fría para todos, nadie se lo esperaba. La pandemia azotó esa zona muy fuerte y La Puerto Rico no pudo más. El último día que abrió fue el 31 de diciembre, llegó a vender sus codiciados pan dulces, pero ya no estuvo para vender sus roscas de Reyes. Tenía 14 empleados, cuando les avisaron no pudieron contener las lágrimas.
Juan estaba trabajó 30 años en La Puerto Rico, era el lavacopas oficial y encargaba del depósito. No lo podía creer, el nunca se atrevió a pensar que su bar podía cerrar. Los que lo conocen dicen que su trabajo era su casa y que doña Esther era como su mamá. Lo mismo le pasaba a ella, cuando él tomaba su vacaciones, no había como Juan para lavar todo, lo extrañaba. Con sus 72 años, Esther trata de aceptar la realidad, sabe que no puede hacer nada.
En el 2001, la crisis los obligó a reinventarse y armaron una cocina y toda la familia salió a panfletear. Pero todo cambió, Esther quedo sin don Manuel, y ya está grande para reinventar un clásico como La Puerto Rico. Todavía no le pusieron el cartel de alquiler, porque saben que nadie lo alquilará, por lo menos eso creen. Pero están abiertos a escuchar propuestas, La Puerto Rico fue parte de su vida, por eso les gustaría que alguien pueda seguir con este Bar Notable. Escuchan propuestas, quieren que este histórico café, uno de los más antiguos de Buenos Aires siga en pie, aunque sea, con otros dueños.