La escena sexual

Cinco películas XXX que todo cinéfilo debería conocer

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Dado que esta columna habla casi siempre del cine pornográfico, no está mal recordar qué películas pornográficas debería de ver un cinéfilo que se precie de tal. La idea es esta: si nos gusta el cine, deberíamos poder ver de todo un poco para poder entender su amplísima variedad. Por supuesto, después viene el asunto del gusto: puede que de lo que veamos solo nos atraiga una parte. Puede que nos volvamos devotos de un género (en mi caso, aunque suene incongruente con esta página, mi campo y mundo es el de la animación; especialmente el cartoon clásico y más especialmente Warner y Disney), pero siempre es bueno ver un poco de todo. Dado que el porno, como el terror, puede causar un rechazo visceral (porque además, buscan una reacción visceral, aunque en el terror es debatible en ciertos casos), la idea aquí es poner en valor aquellas películas pornográficas que realmente aportan algo al cine. 

Y hago esta salvedad: no toda película (porno o no porno) aporta algo. La mayoría solo son artefactos creados con un fin que tiene poco o nada que ver con la estética o con las ideas. Vale esto tanto para las conjunciones de explosiones como para las películas bajalínea explícita: en ambos casos, la inteligencia del espectador está subestimada. Curiosamente, en los ejemplos que vamos a proponer, esto no sucede en lo más mínimo: justamente, se cuenta con la inteligencia del espectador para que el sexo quede enmarcado en ideas, que sea más que un dispositivo para provocar glándulas.

1) La mejor película porno de la historia, para quien esto escribe y después de considerarlo mucho, es El Diablo en Miss Jones, de Gerard Damiano. Damiano venía de hacer Garganta Profunda (cuyo valor es más histórico que estético) y esta película le dio cartas de ciudadanía. Es un drama: una mujer de vida insulsa (Georgina Spelvin, excelente actriz en este filme más allá de lo que hace con su sexo) se suicida. Llega al limbo y ahí pide volver por un tiempo para disfrutar de la lascivia que se negó. El final está insipirado en A puertas cerradas, la obra de Sartre. Pero lo importante es que Miss Jones no llega en seguida al sexo, y que cada etapa de su descenso a la lascivia implica un cambio. Es gradual todo. Realmente conquista ojo y conciencia.

2) Tabú, de 1980, es un filme que hoy sería difícil de hacer porque narra el creciente deseo sexual de una madre joven por su hijo post-adolescente. La actriz Kay Parker en realidad interpreta a una ama de casa que se separa, la pasa mal con algunos amantes poco generosos e intenta que su vida erótica tenga al menos una pizca de placer, lo que la lleva finalmente con su hijo, un espíritu mucho más libre que ella. Lo interesante es que es en realidad una comedia de costumbres que muestra el otro lado de la vida "de hogar" estadounidense tal cual la pintaba la TV de esos años. Lo porno está bien, pero se inscribe en lo demás: el sexo como parte de la vida cotidiana.

3) Obviamente hay que ver Calígula, de Tinto Brass, que no es porno. Pero sí lo es. ¿Es o no? La historia es que Brass filmó (con enormes problemas) un cuento sobre el abuso del poder y la locura, con actores como Malcolm McDowell, John Gielgud, Peter O'Toole y la gigantesca Helen Mirren (única actriz de "película porno" en ganar el Oscar, si quieren). El productor Bob Guccione, de noche y en la escenografía del ganador del Oscar Dino Donatti (extraordinaria), filmaba secuencias porno con chicas de su revista, Penthouse. Y al final, las incluyó en el filme. Cosa curiosa, cuajan bien: como cuál sería la reacción erótica ante los excesos del emperador. Sigue siendo de una potencia visual notable, y McDowell está más sacado que en Naranja Mecánica.

4) Detrás de la puerta verde es rara por muchas cosas. Los hermanos Mitchell querían hacer una película pornográfica "artística", contrataron a la muy bella -y de actuación muy inteligente, además- Marilyn Chambers (luego protagonista de Rabia, de David Cronenberg) para hacer este filme más bien surrealista donde la Chambers es raptada y llevada a una especie de teatro delante de un grupo de voyeurs, donde será núcleo de una serie de prácticas sexuales. Pero eso es solo el principio: hoy sería "una película inclusiva" porque los espectadores distan de tener cuerpos "de cine porno", y porque además uno de los platos fuertes (además de cierta experimentación con filtros de colores) es ella teniendo relaciones con un hombre negro, en épocas (1972) donde tal cosa era un escándalo total. Pocas veces se filmó algo así.

5) Café Flesh. Si quieren saber qué pasó en los años 80, esta película realizada en video es impresionante. Narra la historia de un lugar donde se presentan espectáculos eróticos y pornográficos mientras el mundo vive, digamos, las consecuencias de una guerra nuclear. Pero aquí, si bien tenemos la pornografía que corresponde al género, pasa otra cosa: hay creatividad y locura surreal -un poco como en Detrás... pero con un tono muy diferente, mucho más cercano a lo decadente- en cada secuencia. El resultado final se acerca un poco al sentimiento post-punk de hacer cualquier cosa dado que el mundo se está terminando. Y aunque se realizó con poco dinero (como todo en este género, digamos), el look es muy contundente. 

Y como addenda, recomendamos una que es bastante distinta, pero divierte un montón: Pirates, de 2005. Es la película porno más cara de la historia (costó un millón de dólares: la Avatar del XXX) y parodia Piratas del Caribe. Tiene, además, muchos efectos especiales y se ríe un poco de todo. Aquí sí, es puro porno industrial, bastante ascéptico dentro de lo que cabe, y sin más que eso, gente haciéndolo disfrazado de pirata. Pero se ríen muchísimo de todo y es una de esos placeres culpables y chanchos que uno se puede dar de tanto en tanto.

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