Un éxodo silencioso en los cuarteles: más de 18.000 militares dejaron las Fuerzas Armadas
Desde diciembre de 2023 pidieron la baja 840 oficiales, 2398 suboficiales y 15.421 soldados. El Ejército concentra la mayor sangría, con 14.614 efectivos menos.
Un informe presentado en la Cámara de Diputados por el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, encendió alarmas sobre la magnitud de las bajas en las Fuerzas Armadas. Entre diciembre de 2023 y mediados de 2025, 18.659 efectivos solicitaron su retiro, empujados por el retraso salarial, la falta de estímulos profesionales y un horizonte laboral más tentador fuera de los cuarteles.
De acuerdo con los datos aportados por el Ministerio de Defensa, 840 oficiales, 2398 suboficiales y 15.421 soldados voluntarios dejaron las filas militares. El Ejército encabeza la lista con 14.614 bajas, seguido por la Fuerza Aérea con 2971 y la Armada con 1074. En distintas unidades advierten que la sangría no se compensa con los egresos de los institutos de formación, lo que erosiona el plantel de 83.000 efectivos desplegados en todo el país.
Soldados voluntarios, el punto más débilLa mayor deserción se da en el servicio militar voluntario, un sistema basado en contratos de dos a cuatro años, que en condiciones normales permite luego incorporarse de manera estable al Ejército, la Armada o la Fuerza Aérea. Desde diciembre de 2023, 12.866 soldados voluntarios pidieron la baja, un número que preocupa por su magnitud.
Sueldos atrasados y promesas incumplidasEl atraso salarial arrastra años de reclamos. La equiparación con las fuerzas de seguridad nunca se concretó y el impacto golpea especialmente en las jerarquías más bajas. Según cifras oficiales, un capitán o teniente de navío percibe 1.109.913 pesos, mientras que un subteniente, un guardiamarina o un alférez cobran 806.045. Entre los suboficiales, un sargento o un cabo principal alcanza los 853.088 pesos, y un cabo primero 765.596.
Con una canasta básica que en agosto trepó a 1.160.780 pesos para una familia tipo, de acuerdo con el Indec, buena parte de los cuadros menores pelea por no caer bajo la línea de pobreza. La situación se agrava porque el estilo de vida militar suele implicar un único ingreso familiar, ya que cada cambio de destino obliga a los cónyuges a resignar empleos civiles.
El desgaste del sistemaEl panorama se completa con la crisis del Instituto Obra Social de las Fuerzas Armadas y de Seguridad (Iosfa), que acumula una deuda de 210.000 millones de pesos y dejó de brindar prestaciones en varias provincias. A eso se suma el desgaste material: en el Ejército, muchos efectivos aún portan fusiles FAL utilizados en Malvinas, armas con siete décadas de uso que carecen de la tecnología moderna en óptica y tiro.