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Cine cómico (cuando faltan risas) en Qubit.TV

Está bien, es un tiempo aciago, oscuro, lleno de problemas, con una guerra ahí nomás y oscuridad de todo tipo. No está mal encontrar cómo reírse un poco, entonces. Aquí, un recorrido por el cine cómico en a plataforma dedicada a clásicos. Videos.

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La diferencia entre la comedia y la comedia cómica es bastante difícil de apreciar. Lo que define a la comedia es que lo falso es ostensible: el comediógrafo nos "dice" que aquello que estamos viendo es una ficción. Por eso los franceses le dicen "Comédie" al teatro nacional, no porque solo se hagan obras risueñas, más allá de que el mayor escritor teatral de su historia haya sido, justamente, un comediógrafo, Molière, sino porque las obras de teatro son "falsedades", ficciones. La comedia va de lo infeliz a lo feliz, por lo demás (de allí el nombre de la Divina Comedia, que va del Infierno a la visión de Dios), pero en la cómica todo el elemento absurdo, imposible, caricaturesco, se exacerba. No solo sabemos que lo que vemos es falso, sino también que es imposible. Y lo sabemos de entrada. Esa imposibilidad es la que nos impide que nos duela si un personaje cómico se cae o golpea, como pasa mucho en el cartoon. La comedia cómica es, entonces, un grado más que la comedia.

Recorramos algunas películas cómicas de Qubit.TV, que tiene una selección clásica más que notable donde no falta ninguno de los grandes nombres, y veamos cómo funciona todo esto. De paso nos reímos, que hace demasiada falta en estos tiempos. Arranquemos por Buster Keaton, probablemente uno de los mayores cineastas de la historia. Deje de lado que sea mudo y en blanco y negro: Keaton era absolutamente moderno. En Las siete oportunidades es un tipo tímido que no puede declararse a su vecina. Le llega una carta: heredará una fortuna si se casa en cierto plazo, a pocas horas de vencerse. Buster busca una chica en un club, ayudado por un amigo. No lo logra. La timidez lo atenaza. El amigo le dice que espere en la Iglesia y llegan cientos de mujeres vestidas de novia que lo persiguen por calles, montañas y prados. Todo llega al paroxismo de la exageración sin que Buster cambie su cara de nada, y convierte cada objeto en otra cosa para escapar del vendaval de novias. Esa hipérbole es comicidad absoluta.

O Chaplin. Chaplin hizo en 1940 El gran dictador, que hoy es más que pertinente. Se rió, en el peor momento posible (a muchos conservadores estadounidenses no les hizo la menor gracia) de Hitler, interpretando a un peluquero judío igualito a cierto dictador de bigotito. Chaplin usa el cuerpo en el plano de un modo asombroso, y se mueve como un muñeco víctima de las circunstancias, hasta el tremendo discurso final, pacifista y antibélico en uno de los finales más irónicos de la historia del cine. Chaplin como Hynkel, el dictador (hace los dos roles) es un ejemplo de pura caricatura.

Los hermanos Marx fueron un misil de caos en la comedia sonora de los años 30 y 40. Hicieron algunas de las películas más subversivas de la historia, con momentos que están en la antología del surrealismo mientras demolían todas las instituciones habidas o por haber. Sopa de Ganso, en el que una nación ficticia llamada Freedonia y gobernada con mano de lata por Groucho va a la guerra (y donde Chico y Harpo son los Peores Espías del Mundo) es un buen ejemplo. La estupidez de la política y de los militares, la diplomacia reducida a mentiras flagrantes y la secuencia en la que Harpo enloquece a un vendedor de limonada con su rodilla y su sombrero (sic, absolutamente sic) bastan para que uno se vuelva definitivamente marxista.

Jerry Lewis fue un cambio fundamental en todo esto. Gracias a "educarse" como cineasta con Frank Tashlin, cuyos primeros trabajos fueron como dibujante y creador de Looney Tunes, incorporó el surrealismo y el absurdo absoluto en la comicidad, mucho más allá -gráficamente- que los Marx, aunque la crítica social y política -que existe- es más sutil detrás de las payasadas. Su mayor obra maestra de su carrera es El terror de las chicas, donde construyó una (literal) casa de muñecas tamaño real en un set (y se ve, sin paredes, como toda casa de muñecas) para narrar el cuento de un muchacho tímido que le tiene miedo a las mujeres ocupado como asistente en una pensión con treinta chicas hermosísimas. Casi no hay un "cuento", sino gags libres, algunos totalmente absurdos y con huellas claras de la animación.

En Italia en la posguerra, apareció el Neorrealismo, que llevaba la cámara a la calle para armar historias con lo que pasaba allí en esa reconstrucción. Pero después eso derivó en muchas cosas, entre ellas la commedia all'italiana y a los filmes de episodios donde la realidad era exacerbada hasta la crueldad. Un ejemplo clarísimo es Los nuevos monstruos, de Dino Risi, Ettore Scola y Mario Monicelli. Ahí un grupo de comediantes (Vittorio Gassman, Ugo Tognazzi, Alberto Sordi y más) satirizaban a niveles crudelísimos a los burgueses que habían surgido en el "miracolo". La batalla de comida en la cocina de un restaurante donde "gente bien" va a comer "comida de pueblo" es una prueba del arte cómico, de las más altas y disparatadas.

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