Así empezaron: grandes operas primas para revisar en Mubi
La primera película de un cineasta puede decir mucho de su carrera posterior. En Mubi hay una sección dedicada a ellas e incluye algunas de las mejores películas de la historia (en especial reciente). Para revisar, de Almodóvar a Nolan y de Bellocchio a Martín Rejtman.
Una de las secciones más interesantes de la plataforma Mubi es la dedicada a operas primas. No sólo porque hay muy buenas películas, sino porque incluye lo primero que hicieron muchos cineastas hoy reconocidos. No todos son "grandes", incluso hay algunos que lo fueron, pero en todos los casos se nota en estos filmes que sabían lo que estaban haciendo y, en la mayoría de los casos, confirmaron ese talento. En varios casos, se trata de películas que hoy casi no se recuerdan. Y hay de todo el mundo.
Por ejemplo, El elemento del crimen. Es un policial que tiene elementos de la ciencia ficción, en la que un ex policía vuelve a la carga para capturar a un asesino en serie, y aunque esta premisa le resulte harto conocida, caben varios motivos para que se arroje de cabeza a verla. El primero, que se trata del primer largometraje de un entonces joven Lars Von Trier. En segundo lugar, que la apariencia misma del filme es hipnótica, narrada en tonos sepia y con momentos en los que la experimentación visual captura la puesta en escena. Y en tercero, porque Von Trier está feliz jugando con las posibilidades del cine y las transmite, aunque también -ya- cierto desasosiego por lo que alguna vez fue Europa. De paso, en Mubi está casi todo lo del danés, como para ver dónde fue.
Sabemos, de todos modos, dónde fue Pedro Almodóvar, hoy lastrado por la importancia y los discursos. Pero en 1980 era un muchacho punk, padre e hijo de la Movida madrileña, que con desparpajo y salvajismo contó la historia kitsch y feroz de unas cuantas señoritas en Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón. Quizás no lo sepan, pero se vio unos años después en un ciclo del cine Lorca donde el propio Pedro presentaba sus películas. Todo lo mejor del cine del manchego está ahí y, aunque parece un filme improvisado y desprolijo (lo es) también aparece su talento para la puesta en escena y para elevarse por sobre lo camp. Es divertidísima y hoy mucho más incorrecta y feliz que las películas de, bueno, Almodóvar.
Sin embargo, la opera prima de Christopher Nolan es ya todo lo que luego veríamos en Memento, Insomnia, El gran truco o El Origen, esas ficciones muy cerebrales donde lo fantástico se cuela por los intersticios de la mente de los protagonistas. La película, de poco más de una hora, se llama Following y probablemente sea (Batman nos perdone) la mejor de su carrera. Un escritor sigue gente cuando se aburre, un poco para conseguir material para sus escritos, un poco porque no carece de perversiones, hasta que se cruza con un ladrón llamado Cobb. El resultado es brillante, complejo y lleno de suspenso, realizado con casi nada de dinero en plenas calles londinenses.
En cuanto a maestros, pueden verse dos enormes clásicos. Uno es I pugni in tasca, del grandísimo Marco Bellocchio. Hoy nadie filmaría la historia de una familia totalmente disfuncional pero con apariencia de normalidad que estalla desde dentro gracias a uno de sus integrantes. Sería políticamente tan incorrecta -o más- que en aquellos años sesenta en los que se reaccionaba contra ciertas formas de la vida burguesa. Sobre todo, Bellocchio ya muestra su posición respecto de lo religioso y las creencias establecidas (algo que estallaría luego en muchas de sus películas, especialmente en algunas de las últimas como Exterior, noche, Vincere o Rapito. Es un cine fuerte, operístico en el sentido más sustancial del término.
La otra es Permanent Vacation (como Following, nunca estrenada por estas playas) de Jim Jarmusch, realizada el mismo año que Pepi, Luci..., 1980. Aquí vemos a un personaje que recorre una Manhattan marginal y se encuentra con diversos personajes con los que entabla relaciones varias. Aunque la idea es mostrar lo que el glamour oculta, hay en Jarmusch una mirada humorística y humana respecto de todo lo que lo rodea, y por momentos, incluso con su laconismo, el paseo del personaje se vuelve una experiencia amable e inmersiva. Hay pocas películas realizadas con esta libertad, en el límite de lo experimental, que traten al espectador como a un amigo al que se invita a un paseo.
Hay mucho más (claro que está Eraserhead, de David Lynch, o la no estrenada aquí Los protagonistas, de Luca Guadagnino), pero cerremos con dos largos clave del cine argentino. Uno es La Ciénaga, de Lucrecia Martel, que sigue siendo una gran demostración de talento. Ambientada en Salta, muestra a una familia disfuncional que vive en parte de la cosecha de morrones y otras verduras, y en parte la vida urbana y conflictos basados en algo ominoso que siempre está a punto de ocurrir. Lo que hacen Graciela Borges, Mercedes Morán y Martín Adjemian en esta fábula sobre el deseo y la decadencia es brillante. Martel elude todo pintoresquismo, toda postal, para ir directo al corazón de cada escena.
Y tenemos Rapado, de Martín Rejtman, basado en sus propios textos y que es el verdadero inicio de lo que luego se llamó "Nuevo Cine Argentino". Con personajes adolescentes, narra la historia de una moto robada y de cómo se planea el resarcimiento de tal robo. Pero como siempre en Rejtman, la anécdota es menos importante que un tono raro, mínimo, en el que estalla como una bomba surreal el sinsentido y crea un humor con sordina pero inolvidable. Y el paisaje urbano de Buenos Aires parece otra cosa, único. Aún una película mayor.