Cerebro y autoconciencia

Es la elaboración intelectual de quienes somos. Es imposible pensarse sin pensar al otro

Ignacio Brusco

"La empatía siempre entraña un acto de autoconciencia"
D
aniel Goleman

Podría afirmarse que la autoconciencia es la elaboración intelectual de quienes somos, dónde o cuándo estamos y qué es lo que hacemos en términos generales. Tiene implícito además la posibilidad de descubrirnos y autoenjuiciarnos; y modificar la toma de decisiones consecuentemente.

El psiquismo humano trabaja como si el cerebro fuera un" hard" innato y la información cognitiva-emocional aprendida en un "soft". Ese hard comienza a trabajar muy temprano en el bebe con actividades de base. Como planteó el filósofo Immanuel Kant o también el psiquiatra Argentino Juan Carlos Goldar.

Absorbiendo un conjunto de información que se va aplicando epigenéticamente, sobre nuestra base cerebral. La llamada tabla rasa Kantiana, con ciertas funciones primitivas (lo lindo-feo y lo bueno-malo, luego lo ético y lo estético) a las que se le agregan nueva información y maduración del sistema nervioso. Generado por grandes cambios genéticos, neuroquímicos, proteicos y neuroplásticos subsecuentes.

Se ha comprobado que las personas con mayor performance asertiva son las que tienen más desarrollada su corteza cerebral frontal anterior. Stephen Fleming y su grupo del Centro de neuroimágenes del Colegio Universitario de Londres describen la importancia de esta gran estructura cerebral, muy desarrollada evolutivamente en el Homo sapiens, termina de madurar en la tercera década de la vida humana. Observaron que la mejor funcionalidad autoevaluativa tiene correlato con el volumen frontal (anterior), fundamentalmente a expensas del tamaño del cuerpo de las neuronas pero también por un aumento de las conexiones de las mismas. Por otro lado, se ha observado que personas que tienen lesiones cerebrales frontales disminuyen fuertemente su metacognición. Se ha planteado que además participan zonas de recuperación de la memoria y la orientación como el hipocampo que otorga la información imprescindible para que el cerebro evalúe si la toma de decisiones es correcta o no.

Esta capacidad de juicio de nosotros mismos se observa alterada en enfermedades como la esquizofrenia, cuando la persona no se da cuenta que padece un trastorno de su percepción de la realidad. También en la enfermedad de Alzheimer, en la cual muchas veces los pacientes no reconocen que están perdiendo la memoria. Existen además personas que, padeciendo una enfermedad neurológica (como por ejemplo una parálisis), no se percatan de padecer este problema, no reconociendo su propia enfermedad (anosognosia). Este no-reconocerse-a-sí-mismo se observa en pruebas en los niños pequeños, cuando al observarse en un espejo no se reconocen y actúan como si fuera otra persona que los mira. Igual situación puede suceder cuando una persona padece trastornos cognitivos graves.

Cuando construimos el criterio de realidad se aplican intrínsecamente procesos de subjetividad. Como plantea Immanuel Kant en la "Crítica a la razón pura" se construyen los objetos a partir del yo mental, es decir a partir de nuestro aparato psíquico.

El aparato mental se encuentra construido por el pensamiento, la emoción, la voluntad y la sensopercepción pero apoyado por la experiencia y la importación de la subjetividad de los otros. Puede pensarse que todo fenómeno de subjetividad lleva implícita la intersubjetividad para concebir la realidad.

El campo de la conciencia implica desde los procesos más simples, como saber nuestro nombre, hasta procesos metafísicos. Como preguntas complejas, deseos, el sentido de la vida o poder tomar decisiones a largo plazo. Implicaría conocerse a uno mismo en toda su complejidad, lo que se denomina "metacognición".

Cualquier interferencia en este ámbito, por supuesto de lo más simple a lo más complejo, puede modificar los procesos metacognitivos de reconocerse.

Dentro de la función consciente aplica además el conceptos que tenemos de los demás, llamado cognición social (también llamada "teoría de la mente").

Estudios con neuroimágenes funcionales muestran en la Resonancia Funcional que ante la simple decisión entre dos opciones, el proceso inconsciente aparecía en el cerebro hasta siete segundos antes que la persona tome la decisión consciente. En estas investigaciones se marcaba de manera diferente si se elegía por una opción u otra.

Es decir que habría en un principio una posición inconsciente durante los actos más simples que condicionan la toma de decisión. Ese principio plantea una vulnerabilidad del libre albedrío de la persona.

Ya arribada la información a la conciencia, esta podrá sin embargo asignarle criterio de realidad. Existirá un campo de lucha entre las emociones e instintos primitivos y la influencia cultural.

El lugar de lucha elegido es un gran núcleo de la subcorteza cerebral que es el "tálamo", que filtra toda la información sensorial, tanto externa como interna. Una especie de tamiz, a cargo del núcleo reticular que rodea todo esta gran estructura cerebral. Auditando y controlando la información que arriba a la conciencia.

Aunque además la alteración del sistema de información superior como sucede en las Demencias frontales, pueden producir modificaciones en el sistema de realidad.

El teórico cognitivo John Flavell, de la Universidad de Stanford, describió a la metacognición como un proceso que posibilita el juicio sobre uno mismo.

Ya se habían observado situaciones neurológicas de pacientes, que desconocían parte del espacio, del cuerpo o de su propia enfermedad.

Se describen alteraciones puntuales de centros, que se deduce, generan funciones específicas. Sin embargo estas actividades nunca dejan de estar engranadas con la red cerebral y corporal, lo que implica una función muy compleja; como lo es el reconocimiento de sí mismo.

No quedan ajenas áreas del sistema nervioso de evaluación de costos (ínsula) y de zonas emocionales (sistema límbico), que influyen sobre todo juicio que realizaremos sobre nosotros mismos.

Se piensa además que el crecimiento del lóbulo parietal superior en el Homo sapiens genera uno de los sectores que más se ha desarrollado en el humano, especialmente el precúneo, lugar que nos diferenciaría en las funciones con los otros primates y además entre humanos. Sería un lugar de encrucijada y comunicación especial entre el tiempo y el espacio, que daría independencia al yo. Y sector clave para la evolución.

Es imposible pensarse sin pensar al otro; siendo imprescindible la necesidad de considerar el espacio que nos rodea y específicamente la intersubjetividad, pues es imposible pensarse sin proyectarse en la otredad.

Ya el fenomenólogo Edmund Husserl, planteaba a este proceso como "impatía", como un modo de percibirse a sí mismo; siendo posterior la percepción del otro; que influye sobre la subjetividad, pero no puede ser inmediata.

Pareciera que esta problemática se expresa en una alteración del lóbulo prefrontal, sea por una falla funcional o porque se encuentre lesionado.

Los neurocientíficos de la Universidad de San Diego, Shimamura y Squiere, fueron los primeros en describir al lóbulo prefrontal anterior, como sector responsable de la metacognición, posteriormente se fue profundizando en diferentes estudios la relación de esta zona con los procesos de conocimiento de sí mismo.

Actualmente se ha descrito al área prefrontal anterior, con mayor tamaño en las personas de mayor metacognición. Asimismo, si este sector tiene mayores conexiones con la subcorteza, la persona tendrá más posibilidades críticas, sobre sus fallas en la autoconciencia.

Mensurar la cognición social y la metacognición, puede ser una herramienta muy útil para evaluar la posibilidad de psicosociorehabilitación, en problemas de salud mental. Siendo también propuesta para los procesos educativos, evaluando la capacidad de autocrítica y conocimiento del saber de los alumnos (saber que saben).

Sin embargo la autoconciencia tiene dos puntos débiles. Primero puede ser falaz y necesita de los otros para que lo corrijan.

Segundo el cerebro puede quedar establecido en una función de supervivencia. Porque nos hace sobrevivir pero no tienen como objeto final la felicidad, cómo plantea el biólogo argentino Estanislao Bachrach.

Probablemente debido a la imbricación entre metacognición (capacidad de enjuiciamiento de sí mismo) y cognición social (evaluación empática de los otros) conforme el mejor sistema funcional de la conciencia. Que permita además conocernos y además evaluar a los otros para partir de ello tomar decisiones.

Nada asegura la felicidad con un órgano como el cerebro asociado a nuestro influyente cuerpo, que amortigua y se acostumbra a consignas de supervivencia, quizá no del todo sanas para nuestra calidad de vida. Esto será mayor si se produce en un supuesto autosuficiente, en el que no obtengamos o escuchemos la crítica externa.

Aún el mejor jugador del mundo necesita de un director técnico que lo evalúe y le corrija su posición en el tiempo, el espacio y su toma de decisiones.

*Neurólogo cognitivo y doctor en Filosofía.
Prof. titular UBA. Conicet

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