La hora del Brasexit

Derecho económico

Alberto Biglieri

Como ya sostuvimos reiteradamente en estas páginas, puede el mundo soportar uno o dos mandatos de Trump como toleró el camino de la Unión Europea, la década de De Gaulle en Francia cuando congeló las decisiones no unánimes para proteger de subsidios a su producción agropecuaria y rechazó la incorporación de los británicos a la, por ese entonces, Comunidad Económica Europea.

El Mercosur soportó la llegada de Chávez y para ello el engendro de la suspensión de Paraguay, y luego la suspensión de Maduro. Todavía hay alguna esperanza de que esa tolerancia para la supervivencia siga en la línea, que propiciamos, de comprender la necesidad de una dinámica y estrategia unificada en lo regional para enfrentar dignamente la globalización total de la vida económica del Siglo XXI.

El título de la columna de hoy nos permite jugar un poco más que con el muy british Brexit. La larga y lenta salida del Reino Unido de la Unión Europea, todavía está por verse. La salida de Brasil del MERCOSUR parece más erótica, más sexy para los intereses del capital internacional. Casi un anuncio de una futura infidelidad confesada por el futuro superministro Paulo Guedes, que en un largo matrimonio puede ser perdonada si no se escandaliza.

Cualquier intento de modificar el sistema de acuerdos que han llevado al proceso de integración regional en el que vivimos al grado en el que hoy se encuentra, requiere indispensablemente de venia parlamentaria en cada uno de los Estados Partes. Unanimidad para modificar o largo peregrinaje de salida.

Como la receta de De Gaulle en 1966 con el Acuerdo de Luxemburgo, con la proximidad del ingreso de Bolivia y la lejanía de solución democrática para Venezuela, lo más probable es que el almanaque apacigüe el impulso inicial de Bolsonaro. Dolido torcedor de Palmeiras, la épica boquense lo alejó de Macri en el primer negocio globalizado que ambos países compartimos. En la final de la Libertadores no podían compartir palco. Pero a los dos les interesa integrar el negocio petrolero con PDVSA y fundar una multinacional que aspire al podio. Ahí se diluyen los prejuicios ideológicos.

Con mucho menos volumen, y mucha más paciencia, Uruguay también viene planteando la necesidad de flexibilizar la posibilidad de acuerdos individuales con países extraregión. Puede ser una buena oportunidad para mostrarles a todos los interesados el desarrollo de nuestro derecho público subfederal. En la Carta Orgánica de la Municipalidad de Esquina, Corrientes, se prevé la convocatoria para reformarla cada diez años. Y se debe elegir a los representantes para que se sienten a modificarla o ratificarla. La velocidad del cambio permanente y de los tiempos que corren, puede preverse. Hay que esforzar las ganas y aportar ideas.

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