La tercera temporada de El Juego del Calamar rompió todos los récords en Netflix al acumular más de 60 millones de visualizaciones en solo tres días. Tras terminar la serie, muchos se quedaron con ganas de más, por ese motivo, podés aprovechar y ver otras series similares en la plataforma.

Hwang Dong-hyuk, creador, guionista y director de El Juego del Calamar, despidió su más exitosa serie tras la tercera temporada y dejo un importante mensaje a sus fanáticos.

Alice in Borderland

Alice in Borderland cuenta la historia de Arisu y dos amigos que, de repente, se encuentran en un Tokio vacío y sin explicación. Para poder sobrevivir, deben participar en juegos mortales donde cada prueba los pone en riesgo. Sin reglas claras ni salida aparente, el grupo debe entender el propósito de ese extraño mundo mientras enfrentan la soledad y el miedo.

No es simplemente otro juego mortal más, ni una versión más de esa fórmula que El Juego del Calamar popularizó. Alice in Borderland parte de un escenario que resulta familiar pero con un tono distintivo. Una Tokio vacía y silenciosa, con jóvenes enfrentando desafíos que ponen en juego no solo su cuerpo, sino también su cordura.

La soledad que habita esa ciudad fantasma y el absurdo que se instala en cada prueba hablan de algo más profundo que la mera supervivencia. En ambas series, el sistema se revela como un mecanismo perfecto que convierte a los individuos en piezas que pueden desecharse sin más, pero en Alice in Borderland, la violencia se viste de un tono casi onírico, y la urgencia por sobrevivir se convierte en un fiel reflejo de cómo se reconfigura la humanidad cuando todo parece estar en juego.

 

3%

3% se sitúa en un futuro distópico en Brasil, donde la sociedad está dividida entre la mayoría que vive en la pobreza y una élite que disfruta de privilegios en una isla próspera. Cada año, los jóvenes tienen la oportunidad de participar en “El Proceso”, una serie de pruebas rigurosas y competitivas que solo el 3% logra superar para acceder a esa mejor vida. Pero estas pruebas no solo evalúan habilidades físicas o intelectuales, sino que también revelan dilemas éticos y conflictos morales.

La serie brasileña, creada por Pedro Aguilera, expone sin disimulo cómo la meritocracia puede transformarse en un mecanismo implacable de exclusión. En 3%, no hay secretos ocultos ni intrigas a medias tintas: la selección para acceder a un futuro mejor es pública, casi un ritual aceptado, que muestra sin tapujos la división entre quienes tienen y quienes no.

Esto conecta con El Juego del Calamar, no en la forma, sino en lo que dice de los sistemas que prometen igualdad mientras ocultan su naturaleza excluyente. La violencia que se ejerce en esta serie es menos física, más silenciosa, una violencia que se cuela en las mentes y en las relaciones sociales. 

La pregunta que plantea la serie y que queda flotando en el aire es, ¿hasta dónde estamos dispuestos a llegar para alcanzar ese sueño de ascenso? ¿Y cuánto nos conforta la idea de que el éxito es solo cuestión de mérito, sin mirar el panorama completo?

 

The 8 Show

The 8 Show es una serie surcoreana que mezcla suspenso psicológico con crítica social. Todo esto narrado en un espacio claustrofóbico donde la tensión crece con cada minuto y no afloja en ningún momento. La serie dirigida por Han Jae-rim y basada en Money Game & Pie Game, webtoon de Bae Jin-soose, centra en ocho personas quedan encerradas en un edificio donde el tiempo que logran acumular se convierte en la única moneda para seguir vivos. 

Los que consiguen más segundos disfrutan de privilegios, mientras que los que se quedan atrás se hunden en la pobreza, el abandono y la invisibilidad. Entonces, la principal problemática que tendrán que afrontar los protagonistas será la de una batalla constante y silenciosa por estirar cada instante, por exprimir la vida misma hasta el último segundo.

The 8 Show es una crítica al capitalismo extremo, un sistema donde el valor de una persona se mide por su productividad y por el espectáculo que puede ofrecer. Al igual que en El Juego del Calamar, el engranaje perfecto de este sistema se mantiene porque todos, de alguna manera, aceptan jugar. Lo que convierte a los participantes en víctimas de su propia decisión.

Sin embargo, esta vez no hay sangre derramada ni violencia explícita. La presión insoportable, el aislamiento emocional y la ansiedad constante son el enemigo más próximo a derrotar.