Murió Enrique Eskenazi: el ingeniero que transformó empresas en imperios

A los 99 años, falleció Enrique Eskenazi, fundador y presidente del Grupo Petersen. Reconocido como pionero en la construcción y la banca

BAE Negocios

Figura emblemática del empresariado argentino, Enrique Eskenazi murió en su casa a los 99 años, según informó su familia mediante un comunicado. Fue despedido en una ceremonia privada, acompañado por sus cinco hijos, catorce nietos y nueve bisnietos. "Sus restos descansarán junto a los de su esposa, Hazel Sylvia Toni Storey de Eskenazi", señala el texto que rinde homenaje a una vida marcada por la innovación y la visión estratégica.

Un constructor de imperios

Nacido el 4 de agosto de 1925 en Santa Fe, Eskenazi se graduó como ingeniero químico en la Universidad Nacional del Litoral y perfeccionó su formación en Chicago. Su carrera tomó impulso en 1981, cuando adquirió la empresa constructora Petersen, Thiele y Cruz, entonces al borde de la quiebra. Transformó esa compañía en el núcleo del Grupo Petersen, un conglomerado que abarca los sectores de la construcción, la banca, la agroindustria y la energía.

Entre sus logros más destacados figura la adquisición de cuatro bancos provinciales: el Banco de San Juan, el Banco de Santa Cruz, el Nuevo Banco de Santa Fe y el Nuevo Banco de Entre Ríos. Hoy, el conglomerado cuenta con 215 sucursales bancarias y una presencia sólida en la agroindustria y los servicios urbanos.

Entre éxitos y polémicas

La carrera de Eskenazi también estuvo marcada por momentos controvertidos. Entre 2008 y 2012, fue vicepresidente de YPF durante la participación del Grupo Petersen como accionista de la petrolera bajo la gestión de Repsol. Y en 2018, el Banco San Juan, una de las entidades del holding, recibió una multa de USD 17,7 millones por operaciones cambiarias irregulares, lo que generó cuestionamientos sobre la transparencia de sus negocios.

Un legado cultural

Más allá del ámbito empresarial, Eskenazi dedicó tiempo y recursos a la promoción cultural. Apasionado por la música barroca, apoyó al Teatro Colón con iniciativas que acercaron el arte a la ciudadanía, como la instalación de una pantalla gigante en la Plaza del Vaticano. También dejó su huella en espacios emblemáticos como el Rosedal de Palermo y el sepulcro de Domingo Faustino Sarmiento en el cementerio de Recoleta.

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