Bella revisión para el fin de semana largo: todo Wes Anderson en Star+
Probablemente Wes Anderson sea uno de los directores de cine más fácilmente reconocibles -por su estilo- del cine actual. También es un gran humorista y uno de los pocos con una mirada totalmente original en el cine de hoy. Un fin de semana otoñal es ideal para revisar su obra, toda en Star+
Hay algunos realizadores que gustan muchísimo a los críticos y que, por casualidad, suelen gustar también muchísimo al público no especializado. No son muchos los nombres (recientes) en esa categoría de cine personal y accesible: Quentin Tarantino, Paul Thomas Anderson y el más joven de esa generación Wes Anderson, que además se reconoce ante un solo fotograma. Anderson pertenece a una generación que se formó en el cine alrededor del gran Peter Bogdanovich, que fue su profesor y el de sus amigos Spike Jonze y Sofía Coppola. Por el lado de Sofía, de paso, conoce a Francis Ford: estos realizadores anclan su tradición en los iconoclastas de los años setenta, pero son mucho más amables -temáticamente hablando- que ellos. El caso de Anderson, además, incluye un fuerte trabajo sobre lo teatral y sobre el artificio (eso de que sepamos "de entrada" que algo es falso) y una cierta influencia europea que a veces respeta y de la que muchas otras, se burla. Dado que en Star+ están casi todas sus películas (falta su opera prima Bottle Rocket, que cada tanto aparece en Mubi, la última, Asteroid City, que por ahora está en Max pero va a terminar en Star+, y el corto La maravillosa historia de Henry Sugar, que está en Netflix y le dio al realizador su primer Oscar) y que son todas muy lindas, vamos a recomendarlas.
Cronológicamente, la primera en la plataforma es Rushmore, aquí conocida como Tres son multitud. Es la historia de un alumno genial en un colegio tradicional ("genial", sí, pero bastante indolente) enamorado de una profesora, y del filántropo que sostiene tal escuela, también enamorado de la misma profesora. Lo que se inicia como una amistad extraña se convierte en una rivalidad con elementos totalmente ridículos. El duelo entre Jason Schwartzman y un brillante Bill Murray (los dos, de paso, presentes constantes en la obra de Anderson) alcanza ribetes surreales pero -ojo- también muy emotivos. La adaptación teatral de Apocalypse Now (!!!!) es uno de los momentos más altos de esta película melancólica y ácida por partes iguales.
De todos modos, quizás la obra maestra de Anderson sea -y siga siendo, aunque podemos discutirlo- Los excéntricos Tenembaum. Otra vez tenemos un elenco enorme (Gene Hackman, Angelica Huston, Ben Stiller, Owen y Luke Wilson, Gwyneth Paltrow) y esos planos fijos que destilan humor de historieta y un poco de melancolía al mismo tiempo. Esta es la historia de un millonario totalmente amoral que vuelve para reencontrarse con sus tres hijos (un genio de las finanzas, un campeón de tenis, una artista de vanguardia). Ahora bien, ese millonario es un pícaro cuyo comportamiento libre contrasta con el de estos personajes. Para ser de esas películas en las que la aparición de un ser anárquico "libera" a los protagonistas, es mucho más. Hay momentos de una comicidad tremenda, hay un par de momentos de una tristeza casi infinita (el disco de los Stones), y hay una puesta en escena obsesiva y detallada que permite encontrar detalles muy cómicos cada vez que se la revisa. No se parece a nada.
La vida acuática sigue un poco el molde de Los excéntricos, en este caso el personaje aglutinante es un aventurero submarino (Bill Murray) inspirado más o menos en Jacques Cousteau. Pero es otra vez la historia de amores cruzados y, en este caso, de cierta rivalidad entre padre e hijo, así como un cuento en el que la fama y la fortuna se ponen en tela de juicio. Por momentos, la película es una parodia y un homenaje a Moby Dick, la excelsa novela de Herman Melville. Por momentos, una farsa realizada con buen gusto sobre la celebridad. Murray está perfecto.
Es probable que el viaje de tres hermanos para realizar un ritual en honor a su padre muerto que es la base de Viaje a Darjeeling tenga algunas debilidades. No en el elenco que conforman Schwartzman, Owen Wilson (gran colaborador desde el principio de su carrera del director) y Adrien Brody, tres hermanos que no la pasan bien ni cumpliendo con el pedido de un muerto (los padres son tremendos en las películas de Anderson) como en compañía mutua. Pero hay algo divertido: todo está tan conscientemente subrayado que la película deriva al humor absurdo muy rápidamente. Y emociona.
Anderson es, además, uno de los mejores realizadores de animación de los últimos años y lo ha demostrado tanto con su adaptación de una novela de (de pie) Roald Dahl, El fantástico Mr. Fox (voces de George Clooney y Meryl Streep más la troupe habitual de Anderson) y con la muy bella Isla de perros. En ambos casos, se trata de stop motion, animación con muñecos, y en ambos casos se evitan los efectos especiales demasiado evidentes para optar por un cine con gran artesanía. Son películas sobre gente poco adaptada al mundo que tiene que optar por encontrar un camino propio para sobrevivir y ser feliz. Las dos son perfectamente compatibles con los niños, infantiles en el mejor sentido del término.
También es infantil Moonrise Kingdom, donde un chico y una chica de doce años se enamoran y deciden huír juntos. Toda la acción se desarrolla en una isla donde, además, está a punto de desatarse una terrible tormenta. Aunque no fue la mejor tratada por la crítica, aquí Anderson muestra casi su manual de estilo y su intención general: considerar el cine como un juego que genera emociones. Más allá de las subtramas, el elenco -que incluye muy buenos y divertidos trabajos de Bruce Willis, Tilda Swinton y Edward Norton- se divierte tanto o más que el director.
Lo que nos lleva a su "otra" obra maestra, El gran hotel Budapest, que homenajea el clima y las formas del escritor Stefan Zweig. Esta comedia narra varias cosas, como un documental sobre un escritor y la obra de ese escritor puesta en la pantalla (la pantalla, de paso, asume diferentes formas o tamaños de acuerdo a lo que se narre) y todo gira alrededor de un conserje (uno de los mejores trabajos de Ralph Fiennes, con un humor único), de su aprendiz, de una chica, del robo de un cuadro, de una organización secreta de conserjes y de una persecución terrible. Todo, de paso, en un mundo donde lo caballeroso todavía era posible, un mundo anterior a los nazis. La cantidad de invenciones que tiene esta película es enorme, y el tono entre la farsa y el melodrama, único.
Y llegamos a La crónica francesa, que es un compendio de tres "crónicas" alrededor de una especie de revista intelectual. Más allá de lo paródico y del elenco también enorme (repiten Schwartzman, Wilson y Murray, más Tilda Swinton, Frances McDormand y un largo y talentoso etcétera), aquí Anderson combina todos los recursos del cine para narrar cuentos de un modo totalmente nuevo. Es decir: hace algo nuevo con herramientas tradicionales que van desde el teatro hasta el dibujo animado. Los momentos cómicos son de una gran potencia -mucho en el estilo de Anderson, en ese sentido, recuerda a Buster Keaton y a Jacques Tati- y los emotivos quizás no tanto como en otras películas. Pero otra vez, destaca la intención y la generosidad enorme hacia el espectador. Para ser un cine que parece raro y experimental, es muy accesible y nos incluye en su juego. Anderson es de los pocos realizadores que aún confía en el espectador inteligente, tenga la edad que tenga.