La nueva "guerra de monedas"

Por las sanciones económicas, cada vez más países buscan alejarse del dólar para el comercio exterior

hmedina

Hace poco más de un año atrás, cuando Donald Trump asumía como presidente de los Estados Unidos con una plataforma en la que prometía proteccionismo y abandono de la globalización como recetas para “Hacer Estados Unidos grande de nuevo”, no eran muchos los que pensaban que esto podía efectivamente materializarse de la forma en la que el empresario inmobiliario lo hizo.

Tanda tras tanda de aranceles a productos diversos, empezando por el acero y el aluminio, comenzaron a caer sobre amigos y enemigos comerciales de Washington, con el objetivo principal (pero no el único) de disminuir el abultado déficit comercial estadounidense, básicamente con China.

La política de anunciar suba de gravámenes para después negociar mejores acuerdos hasta el momento le funcionó con la Unión Europea, y con su más próximos socios comerciales, México y Canadá, que aceptaron renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA por sus siglas en inglés). Pero con el gigante chino (la única de las civilizaciones antiguas que todavía persiste sobre el planeta), esa receta no parece estar dando resultados. Tampoco con otros países a los que les aplicó el mismo método por motivaciones, en la superficie, políticas, como son los casos de Venezuela, Rusia, Corea del Norte y (el último en agregarse) Irán.

Moscú y Beijing dieron el puntapié para el intercambio

Pero no sólo no ha funcionado esa política comercial, sino que amenaza con volverse en contra de Trump y afectar la que tal vez sea la mayor herramienta con que cuentan los Estados Unidos para ejercer su hegemonía (además de las armas, por supuesto): el dólar.

Los acuerdos de Bretton Woods, al concluir la Segunda Guerra Mundial, establecieron un sistema monetario internacional que adoptó el patrón oro-divisas. Estados Unidos, como principal potencia comercial mundial (rol en el que reemplazó a Gran Bretaña) se comprometía a mantener el precio del oro (junto con la plata, reserva de valor de todos los países del mundo) en 35 dólares por onza al permitir la compraventa del preciado metal a ese precio de forma ilimitada.

En 1971 el presidente estadounidense, Richard Nixon, cambió las reglas del juego y abandonó el patrón oro sin el consentimiento del congreso, dando lugar al denominado dinero Fiat, papel moneda sin respaldo alguno de valor pero que dio paso a una época de expansión económica sin precedentes.

Otro paso sustancial fue cuando en 1974 el comercio global de petróleo se fijó en dólares, al aceptar Arabia Saudí, principal productor mundial, utilizarlo como divisa de referencia del mercado petrolero. Esto le otorgó al dólar un valor de moneda de cambio universal para las transacciones comerciales prácticamente entre todos los países del mundo, lo que le otorgó una primacía de la que todavía goza.

Ahora, con las sanciones de Trump pendiendo como una espada de Damocles sobre las economías de numerosos países, incluso para varios de ellos bloqueando hasta la posibilidad de realizar transacciones bancarias y la compra y venta de dólares, son cada vez más los países que anuncian su intención de dejar de usar la moneda estadounidense para sus operaciones de comercio exterior.

Recientemente China firmó contratos futuros de compra de petróleo en yuanes, con la opción de convertirlos en oro, lo que posibilita a exportadores como Rusia, Venezuela e Irán evitar el uso del dólar. Este país asiático es el mayor importador de petróleo del mundo y está preparándose para crear un nuevo modelo de mercado, que evita por completo el uso de dólares, lo que supone un duro golpe a la influencia global del dólar estadounidense.

Moscú y Beijing hace más de un año acordaron ignorar el dólar en sus intercambios y comerciar directamente con sus respectivas monedas nacionales.

La moneda norteamericana mantiene el liderazgo mundial en el mercado de divisas y lo hará por varios años aún, pero al proponer Beijing cambiar los yuanes por oro en sus acuerdos, refuerza el valor y credibilidad de su moneda, y amenaza con ampliar su influencia comercial y política en distintos continentes.

Además, otros países como Irán, Turquía, Rusia, Japón y la India comienzan a abandonar el dólar y utilizar sus monedas nacionales en el comercio bilateral lo que a la larga podría producir un gran impacto negativo en la moneda estadounidense y en la economía de EEUU.

En este nuevo escenario las reservas del dólar estadounidense almacenadas en los bancos centrales de los países de todo el mundo pronto podrían volver a EEUU, lo que amenazaría con derivar en un colapso económico de gran envergadura y de consecuencias impredecibles. Consultado respecto de este movimiento en el intercambio global, Raúl Ochoa, especialista en comercio exterior, dijo a BAE Negocios que “sobre todo con China el tema tiene que ver con una postura de Beijing para tratar de imponer su moneda como valor internacional de cambio, a eso obedecen la cantidad de países que firmaron swaps con China; el intercambio es la otra pata del otorgamiento de un crédito que pasa no por el dólar sino por la moneda local y la conversión a yuanes”. Resalta Ochoa que “esa es una forma de que la moneda que más se usa vaya no perdiendo dominio pero sí que haya una alternativa, porque hoy todo es dólar, se usa bastante el euro sobre todo en Europa, pero hay una situación de dominio el 85% de la moneda que se usa para el intercambio que es el dólar”. Sobre las posibles motivaciones de los distintos países para impulsar el reemplazo del dólar por otras monedas, considera que “es una forma de buscarle la vuelta a no depender tanto de Estados Unidos y sobre todo para los países emergentes y en desarrollo les da una mano, ya que por ejemplo a la Argentina el swap le permitió utilizar eso como si fueran reservas y poder cancelar deuda que surgía por el déficit comercial, con la moneda local convertida en yuanes, sin necesidad de acudir al dólar”.

Con varios de los principales productores de energía del mundo comerciando en otras monedas, como los ya citados Irán, Venezuela y Rusia, además de la apuesta estratégica de China por internacionalizar el yuan como moneda de intercambio, si bien los analistas estiman que el dólar puede mantenerse como moneda hegemónica por unos diez o quince años más, la generalización de las sanciones y presiones de Estados Unidos sobre la comunidad internacional puede hacer que ese proceso se acelere. Algo que, sin duda, no será una buena noticia para las empresas y sobre todo los consumidores del mercado estadounidense.

Esta nota habla de: