Quinteros con riesgos de quiebra por baja rentabilidad
La participación del productor agropecuario en el precio final de los alimentos cayó al nivel más bajo de los últimos dos años. Se corre el riesgo de un cierre masivo de establecimientos
El productor agropecuario tuvo en diciembre la menor participación de los últimos dos años en el precio final de los alimentos que se consumen en los grandes centros urbanos, con un 21% del total, y si la situación no se corrige podría llevar a un quebranto generalizado de quinteros “por su baja o nula rentabilidad”.
Así lo advirtió a BAE Negocios Pablo Vernengo, director ejecutivo de Economías Regionales de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), quien instó a “hacer todo un replanteo en lo que se refiere a la comercialización de productos perecederos, como son las frutas y hortalizas”.
Del campo a la góndola
Vernengo realizó el planteo luego de que CAME difundiera su habitual informe mensual del Indicador de Precios de Origen y Destino (IPOD) que muestra la brecha de valores “del campo a la góndola”, que refleja qué participación tiene el productor de agroalimentos en el precio que el consumidor final paga por esos productos.
La diferencia entre los dos extremos de la cadena se elevó a 3,9 veces, pero con marcadas diferencias entre las frutas, hortalizas y verduras por un lado y los productos y subproductos de origen animal, por el otro.
En el primer caso, la brecha fue de 6,9 veces, mucho más que las 2,9 veces del segundo, una diferencia explicada por la integración del circuito comercial que existe en el mercado ganadero y avícola, a diferencia del frutihortícola.
Los dos extremos
Esa brecha queda en evidencia si se toman como ejemplo los dos extremos: en el caso del pollo, el consumidor pagó 1,8 vez más que lo que recibió el productor, una diferencia que para la zanahoria fue de 10,2 veces. Dicho de otro modo, al productor de pollo le quedó el 54,6% del precio final, mientras que al de la zanahoria sólo el 9,8%.
Vernengo analizó la situación en el marco de los cambios que hubo en el consumo a lo largo de 2024, en el que los consumidores fueron “no convalidando precios de los distintos productos”.
El mercado frutihortícola
“El mercado frutihortícola se alinea a la oferta y la demanda de la mercadería”, explicó a BAE Negocios, para agregar al respecto que “los dos actores de la cadena más vulnerables son los extremos, ya sean los productores como los consumidores”.
“Como el minorista no tiene chances de mejorar su rentabilidad por precio final ni ante los otros actores (operadores, fletes, política tributaria, tasas, etc.) y no se resigna a bajar su renta, es al productor al que se lo castiga con un precio más bajo”, planteó.
La caída de la participación del productor
El resultado de estas estrategias se viene observando desde julio de 2024, cuando la participación del productor fue del 35,7% del precio final promedio.
En agosto esa proporción descendió al 30,9% y en septiembre al 24,7%, para experimentar un leve repunte en octubre, con un 25,4% de participación del productor en el precio al consumidor.
Noviembre retomó la tendencia descendente con un 23,7% y en diciembre se cayó al menor nivel por lo menos desde fines de 2022, con un 21% del valor de góndola.
Para Vernengo, “lo más justo sería una participación ideal de por lo menos 33%”.
El directivo de CAME alertó que “de mantenerse esta dinámica, traerá como consecuencia quebrantos de los quinteros por su baja o nula rentabilidad”.
En ese sentido, recalcó que el productor es “el actor principal de la cadena”, ya que sin él, “no hay qué comercializar, y eso no se cuida”.
Asimismo, señaló que “la entrada de mercadería del exterior en muchos casos provoca la sobre oferta en desmedro de la producción local, tirando aún más abajo el precio que se le paga a los productores”.
“Hay que hacer todo un replanteo en lo que se refiere a la comercialización de productos perecederos, como son las frutas y hortalizas”, subrayó.
El informe de CAME
En su informe, CAME indicó que en diciembre “las economías regionales han enfrentado una situación difícil, caracterizada por un consumo débil y altos costos de producción que afectan directamente a los productores locales”.
“La apertura de importaciones ha intensificado la competencia, dejando a los productores nacionales en desventaja debido a los elevados costos de insumos, logística e impuestos que encarecen la oferta local”, agregó.
Al respecto, señaló que “en el Mercado Central de Buenos Aires (MCBA) se observó, en sus distintas naves, la entrada de uvas de mesa, cerezas, naranjas, limones y cebollas, por mencionar algunos productos de distintas procedencias”.