Psicología del sueño: qué revela la costumbre de poner muchas alarmas para despertarse

Aunque parece una práctica inofensiva, programar múltiples alertas fragmenta el descanso y afecta el inicio del día. Qué explican los especialistas sobre este hábito tan común. Los detalles, en la nota.

JPFiaschi

El celular suena, lo apagás… y a los pocos minutos vuelve a sonar otra alarma. Para millones de personas, despertarse con múltiples alertas es parte de la rutina. Sin embargo, la psicología del sueño advierte que esta costumbre, lejos de mejorar el descanso, puede generar efectos negativos en la energía, la concentración y la salud cognitiva. Entender qué ocurre en el cerebro cuando recurrimos al famoso “cinco minutos más” ayuda a interpretar por qué este hábito se vuelve contraproducente.

Cuando las alarmas se multiplican y el sueño se fragmenta

Programar varias alertas para ganar minutos extra es una práctica extendida. Pero los especialistas explican que este comportamiento deteriora la calidad del descanso y condiciona el modo en que comienza la jornada. Las rutinas diarias y las conductas previas a dormir influyen directamente en cómo se despierta el cuerpo, y las alarmas repetidas interrumpen ese proceso natural.

Menos energía, incluso con intervalos mínimos

Los psicólogos coinciden en que activar varias alarmas reduce la energía disponible para el resto del día. Este efecto aparece incluso cuando las alertas suenan con apenas segundos de diferencia. La Dra. Rebecca Robbins, de la División del Sueño de Harvard, señala que las personas recurren a esta estrategia con la ilusión de dormir un poco más, aunque en realidad solo logran confundir al cerebro.

Qué significa para la psicología del sueño usar tantas alarmas

Según la evidencia científica, quienes programan múltiples alertas lo hacen para ganar tiempo para “despabilarse”. Sin embargo, Robbins destaca que el único resultado es fragmentar el despertar, lo que interfiere en la transición natural entre sueño y vigilia. Ese quiebre dificulta el inicio de las actividades diarias.

La inercia del sueño: el verdadero enemigo

El hábito de posponer o sumar más alarmas se relaciona directamente con la inercia del sueño, un estado de desorientación, somnolencia y bajo rendimiento cognitivo que aparece ni bien la persona se despierta. Si el cerebro no activa sus mecanismos de alerta de manera adecuada, la mañana se vuelve más lenta y exigente.

Lo que revelan los estudios recientes

Una investigación del sistema de salud Mass General Brigham analizó más de tres millones de noches de sueño. El estudio concluyó que el 56% de las personas usa la función “aplazar 5 minutos” y el mismo porcentaje configura varias alarmas consecutivas. Los participantes que recurren a esta práctica mostraron una frecuencia cardíaca más elevada y un sueño más ligero en los minutos previos al despertar.

Más alarmas, más dificultad para levantarse

La psicóloga especializada en sueño de la Clínica Cleveland, Alicia Roth, advierte que levantar la cabeza se vuelve cada vez más complejo cuanto más se repiten las alarmas. Es un círculo vicioso: el cuerpo se acostumbra a la interrupción constante y despierta en un estado menos descansado.

Un hábito cada vez mayor

Poner muchas alarmas parece un recurso práctico, pero los estudios y la psicología coinciden: fragmenta el descanso, intensifica la inercia del sueño y hace que el inicio del día sea más pesado. Ajustar los horarios, mejorar la rutina nocturna y permitir un despertar más natural puede transformar por completo cómo se siente la mañana.

 

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