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El discreto encanto del cine de Luis Buñuel en Mubi

Las últimas cuatro películas de uno de los genios mayores del cine están para disfrutar en la plataforma Mubi: cuatro películas que, desde el humor surrealista y salvaje, cuestionan todas y cada una de las aristas de la sociedad. Luis Buñuel, señores, para revisar y descubrir.

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Aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir: Mubi subió las últimas cuatro películas de don Luis Buñuel, uno de los mayores cineastas de todos los tiempos y, como corresponde a ser uno de los mayores cineastas de todos los tiempos, un tipo divertidísimo que se burlaba absolutamente de todo y de todos. El problema de Buñuel es que muchos lo han tratado de misántropo y, dado que en sus últimas películas (estas que vamos a recomendarle) atacaba sobre todo a la burguesía europea, se lo creía un revolucionario. Lo era, pero de las formas: su gran enemigo era el lugar común y los rituales "de prestigio". Lo mismo que en estos filmes hace con los tipos de plata de la Europa setentista, lo hace con los pobres de toda pobreza en Los Olvidados. Cuando llegó a Europa y comenzó a hacer películas en Francia con guiones de Jean-Claude Carrère, se ocupó un poco de otro tipo de personajes. Pero la ferocidad seguía ahí y no tenía límites.

La primera de estas películas es Belle de Jour, más conocida por sus aristas eróticas (como todo hijo del surrealismo, Buñuel tenía una mirada sardónica sobre el sexo) que por su verdadera filiación de comedia satítrica. El tono, en realidad, es el del melodrama: una mujer atractiva (de los mejores trabajos de Catherine Deneuve), con un marido bueno y normal, es inducida al "pecado" por un amigo de la pareja (otro grande, Michel Piccoli) y finalmente cae en la prostitución con el nombre ficticio al que da título la película. Pero Buñuel no se queda con las tristes infidelidades de la señora: llena la película de detalles que son absolutamente cómicos (la "cajita" que un cliente emplea con la señora) y desaforados, incluso una serie de soluciones a la trama que parecen una exageración del melodrama romántico hasta romperlo en pedazos.

Luego tenemos el filme que le dio el Oscar a la Mejor película extranjera, El discreto encanto de la burguesía. Ah, sí, perdón: en esos tiempos, competían por el Oscar tipos como Bergman, Fellini, Rohmer o Truffaut. En fin, acá ganó el aragonés. La película no tiene una estructura clásica, sino que siguen a un grupo de personajes -todos evidentemente burgueses pagados de sí mismos- que lo único que buscan es reunirse y cenar. Pero esa reunión nunca -pero nunca- llega a ser lo que debería porque es interrumpida constantemente. A veces por motivos casi lógicos (la gracia es que uno no las espera), a veces por acontecimientos que son directamente irreales. Lo que causa hilaridad es que no importa lo extraño del contexto, estos seres se siguen comportanto de la misma manera, como si a su alrededor "no pasara nada". Esa burla constante generó el malentendido de Buñuel como cineasta de izquierda. En realidad, Buñuel no es ni de izquierda ni de derecha: está arriba de eso.

Algo que se ve bastante mejor con su siguiente filme, la salvaje El fantasma de la libertad. El recorrido libre de El discreto... acá es mucho más radical. Son catorce episodios vagamente unidos por la recurrencia de algunos personajes, pero totalmente enloquecidos. Es bastante difícil de describir, pero cada viñeta incluye un poco de ironía y de sátira, giran alrededor de instituciones a las que Buñuel le falta hermosamente el respeto. Pasa de todo: desde estatuas que agreden personas hasta padres que miran postales de su niña, pasando por un francotirador que hace puntería contra ciudadanos, es condenado a muerte y sale en libertad. No, para nada la provocación de Buñuel es una "moda": El fantasma... es una especie de continuación de su primera obra maestra sonora, La edad de oro (está para verse completa en YouTube), que sufrió prohibiciones y hasta quema de cines. Aquí ya estamos en los setenta contestatarios y Buñuel pudo decir lo que quiso y ser considerado -merecidamente- un maestro.

Y finalmente, tenemos para ver su última película: Ese oscuro objeto del deseo, que recuerda mucho a su obra maestra Viridiana. El núcleo del filme son los intentos de un señor de muy buen pasar (Fernando Rey, que aparece en todas estas películas -y fue, al mismo tiempo, el genial villano de Contacto en Francia) de seducir a su sirvienta, una joven de 19 años. Pero lo que en principio parece un ejercicio de poder se va transformando en una especie de irónica competencia entre los dos personajes, y como siempre en el cine del realizador, va por otros caminos totalmente poéticos y salvajes. Lo que hace Buñuel en esta película, no casualmente conicidente con el auge del sexo explícito en el cine, es reírse de las convenciones y los tabúes. Lo hace con buen gusto (algo que no creemos necesario explicar es que Buñuel filmaba muy bien) y tomando las herramientas desaforadas del melodrama para romperlo todo.

Estas cuatro películas, además, mostraba dos cosas. La primera, es que Buñuel era un cineasta de una juventud extraordinaria, compitiendo de igual a igual con muchos jóvenes "contestatarios" de los setenta cuya obra no ha pasado a la posteridad, a diferencia de la de don Luis. La segunda, mucho de los temas (no así las imágenes: Buñuel era también bastante pudoroso) que tocaba y se animaba a destrozar hoy serían tabú. No sólo algunas prácticas sexuales -Buñuel era declaradamente fetichista- sino en cuanto a los lugares comunes de la moral burguesa. Moral que hoy se disfrazó de corrección política "de izquierda", pero sigue siendo lo mismo. No se pierdan estas sátiras de un gran sátiro.

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