Rarezas de Mubi para espectadores que quieran correr riesgos
En la plataforma Mubi, dedicada a cine de todo el mundo y, en especial, al circuito de festivales, hay un puñado de obras maestras y rarezas que merecen la atención de quien quiera ir más allá de lo demasiado conocido. Pasen y vean sin miedo.
Bueno, ya que vieron La sustancia, es hora de ir a por películas bien arriesgadas también en la plataforma Mubi. Es decir, por películas que ofrecen muchísimo para recortar y para recordar, imágenes impactantes y nada -pero nada, lo aseguramos- de aburrimiento, pero que exigen que el espectador se involucere más allá del cuento de "principio-nudo-desenlace" tan habitual en las pantallas. O correrse un poco de los géneros más tradicionales, o animarse a una mezcla de todo. Películas donde los directores realmente imponen un juego e invitan al espectador a compartir reglas diferentes de las que, cada semana, nos aburren en las salas de los multiplex.
Así que empecemos por un par de clásicos y vayamos a lo más moderno. Primero: en Mubi subieron nuevamente -aplaudan, aplaudan, no dejen de aplaudir- Golpe al corazón, la película que destrozó a Francis Ford Coppola financieramente pero que, con el paso de los años, se convirtió en un clásico totalmente original. Es la historia de una pareja común (geniales Frederick Forrest y Teri Garr) que viven y trabajan en una Las Vegas de cartón, y que un buen día celebran un aniversario pero con problemas: él quiere comprar la casa donde viven, ella quiere viajar al exótico destino de Bora Bora. Una separación de un fin de semana los lleva a aventuras con otros (ahí están los brillantes Raúl Juliá y Nastassia Kinski) y a un recorrido melancólico con música (ganadora del Oscar) de Tom Waits con la voz de Crystal Gayle. Todo es fantasía y romance como pocas veces (diríamos "nunca más") se vio en el cine.
La otra es El sacrificio, de Andrei Tarkovsky, cuando el ruso, prohibido en su país, se tuvo que ir a la Europa occidental a hacer la que fue su última película. Hay un trasfondo casi de ciencia ficción: el mundo está amenazado por una guerra nuclear a punto de estallar. Y hay un hombre -un padre- que poco a poco se plantea la posibilidad del título: sacrificarlo todo si eso implica una nueva oportunidad, un renacimiento. La película es lenta en cierto sentido, pero nunca deja de interesar ni por sus personajes ni por la manera precisa en la que Tarkovsky trabaja cada una de sus imágenes. Y no, no aburre para nada (hoy, cuando se usa la palabra "lenta", hay que aclararlo). Cine adulto y de ideas, pero sobre todo de imágenes.
Cambiando el ángulo estético, uno de los grandes locos del cine fue el chileno Raúl Ruiz, un tipazo que filmaba todo lo que quería y hacía películas brillantes, pero también un enorme conversador, un gran escritor y, por encima de todo, un soberano satirista. En La telenovela errante, que se estrenó luego de su muerte, construye un mundo alternativo, un Chile inexistente que se ha convertido en fragmentos de una telenovela, puros lugares comunes y puros personajes estereotipados. La historia de amores y traiciones se desliza poco a poco (o mucho a mucho, por momentos) hacia el humor surreal y, aunque no parezca, termina generando una reflexión única sobre la realidad. Es una grandísima broma (como lo fue una de sus películas fundacionales, El realismo socialista, donde ya acusaba a la izquierda de sus propias imposturas "desde adentro") y tan cine como literatura. Diversión inteligente, como solían decir los que desprecian el humor de golpe y porrazo (y Ruiz amaba ese humor, cuidado).
Hay una película realmente rarísima hecha por un cineasta más raro aún, Tarsem Singh. Hizo bastantes filmes en el Hollywood "grande", y con éxito (dos ejemplos rarísimos: Inmortales, historia de mitos griegos con Henry Cavill totalmente desaforada, y la comedia sobre Blancanieves Espejito, espejito, con Julia Roberts) en los que tomaba el sistema de producción y lo saturaba al extremo de parecer reírse del mismo (por suerte los actores siempre acompañaron su desmesura). Pero su opera prima es The Fall, donde narra la historia de una filmación (filmación de una película tan surreal y desaforada como las que haría más tarde "de contrabando"). Proragonizada por un perfecto Lee Pace (que haría su agosto en El Hobbit como Thranduil y en Guardianes de la Galaxia como Ronan) como un doble accidentado que imagina una historia, es de esas películas inesperadas y sorprendentes de las que uno podría recortar cada fotograma y colgarlo en la pared. Pruebe porque casi no hay cosas así en el cine (ni de hoy ni de nunca).
Y vamos con un poco de erotismo queer, por qué no, con Simone Barbès o la virtud, película de 1980 (hay mucho de los ochenta, la última década libre del cine, en esta lista) dirigida por Marie-Claude Treilhou. La protagonista es una actriz pornográfica que, básicamente, se toma para nada seriamente su profesión y que, terminada su tarea, pasa el tiempo con su novia en un local lésbico. Pero ahí comienzan las extrañezas del comportamiento humano, del deseo y, sobre todo, de esa idea un poco extraña de que en la vida diurna jugamos un rol inauténtico de "normalidad" que se contrapone con lo que somos verdaderamente. OK, parece muy "filosófico", pero la película es generosa en el humor, en la manera de pintar con burla amable a los personajes, de desacralizar lo que podría parecer escandaloso, al punto de poner en un placard la pacatería de cualquiera de nosotros. Y sí, un auténtico placer visual dispuesto con absoluta libertad.