Avances, barreras y aprendizajes para las emprendedoras
Mejoran las condiciones para crear una empresa, a pesar de algunas barreras que persisten
Las nuevas empresas lideradas por mujeres representan una potencial para ampliar la base de la actividad emprendedora. Sin embargo, las barreras persisten y, en la mayoría de los ecosistemas analizados, las condiciones siguen siendo poco favorables no solo para el surgimiento sino también para la consolidación de los emprendimientos femeninos.
Aunque existen señales alentadoras, como la equidad en el acceso a la educación superior y la creciente incorporación de la perspectiva de género en políticas públicas y organizaciones de apoyo, no logran revertir otras desigualdades estructurales.
El acceso limitado a empleos calificados y bien remunerados o a posiciones de liderazgo condiciona las posibilidades de desarrollar capacidades, contactos e incluso recursos que luego serán relevantes para el emprendimiento.
A ello se suman los obstáculos específicos que actúan sobre el proceso de emprendimiento. Un informe del Grupo de Ecosistemas Inteligentes de América Latina (GEIAL) sobre el estado en la región muestra que las diferencias más notorias se concentran en el acceso al financiamiento: las mujeres encuentran más dificultades que los hombres para atraer capital y sostener sus proyectos en etapas de crecimiento. Además, se suman barreras culturales y relacionales, que limitan su capacidad de vincularse con otros empresarios, proveedores y colegas, restringiendo el acceso a redes clave para emprender.
Otro aspecto señalado en el informe GEIAL, es la menor disponibilidad de tiempo que enfrentan muchas emprendedoras debido a la carga de responsabilidades familiares, lo que reduce su posibilidad de dedicarle al negocio la intensidad horaria que demanda su desarrollo. Estas limitaciones, en conjunto, configuran un terreno desigual que debe ser atendido con políticas y programas de apoyo con perspectiva de género.
Los principales resultados del análisis de las condiciones sistémicas para el emprendimiento dinámico indican que los ecosistemas latinoamericanos se ubican en niveles que van de "medio-alto" a "medio-bajo", sin que ninguno de ellos pueda ser calificado como de alto grado de desarrollo.
El ranking lo lideran San Pablo, Monterrey, Bogotá, Santiago y Medellín, es decir, grandes ciudades, pero también hay ciudades intermedias en posiciones destacadas. Esto significa que no hay una relación lineal entre la escala poblacional y el grado de desarrollo de las condiciones para el emprendimiento. De todos modos, existe una brecha muy importante en su nivel de desarrollo, dando cuenta de la gran heterogeneidad de contextos que enfrentan los emprendedores de cada ciudad, inclusive dentro de un mismo país.
Emprendedoras locales, un punto de partidaPor lo general suele haber cierta base de emprendedores locales, pero retenerlos es un desafío. Por lo tanto, es clave ampliar dicha base, así como también desarrollar mejores condiciones para que los ecosistemas se vuelvan más atractivos y tender puentes con los que emigraron para capitalizar sus aprendizajes, conocimientos y contactos.
Otro aspecto relevante es que los espacios formativos por fuera del sistema educativo suelen jugar un papel importante en el desarrollo de capital humano emprendedor. Pero para forjar los emprendedores del mañana es clave avanzar en la implementación de la educación emprendedora en las instituciones de enseñanza media, así como también mejorar los esfuerzos que se vienen haciendo desde las universidades.
En buena parte de los ecosistemas suele haber fuentes de oportunidades potenciales que los emprendedores dinámicos podrían aprovechar para construir o perfeccionar sus propuestas de valor.
Hacer negocios con empresas localizadas en el mismo ecosistema es una de esas fuentes de potenciales oportunidades, especialmente para los emprendedores de ciudades grandes como San Pablo, Medellín, Monterrey, Buenos Aires y Montevideo.
La importancia de las firmas tecnológicas, por ejemplo, es un 50% mayor en las ciudades grandes que en las intermedias. Entre estas últimas, es más importante el papel que juegan las empresas agrupadas en diversos clésteres sectoriales más tradicionales, como sucede en Manizales y Antofagasta.
Un punto que puede contribuir al desarrollo es que hay grandes compañías que están buscando innovar con el apoyo de las empresas nuevas y jóvenes, esperando que ellas les puedan aportar soluciones en forma más ágil y económica. Estas oportunidades no solo están surgiendo en grandes ciudades como San Pablo, Medellín, Monterrey, Buenos Aires y Montevideo sino también en algunas intermedias como Antofagasta, Valparaíso y Concepción.
La situación es menos alentadora en lo que respecta a las instituciones de ciencia y tecnología como plataforma para innovar a través de la creación de empresas. Solo una minoría de los ecosistemas cuenta con una buena plataforma de partida.
El financiamiento, una deudaLos emprendedores no suelen encontrar buenas condiciones de financiamiento. No obstante, esta situación es más favorable en el caso de los ecosistemas chilenos y de Montevideo, donde hay más acceso a fuentes públicas, o en el caso de San Pablo y Monterrey debido al rol de la inversión privada. Esto sucede en el contexto de políticas públicas favorables para los emprendedores que existen en Chile y Uruguay. Sin embargo, las regulaciones son un talón de Aquiles para todos los ecosistemas sin excepción.
Se necesita una agenda de desarrollo del ecosistema con recursos para la acción y un espacio institucional para impulsar el trabajo colaborativo (gobernanza), hitos de una hoja de ruta por recorrer en la mayor parte de los ecosistemas .En casi todos los ecosistemas hay nuevos esfuerzos para atraer a inversionistas del exterior y en varios está aumentando la inversión en emprendimientos locales.
Los gobiernos, en cambio, suelen mostrar evidencias más modestas de avance, focalizadas en el lanzamiento de nuevos programas, así como también en mejorar la efectividad y el número de emprendedores que acceden a ellos. No ocurre lo mismo con las regulaciones, donde prácticamente no hay signos de progresos.