Asunción presidencial

Un diagnóstico crudo para un país en crisis

ggranata

No hubo apelaciones a la esperanza. Tampoco cantos de sirenas ni luces al final del túnel. El tono racional que le imprimió a su discurso Alberto Fernández tuvo la crudeza justa para un país en crisis que depende de un cambio de modelo urgente en busca del desarrollo. Describió un estado de la economía de números rojos, pero evitó dirigir sus cuestionamientos en forma directa al mandatario saliente. Habló de acuerdos y equilibrios, de medidas responsables, de compromisos compartidos y de repartir la mayor carga sobre los sectores más beneficiados. No hubo nombres propios, pero todos entendieron que una de esos sectores será el agroexportador. En cambio, sí fue extremadamente duro con la Justicia y propuso un Nunca Más a “la Justicia contaminada por servicios de inteligencia, operadores, procedimientos oscuros, linchamientos mediáticos” y que “judicializa disensos para eliminar al adversario de turno”. No hay que remontarse muy lejos. La semana pasada Cristina Fernández, su vicepresidenta, denunció “lawfare” en su contra. El camino hacia una reforma judicial profunda quedó abierto.

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