Creó el mural más grande del mundo él solo y entró en el Guinness: la historia del artista que está cambiando las ciudades con pintura
La obra de más de 11.000 metros cuadrados no es solo un récord, sino el símbolo de un fenómeno global: el arte urbano como motor de transformación económica y social.
Mientras la mayoría de los artistas trabajan en la intimidad de un estudio, el español Nicolas Romero, conocido como "Ever", eligió un lienzo del tamaño de un estadio de fútbol: la fachada de un gigantesco complejo industrial en la ciudad de Le Mans, Francia. Durante más de un año, y armado solo con arneses, brochas y miles de litros de pintura, este artista se enfrentó a una pared de 11.000 metros cuadrados para crear "El Vínculo", el mural más grande del mundo pintado por una sola persona.
La hazaña, ahora certificada por los Récords Guinness, es un testimonio de resistencia física y artística. "Hubo días de viento, lluvia y un sol abrasador. Estás tú solo, suspendido a 40 metros de altura, dialogando con un monstruo de hormigón", relató Ever a medios especializados. "Pero la motivación era más grande: quería transformar un lugar gris y olvidado en un espacio que generara orgullo y pertenencia".
Lo que Ever ha logrado en Le Mans es la punta del iceberg de una tendencia global. El arte urbano, antes asociado al vandalismo y la contracultura, se ha convertido en una poderosa herramienta de regeneración urbana y en un imán para el turismo. Ciudades como Miami con su distrito de Wynwood Walls, o Lisboa con sus rutas de "street art", han demostrado que invertir en murales a gran escala puede revitalizar economías locales, atraer a miles de visitantes y revalorizar barrios enteros.
Según un informe de la consultora Art & Market, los distritos de arte urbano pueden incrementar el valor inmobiliario de una zona hasta en un 25% en cinco años. "Ya no es solo 'pintar una pared'", explica la urbanista y experta en desarrollo creativo, Valeria Alonso. "Es una estrategia de place branding. Un mural icónico puede poner a una ciudad en el mapa, generar contenido viral en redes sociales y crear un nuevo circuito económico a su alrededor: galerías, cafés, tiendas de diseño".
El éxito de este fenómeno no está exento de críticas. Algunos puristas del grafiti sostienen que, al ser comisionado por empresas o gobiernos, el arte urbano pierde su carácter transgresor y se convierte en simple decoración o, peor aún, en una herramienta de gentrificación que expulsa a los residentes originales.
Además, surge una nueva tensión en la era digital: la creación de obras "instagrameables". "Muchos artistas hoy se ven presionados a crear imágenes impactantes y fácilmente fotografiables que funcionen bien en redes sociales", reflexiona Alonso. "El récord de Ever es fascinante porque combina la escala monumental, perfecta para lo viral, con un profundo mensaje sobre la conexión humana". Su obra no es solo la más grande del mundo; es un espejo de cómo el arte está cambiando nuestras ciudades, un brochazo a la vez.