Músicos en el cine: el juego del melodrama en la grilla de HBO Max
Biografías de cantantes o músicos (reales o inventados) hay millones. De hecho, constituyen un género en sí mismo. Aquí vamos a recomendarles varias, de lo trágico a lo cómico, que aparecen en la grilla de HBO Max. Para disfrutar con ojos y oídos.
Hemos hablado más de una vez del musical, ese género que todos ocultan amar. El origen de la vergüenza al respecto quizás sea que apela a la música o el canto para que la historia avance, y eso es tan artificial que nos parece incluso cursi. Pero el musical es el género que mejor hereda las raíces del arte popular previas al cine: el melodrama, la ópera, la novela e incluso el cuento de hadas. Y esto sucede de modo mucho más evidente cuando se trata de biografías de músicos (inventados o no). En general el cuento es siempre el mismo: origen humilde, descubrimiento, talento descomunal que lleva a la cima, caída final y redención (por la obra o por el éxito). Pero ese esquema es una perfecta metáfora de la vida de cualquiera, con un agregado: la idea de un talento que trae algo nuevo al mundo y provee felicidad a los demás. Ese misterio está en el centro de estas películas. Vamos a ver unos cuantos ejemplos de la grilla de HBO Max.
La clásica, clave, molde absoluto es Nace una estrella. Hay cuatro versiones de la historia, pero la mejor es la que protagonizaron Judy Garland y James Mason bajo la dirección de George Cukor. Ella es una cantante extraordinaria que trabaja en lugares casi desconocidos; él es -o ha sido- una grandísima estrella, arruinado por su alcoholismo. Se conocen, él la lleva a la fama y se enamora, las cosas salen mal pero ella triunfa mientras él languidece detrás. Un poco el mito de Pigmalión, claro, pero también una historia sobre el talento aprovechado y el desperdiciado. Lo de Mason es monumental, su mejor actuación (lejos) en el cine. De Garland todo lo que se diga suena a poco.
Selena es la película que lanzó a Jennifer López como actriz y como cantante. Es la historia de la gran estrella tejana de origen mexicano que fue asesinada a los 23 años por la presidenta de su club de fans. Ok, es trágico, pero lo importante es que a través de la historia de una joven con un talento monumental (además de la muerte joven, típica de los héroes y los ídolos) dio impulso al movimiento de Cine Chicano (existe) del que el realizador Gregory Nava es parte sustancial. Es decir: a través de una historia absolutamente universal, el realizador lograba contar un mundo social; pero, dando vueltas la calesita, ese mundo social no es más que la idea de que en todas partes puede surgir el tema universal del arte que surge casi milagrosamente.
Ahora la tienen nominada al Oscar, y se lo merece: Elvis, de Baz Luhrman, sigue el mismo camino de resto de las biografías de músicos (y, en general, de artistas: trate de ver Sed de Vivir, biografía de Van Gogh por el genio del musical y el melodrama Vincente Minelli) pero añade un elemento sutil que, al mismo tiempo, discute las constantes del género o del molde. Si bien tenemos al carnal Elvis reventando la pacatería de su tiempo con una música y una forma completamente nuevas, si bien se habla de la influencia negra y, en tiempos de cultura woke, de racismo y todo eso; si bien parece que vamos a ver la típica historia del artista salvaje, no: el Elvis de Luhrmann es un artista consumado, estudioso de su campo, consciente de sus herramientas, al que la presión del trabajo -no del arte- termina precipitando físicamente. La "autodestrucción" no es producto de nada más que del "mundo real" presionando al artista. Y el arte sobrevive incluso a las trapisondas y al mito inventado. Es una película más importante de lo que parece, justamente por incluir en ella el valor del trabajo además de la inspiración.
Algo similar pasa con la tremenda Velvet Goldmine, que es un poco ficticia y un poco real. Todd Haynes toma la estructura de El Ciudadano (un periodista de rock debe investigar la desaparición de un ídolo del glam rock que finge su muerte, diez años después del hecho) y narra la historia de David Bowie, Iggie Pop, Bryan Ferry, Marc Bolan y todo un movimiento que, muchos años antes de nuestras décadas inclusivas, rompió las barreras de los géneros y de la sexualidad. Elenco descomunal (vean sobre todo al "Igggie Pop", aquí llamado Curt Wild, de Ewan McGregor; vean al periodista Christian Bale) y puesta en escena artificiosa, muestra algo: en toda obra, en todo movimiento artístico, en todo artista que trasciende tiempo y espacio, hay una cuota de verdad que se transmite y sostiene su validez. De paso, no hay un fotograma poco vertiginoso en todo el filme.
Y dado que hasta aquí venimos muy serios, pueden terminar con la ficción Dewey Cox, una vida larga y dura. Protagonizada por John C. Reilly, dirigida por Jake Kasdan, producida por Will Ferrell y escrita por Judd Apatow, toma todas y cada una de las "biografías de cantantes" y las destroza en la historia de un muchacho que, desde niñito (muy niñito) toca blues, se vuelve leyenda del country, del rock, del beat, va a la India con los Beatles (¡El momento de Paul Rudd es brillante!), tiene crisis de pareja, toma drogas, y triunfa con su canción "Walk Hard" (hay que escuchar cómo canta don Reilly, espectacular). Y lo mejor: el arte permanece. A cantar, nomás.